Sus voces se escuchaban todo el tiempo, las voces de Sam y Lincoln hablando con sus hermanas. ¿En algún momento iba a escapar de esas penurias?
Luna ya estaba recuperándose de la impresión de ver otra vez a su hermano y a su mejor amiga, pero no era algo fácil, sobre todo después de todo lo que ella sentía. Los celos que le consumían el pecho la carcomían y quemaban cada vez que, en esos días que llevaban las visitas en la casa, tenía que presenciar como Sam besaba a su hermano. Para las demás debía de ser duro también, sin duda, pero para ella era especialmente doloroso.
Trataba por todos los medios de evitar sentir cosas haciendo otras cosas: lavaba los platos, ayudaba a atender la casa, hablaba con todas sus hermanas, incluso en una ocasión fue con Sam a hacer las compras, y en el mismo día, a ayudarla a hacer la comida.
Sentía en muchas ocasiones las ganas de ir y partirle la cara a la rubia, pero logró contener sus ganas apretando con fuerza lo que tuviera en las manos.
- Ella no tiene la culpa de nada, Luna -se decía- Sólo llegó antes que todas y se llevó limpiamente lo que vino a buscar. No importa lo mucho que duela, no importa lo mucho que llegue a arder, no importa lo mucho que nos haya separado... En realidad ella no hizo nada malo. Solo se enamoró, y, ¿es malo enamorarse? No... No, no es malo. Así que trata de olvidar a Lincoln, tú puedes.
Era complicado, pero intentaba no sentir nada malo acerca de Sam. Ella misma pensaba que si seguía así, lo que sea que haya sentido por Lincoln desaparecería. Además, por más que los malos pensamientos surgieran, había una pequeña razón por la cual sentía que la relación entre su hermano y su amiga era lo correcto. Y era pequeño en tamaño, pero enorme en cariño.
- ¡Tía Luna!
Lina corría hacia ella con una enorme sonrisa en su cara. Luna no pudo evitar sonreír, ya que su pequeña sobrina se había ganado su corazón. La primera vez que la vio, una inexplicable ternura y cariño le habían rodeado el corazón. Un instinto maternal había surgido dentro de ella, y no había nada que la pusiera más feliz que ver esa gran sonrisa en el rostro de la albina, y más si la causa de esa sonrisa era ella.
- ¡Hola, pequeña! ¿Qué haces?
- Quiero hacer algo divertido. No he hecho nada y estoy aburrida, pero todas las demás tienen cosas que hacer. ¿Puedo hacer algo contigo?
Dado que el trabajo de Luna consistía en mejorar, componer, o aconsejar sobre las canciones que le mandaban, no tenía muchas razones para salir de la casa. Esa mañana había terminado sus encargos, por lo que tenía varios días libres a la semana.
- Lo que sea por mi sobrinita. Juguemos, entonces.
- ¡Sí!
Lina llevó a Luna afuera, donde jugaron con el columpio que tenían en el patio. Jugaron con unas muñecas que tenía la niña, y para cuando el sol se puso fuerte, entraron y bebieron jugo de naranja. Luego Luna le pintó la cara a su sobrina, quien, feliz de la vida, se reía cuando Luna batallaba para hacer el trabajo bien. Luna no tenía tanta experiencia como Lori, Leni o Lola, pero no se quedaba tan atrás, por lo que cuando vieron el resultado final en el rostro de la albina, ambas asintieron con aprobación.
- Bueno, Lina, hay que descansar un poco. Aún queda un poco de tiempo antes de que llegue la hora de comer, por lo que si quieres hacer algo más, tendrá que ser algo tranquilo.
- ¿Tus manos están bien, tía Luna?
- Este... Sí -respondió lentamente Luna, extrañada por tan curiosa pregunta- ¿Por qué?
Lina puso cara de cachorrito, pues no sabía si en serio la dejarían.
- ¿Me puedes enseñar a tocar la guitarra?
Aunque su sonrisa no flaqueó, Luna deseó que la niña no hubiera visto la duda en sus ojos.
- ¿Por qué quieres aprender a tocar la guitarra?
Lina puso expresión soñadora.
- Mi mami me enseñó un video donde ustedes dos tocaban en un concierto, y en serio me gustó, y más cuando supe que esa chica de cabello café era mi tía. Si mi mamá y mi tía tocan la guitarra, yo también quiero.
Luna no estaba segura, y no sólo por su egoísta ambición de nunca volver a tocar la guitarra, sino por que no estaba del todo segura de que enseñarle a una niña tan pequeña a tocar un instrumento fuera buena idea. Tal vez Lina se lastimara o aburriera, pero lo que en serio le asustaba a Luna era que podría sobrepasarse y ser muy dura con la niña. Tenía cinco años, por el amor de Dios; no quería hacerle daño.
Pero en el fondo, un férreo deseo de volver a escuchar música de su propia invención, más que por encargo, era lo que en serio la animaba a continuar. Además, claro, de hacer feliz a su querida sobrinita.
- Bueno, Lina, no es un camino fácil, y si quieres aprender tendrás que dedicarle un gran esfuerzo, pues tocar un instrumento es un arte. ¿Estás lista?
- ¡Sí! -exclamó Lina, con un entusiasmo que a Luna le alegró.
- Bueno, ven conmigo.
Entrando a su cuarto, y abriendo un estuche que no pensaba volver a abrir nunca más, extrajo su guitarra púrpura.
- Wow -dijo Lina, con admiración.
Estaba polvorienta, y tenía las cuerdas algo flojas, pero por lo demás, la guitarra de Luna estaba perfectamente bien conservada: los detalles, los colores y los bordes seguían viéndose bien.
- Ésta es mi antigua guitarra, pequeña. Es tuya.
- ¡No, no! -exclamó Lina, casi asustada- Sólo préstamela, no quiero quedarme con algo que es tuyo.
- Hace mucho que no la uso.
- Aún así, mejor quédatela tú -insistió Lina, aún tímida.
- ¿Segura? -sonrió Luna- Una oportunidad como esta no se presenta todos los días. Y puedo tener más si eso es lo que te preocupa. Esta es preciada para mí, y es precisamente por eso por lo que te la quiero dar. Quiero que seas la mejor, Lina.
La niña dudó unos instantes, pero luego tomó lentamente la guitarra y la acarició.
- Es muy bonita -susurró Lina.
- Igual que tú -sonrió Luna, apretándole de manera juguetona la nariz de su sobrina.
Lina sonrió, finalmente cómoda. Luego la lección dio comienzo, algo que Luna aún seguía teniendo dudas al respecto, pues nunca le había enseñado tocar a alguien tan joven.
Luna recordó un video de una familia amante del rock pesado. El padre generalmente era de fácil sonrisa, a la vez que la madre era la agresiva y de emociones fuertes. Pero cuando el hijo mayor le pidió a su padre que le enseñara a tocar la guitarra, el padre se puso serio y crítico con él por unos momentos en que perdió el control. Esperaba que ella no fuera así.
Luna le enseñó el nombre de las cuerdas, de las notas, dónde se tocaba cada una, como sostener la guitarra, todo lo que sabía y podía, siendo lo más suave y agradable posible. Y parece que no fue nada dura: Lina sólo asentía y sonreía cuando intentaba, demostrando tener un talento natural para ello. Tocó unas cuantas notas solas, buscando un sonido específico, y cuando lo halló, tocó lentamente una canción.
- ¡Wow! Lina, ¿cómo te sabes esa canción? Yo no la conozco.
- Ah, sólo es una parte de una canción de una caricatura que veo.
- ¡Se oyó muy bien! Deberías practicar más, Lina.
- Lo haré, tía Luna, ¡lograré ser una gran guitarrista como tú!
Un gran orgullo y cariño sobrecogieron a Luna, quien llegó a sentir lo que sentiría una madre por su hija.
- ¡La comida está lista, bajen! -gritó Luan, quien era la que cocinó ese día.
- Vamos, Lina, hora de comer. Luego seguimos, ¿ok?
- Ok.
Lina salió alegremente del cuarto, dejando que Luna guardara su guitarra. La ex-rockera sonrió, pensando que tal vez había encontrado la forma de olvidar sus sentimientos hacia su hermano.
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¿Me querrá él a mí? (FECOWA)
Roman d'amour(No es de No Such Luck) Después de lastimar y ser lastimado, Lincoln se va de la casa Loud. Y tras un largo período de tiempo, vuelve, creando un caos en su casa. Y sus hermanas, que no saben como actuar frente a él, ocultan sus más profundos deseos...