Parte 17: Humillación

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17-Humillación

**Byakuya**

Ahogo un jadeo de esfuerzo al volver a subir un escalón más sosteniendo el cuerpo de Renji en mis brazos. Maldita sea, como pesa...es más alto que yo ¿Cómo ha crecido tanto en estos años? O yo estoy muy débil o necesito entrenar más, pero entre la herida y la tensión de que nadie nos vea, no me está resultando tarea fácil subirle hasta mi piso. Su sangre cae sobre mi rostro tapándome la visión. Gruño de nuevo tirando de él y veo como alguien agarra a Renji de los pies ayudándome a subirlo. Sonrío con gratitud al ver a tesla al otro extremo y entre los dos conseguimos dejar a Renji en mi dormitorio, tumbado sobre mi futón.

-¿Necesita algo más sensei?-

-No...has hecho demasiado. Vete antes de que te vean, no quiero que tengas problemas-

-Hai. Tenga cuidado-

Me siento en el suelo quitándome la manta mojada de mis hombros y me recojo el pelo en una coleta para que no me moleste rápidamente, para ponerme manos a la obra. Arranco la ropa ensangrentada de Renji dejándole únicamente con la ropa interior y cojo el botiquín para sacar el alcohol y varias gasas. Las humedezco y empiezo a pasarlas por su rostro arrancándole un débil gemido. Sigo mi labor sin detenerme, desechando las gasas cubiertas de sangre, por unas limpias. Maldición....si tiene alguna hemorragia, he de llamar a kurosaki....me giro a mirarle cuando me engancha el brazo con el que le estoy curando y me inclino hacia él al verle mover los labios.

-Bya....kuya....Byakuya....-

-Shh, calma....todo está bien, Renji-

-Eres....real...-

Le miro y asiento en silencio sin responderle verbalmente. Vuelve a caer en la inconsciencia y sigo limpiando su cuerpo fijándome en la gravedad de las heridas. Por suerte es bastante fuerte y consigo vendarle todo lo que puedo dejando al aire los golpes para que haga efecto la pomada que le he aplicado. Me quedo cuidándole durante un par de horas manteniéndome despierto y finalmente me doy cuenta de que me he quedado dormido cuando abro los ojos y me veo tumbado en el suelo con la luz del amanecer entrando por la ventana. Renji sigue descansando en mi futón, pero sus heridas no son tan temibles en aspecto como hace unas horas. Le he tenido que quitar la cantidad de piercings que llevaba, ya que eso también ha facilitado que le desgarraran la piel con los golpes. Pero esos tatuajes...jamás se los había visto. Prácticamente están repartidos por todo su cuerpo, son increíbles, parece una obra de arte...le dejo descansar y decido cancelar mis clases un par de días hasta que vea su evolución. No puedo permitir que Starrk y los demás le vean, porque tengo la certeza de que ellos han tenido algo que ver en esto....y no quiero ni pensarlo, se me revuelve el estómago.

**Renji**

Jadeo de dolor al moverme pero consigo incorporarme sentándome en el futón para mirar a mí alrededor. Este lugar...no le conozco. La habitación en la que me encuentro es muy pequeña y la decoración inexistente. Únicamente hay un armario de madera viejo y una mesilla con libros encima. A mi lado hay una bandeja con medicinas y vendas usadas, más un cuenco de sopa y otro con agua. Tomo los dos de golpe para recuperar fuerzas y consigo levantarme viendo que estoy aseado y vendado, aunque con los calzoncillos puestos. Que frío hace aquí joder no me extraña que tuviera varias mantas por encima del futón...escucho unas toses roncas en otro cuarto y me asomo al pasillo sintiendo la frialdad del suelo en la planta de mis pies. Ando despacio sin hacer ruido y llego hasta una pequeña sala donde, sentado en un sillón con una manta por encima, está mí añorado hermano con una taza humeante en sus manos leyendo un libro. Le miro con los ojos bien abiertos. Está....espléndido. Sigue teniendo la misma cara hermosa que cuando era niño, aunque sus rasgos ahora son más finos y está mucho más delgado, ha crecido y su cabello es tan largo que podría acariciarle y no encontrar fin a sus puntas. Lo que me alarma es que está demasiado pálido y con ojeras surcando sus preciosos ojos azules oscuros. Me arde la sangre de pensar que está viviendo como un vagabundo, abandonado de la civilización. En cuanto nuestros ojos se cruzan, se levanta dejando la taza sobre una mesa y se acerca a mí preocupado. Su voz ahora es más grave pero cargada de sensualismo, haciendo que todas mis terminaciones nerviosas se pongan alerta.

"Arte para seducir"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora