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Dedicado a HectorPalavecino28

*Narra Miguel*

Bajé el móvil cabizbajo, hace en días que Jazmín no contestaba mis llamadas ni mensajes, parecía que se la había tragado la tierra incluso había ido a su uni para ver cómo estaba, el día que se reincorporaron a clases y ni siquiera ella había aparecido por allí.

Fruncí el ceño preocupado, era una realidad que Jazmín podía no encontrarse bien y eso no era lo que deseaba. Todo lo que había hecho, lo había hecho por amor y ahora podía ver con dolor que los resultados no eran los esperados, Jazmín no había corrido a mis brazos como tanto deseaba sino que parecía cada vez más lejana a ellos, y por ende a mi.

Dejé de dar vueltas por mi habitación para tomar las llaves del carro y salir de allí, necesitaba verla.

*

Tras un lapso de tiempo que se me hizo interminable por fin llegué a su casa y rápidamente me encontré tocando el timbre. Una segunda, tercera y cuarta llamada al timbre me comenzaron a poner en estado tenso y ya estaba pensando en qué hacer cuando sentí unos lentos pasos casi arrastrándose, acercándose a la puerta.

Nada me podía haber preparado para lo que vi, aquella chica demacrada y pálida no podía ser Jazmín, ¡maldición!

Sentí la sangre desenfrenada correr por mis venas mientras parecía que un hoyo profundo se abría bajo mis pies. Jazmín no estaba en estado de angustia, ella era la angustia misma y su exterior y expresión lo reflejaban.

La observé en silencio, finalmente tomando el peso de todos mis actos al verlos pasar como una película frente a mis ojos... Si Jazmín estaba en ese estado de desolación era porque de alguna o de otra manera yo la había arrinconado a estarlo, había sido un maldito egoísta que, enceguecido por los celos y el amor, le había arrebatado la vida misma.

¿Cómo pude estar tan ciego? ¿Cómo pude hacerle eso? Había deseado tanto tenerla junto a mí pero... ¿a costa de qué precio?

Su mirada vacía se encontró con la mía sin expresión que mostrara signos de la vida que desbordaba antes. Sin poder contener la culpa la estreché entre mis brazos, dejando salir con lágrimas toda la desesperación que me producía darme cuenta de lo que había hecho.

— Jazmín por favor perdóname — rogué entre sollozos que poco me importaba intentar ocultar ante el inmenso dolor que experimenté en ese momento — Todo ha sido mi culpa, no tengo perdón por lo que he hecho. ¡Te he separado de Ximena, maldición!

Ante esa última frase Jazmín finalmente dio signos de vida al apartarse y retroceder un par de pasos

— Cómo... ¿Cómo dices? — musitó en voz baja anclando sus ojos a los míos

Tomé aire, si había un momento para poder enmendar mi error era este, aunque eso significara cavar mi propia tumba y de paso arrastrar conmigo a Alejandra. Era consciente que al exponer toda la verdad de mis macabros actos ante Jazmín la perdería para siempre, pero si era el precio que debía pagar lo debía asumir. No podía soportar verla en aquel estado un momento más.

— Como escuchaste Jazmín... me metí entre medio para separarlas y no paré hasta conseguirlo, con la ayuda de Alejandra. Fue mi última medida desesperada por intentar recuperarte, pero ahora veo que fue un estúpido egoísta y que sólo provoqué daño al apartarte de Xim — observé cómo sus ojos vacíos comenzaban a pestañear lentamente y tras unos segundos se llenaban de lágrimas — Te voy a exponer todo lo que hice, si eso alivia tu corazón y te permite volver a ser feliz con ella... Todo comenzó cuando...

60 días con ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora