"Arte para seducir"

Parte 1: El poder de una estrella (1º Etapa: Alocada adolescencia)

NOTA DE LA AUTORA: Aquí estoy de nuevo con otra historia, más concretamente el tercer fic que hice de Bleach hace ya unos cuantos años y que me ha costado muuucho ir retocando para poder subirlo aquí, ya que siempre hay que corregir ortografía, comas y demás...para que la lectura sea agradable.

¡¡AVISOS!!!! Lenguaje y sexo explícito y duro, DRAMA!! (más torturas, violaciones...) esta historia entra dentro de mi categoría drama, fue uno de mis primeras historias con esta temática, así que quedáis advertidos, este no es un fic de humor precisamente, es intenso pero dramático al fin y al cabo.

Este fic lo publiqué en Amor yaoi en Enero del año 2013 y ha sido actualizado para wattpad.

"Arte para seducir"

1-El poder de una estrella (1º Etapa: Alocada adolescencia)

**Renji**

-"Estrella, estrellita fugaz, en esta noche de paz ¿con que luz nos alumbrarás? –

Todas las noches, antes de acostarnos, tarareábamos esa pequeña rima infantil. Todos los niños del centro de menores teníamos la esperanza de que una de esas estrellas que adornaban tan hermosamente el cielo, nos concediera el milagro de tener una familia que nos acogiera y quisiera. Yo no recuerdo cuando fue el primer día que llegué a este lugar. Simplemente mi madre no tuvo fuerzas para criarme ni protegerme, prefería ahogar sus penas en la bebida y las drogas olvidando que yo estaba presente en su vida....

Por eso me encontraron. Me trajeron. Me ultrajaron. Un centro de menores no es como un simple orfanato, yo ya no cumplía la edad permitida para estar allí y la primera experiencia fue desastrosa. Los chicos que vivían antes que yo, se dedicaron a hacerme la vida imposible, no había noche que no estuviera envuelto en una pelea, o que alguna vez me metieran mano insinuándome lo "bonito" que era, o que incluso parecía una mujer por mi cabello rojo largo y mis facciones finas. Aunque todo cambió cuando oficialmente cumplí los trece y otro muchacho vino a vivir con nosotros, aquel que sería mi compañero de gamberradas e intimidación, un tal Grimmjow Jeagerjaques. No me costaba pronunciar su nombre al ser extranjero, ya que había viajado mucho con mi madre por "sus negocios" aunque apenas había pasado tiempo en Japón, lo que me convertía en un alfabeto al no saber leer ni escribir apenas en nuestro idioma. La primera vez que vi a Grimmjow llegar al centro sentí pena por su aspecto. Estaba desnutrido, con las ropas rotas y tenía varios moretones rodeando sus grandes y fieros ojos azules. Él estaba peor que yo, ya que no entendía ni una palabra en japonés, sino que hablaba en inglés con un acento muy marcado. Estaba claro que todos sabían por su apariencia que no era nipón y muchos le despreciaron por eso. Pero a Grimmjow le daba igual lo que el resto opinara de él. Sus padres le habían maltratado desde muy pequeño y estaba acostumbrado a los insultos y golpes, más bien los propinaba él con una fuerza brutal que hasta los cuidadores le tenían miedo.

Por suerte Grimmjow congenió bastante bien conmigo al ver que yo daba muchos problemas en el centro e hicimos un pacto: yo le enseñaba algo de mi pobre vocabulario en japonés y él me enseñaba inglés. Era muy reacio a aprender el idioma y cuando se enfadaba yo no entendía lo que decía a gritos, por lo que nuestros cuidadores decidieron traer a un traductor para que nos ayudase con el idioma. Un hombre que me fascinaría desde el primer momento, pero no es momento de hablar de ello.

Aparte de nosotros, también trajeron a un recién nacido que no podían dejar en un orfanato por falta de sitio. Un pequeño al que habían abandonado o más bien su madre había fallecido al dar a luz y no tenía familia que le cuidase. El pequeño tenía un color de pelo blanco, en punta, y cuando abría los ojos y se sentía observado, nosotros sonreíamos al ver sus grandes ojos azules taladrándonos. Siempre nos las apañábamos para ir a verle a la cuna por la noche y jugar con él mientras estaba despierto. Una de las noches en que Grimmjow y yo estábamos con él, se me vino una ocurrencia a la cabeza.