Parte 40: El amanecer

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- ¿Qué acaba de pasarme...?

Lincoln seguía teniendo dudas respecto a sus acciones, sobre todo las de esa noche en la que durmió en la silla al lado de la cama de Luna. De hecho, se desconcertó cuando ambos se despertaron y Luna lo saludó con un beso en los labios.

- Buenos días, Lincoln -dijo dulcemente- Lincoln... No sé si sea lo mejor, pero... Tal vez sea mejor no decirle esto a nadie ni hacer nada con respecto a nosotros.

- Está bien, Luna...

La ex-rockera vio la incertidumbre de su hermano, por lo que dijo:

- Sé que lo ocurrido fue inesperado, Lincoln. De hecho, creo que incluso te sorprende... Haberme besado -dijo Luna en un susurro- Pero te aseguro que no te culpo. Es algo nuevo. Pero debo decir que... En serio me alegra haberlo hecho.

Le dio un último beso, tan dulce y suave que Lincoln quiso que no se detuviera, pero se oyó un carrito traqueteando, por lo que Luna se detuvo. Una enfermera llegó con el desayuno, de modo que Luna se acostó, ya que aún se sentía débil.

- Buenos días, señora Loud. Veo que ya se siente un poco mejor. Usted tranquila, estoy segura de que en unas semanas ya podrá volver a casa.

- Lincoln, apenas has descansado, ¿no? Tal vez sea mejor que vuelvas a casa y les digas a las demás lo que ocurrió.

- Sí... Creo que sería lo mejor.

Mientras Luna desayunaba, Lincoln volvió a casa, aún ansiando sentir los labios de Luna sobre los suyos. Pero cuando se estacionaba, lo horrible de la situación se cernió sobre él.

- No puede ser... Tengo esposa. ¡Y he cometido adulterio! He querido sentir la presencia de otra persona además de la de Sam... No, no, no, esto es malo. No quiero ocultarle nada, pero esto es grave. Luna... Se está metiendo en mi corazón.

Después de dilucidar consigo mismo y de manejar de vuelta a su hogar, Lincoln entró en su casa, donde varias de sus hermanas, su esposa y su hija ya estaban despiertas. Lo hubieran acribillado de preguntas, pero desde el principio dio a entender que Luna ya estaba mejor, por lo que nadie lo hostigó mucho. Si gustaban podían ir a visitarla, pero les dijo que él quería descansar. Todas estuvieron de acuerdo y lo dejaron dormir.

Lincoln, quien seguía pensando sobre lo ocurrido con Luna, desconectó el cerebro y se durmió. Mientras, las demás eran azuzadas por Lina para que entraran a Vanzilla.

- Tranquila, Lina, ya vamos -iba diciendo Luan.

- Bueno, Lina ha sido la más preocupada de todas, debe querer asegurarse ella misma de que Luna está bien -dijo Lucy.

- Tienes razón -dijo Lily- De modo que hay que apurarnos.

- Pero, ¿no debería quedarse alguien para cuidar a Lincky? -preguntó Leni.

- Yo me quedo -dijo una voz- También quiero asegurarme de algo. Denle saludos de mi parte a Luna.

- Mmmhhh... Bueno, pero cuídate -dijo Lori.

- Nos vemos.

Y así, esa hermana se quedó en casa, mientras las demás visitaban a Luna.

Lincoln se despertó unas horas más tarde.

- Ugh... Aún tengo sueño. Pero bueno... Ya hay que levantarse.

Lincoln se iba a preparar algo de comer, pero una caliente taza de café, unos crujientes panqueques con miel, un vaso con jugo de naranja y unos trozos jugosos de tocino lo esperaban en una bandeja apoyadas en su buró. Comió como depredador después del ayuno, y en cuestión de minutos, la comida había desaparecido.

- Mmm... Esto estuvo delicioso. ¿Quién lo habrá hecho?

Bajó a la cocina, y aunque aún había ciertos trastes con aspecto de haber sido lavados, ya estaban bastante secos.

- Quién me haya hecho el desayuno, ya debió de haber acabado desde hace un tiempo...

Unos rasguños en el techo lo hicieron sospechar de que había alguien arriba. Se sintió preocupado, pero al oír una voz tranquila de chica, supo que solo se trataba de una de sus hermanas.

- No... No, Curie, ya te di de comer. Es malo que comas de más.

Lincoln subió las escaleras y se dirigió hacia la voz. Se sorprendió al ver que el ruido provenía del cuarto de una de sus hermanas más jóvenes.

- ¿Lisa? ¿Qué pasa?

- Oh, hola, Lincoln. No pasa nada, sólo es mi mascota, que aún quiere comer... Y eso que ya comió dos veces en menos de una hora. ¡Curie, basta! En serio, al menos has un poco de ejercicio.

El ratón de Lisa parecía estar rogando por ver su plato lleno otra vez, pero Lisa lo cargó y lo metió en su rueda. El roedor seguía dirigiéndose a su platito una y otra vez, pero después de varios intentos fallidos, no tuvo más remedio que estirar las patas y correr en su rueda.

- Un poco de persuasión puede llevar a muchas cosas.

- Sí... Supongo que sí -dijo Lincoln- Oye, Lisa, ¿tú me hiciste de desayunar? 

- Ah, sí, fui yo. Supuse que no habrías comido nada en todo este tiempo, de modo que se me ocurrió que podría hacerte algo. ¿Te gustó?

- Bastante -dijo Lincoln con una sonrisa.

Lisa sonrió a su vez, con un ligero rubor en sus mejillas. Eso hizo que Lincoln recordara lo que pasó con Luna, y eso lo hizo sentirse nervioso con respecto a Lisa.

- Bueno... En serio te quedó muy rico, Lisa. De verdad. Por ahora...

El ratón de Lisa soltó un chillido. Lincoln desvió su mirada hacia él y lo que vio lo dejó anonadado. El ratón parecía hincharse de la panza. Después de unos momentos pareció inflarse aún más, pero luego adelgazó y volvió a su tamaño normal. De hecho, Lincoln podría haber jurado que estaba ahora más delgado que cuando lo vio por primera vez.

- ¡Wow! ¿Qué pasó? 

- Cómo dije, Curie ya ha comido demasiado -dijo Lisa, levantándose- Le di un medicamento para que dejara de sentir hambre innecesaria o imaginaria. No sé si esto le pase a todos los roedores, pero al menos quiero cuidar del mío. Me recuerda mucho al que me regalaste cuando era más joven. Mira, parece que funciona.

Lisa señaló a su mascota con una sonrisa. El ratón parecía energizado, y corría sin parar en su rueda, sin dar muestras de cansancio. Luego apareció otro roedor, pero éste parecía ser un androide. Lincoln lo reconoció: era el mismo juguete que le había regalado a Lisa, en ese pasado que se le antojaba lejano. Lisa lo había mejorado. El ratón robot se acercó al de verdad, y parecía que le daba instrucciones de rutina para que se siguiera ejercitando. El ratón de carne y hueso no se hizo del rogar, y aumentó la velocidad de sus patitas, como diciendo "¡¿Cómo rayos no voy a poder?! FUUUUAAAAAA!"

- Vaya, en serio que resulta. 

El tema de su regalo lo hizo pensar en lo que había hecho en su pasado y en lo que Lisa podía estar sintiendo en esos momentos. Decidió no arriesgarse y ocultarse por un tiempo.

- Bueno, Lisa, hay algo que me gustaría hacer, si me disculpas... 

- ¡Espera, Lincoln! -dijo Lisa rápidamente, tomándolo del brazo.

Lincoln se quedó quieto, y con el corazón brincándole en el pecho, vio como los ojos de Lisa brillaban detrás de sus gafas.

- Quiero hablar de algo contigo.

¿Me querrá él a mí? (FECOWA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora