Bromas entre familiares

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Jassie:

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Jassie:

Tres años pasaron, parezco una adolescente de 14 años, algo muy diferente a lo que son mis dos tíos menores. Ambos con siete años cada uno.

En mi opinión son dos dolores de cabeza, aunque hay momentos en que los entiendo y quiero estar con ellos. Volvimos de brasil un año después de que nos fuimos de Forks. 

Papá y mamá necesitaban volver. Trataba de tranquilizarlos, pero no ayudaba en nada. Con la aparición de los neófitos que nunca nos dejaban tranquilos, todo se complicó. 

Extrañaba mi hogar y eso es lo que hizo que comenzara a explorar todo mi alrededor con mi parte lobuna. Recuerdo que hubo una vez en la cual lo hice, me transformé por querer y lo hice con Sebbas. 

El no había cambiado en lo absoluto. Sigue siendo él; juguetón y lindo. Por mi parte si había cambiado, al menos un poco. Esa niña ya no existía más, era ya una adolescente y gracias a ésto mis pensamientos eran diferentes...

Mamá me había inscrito en la escuela con la única condición de que tratara de controlarme al tener una discusión con alguna persona. Llevaba en ella unos meses y me parecía algo inquietante y aburrida.

Aunque tenía tarea prefería ir a la escuela de la reservación de papá. Era más divertida pues aunque daban varias materias iguales a la de Forks, enseñaban las leyendas de la tribu. 

Por otro lado teníamos una pequeña clase de control de nuestros dones. Allí era la mejor. Mi parte vampira me permitía no cortarme el pelo como uno de los primeros miembros de la división de manadas antes de mi nacimiento; Leah Clearwather.

Podía mantener mi pelo largo sin ningún problema. Muchas de estas clases las daban los miembros oficiales de la manada como Sebbas, Seth y papá. Cerca de medio año después de estar en Brasil mamá se dio cuenta de que había comenzado a usar la otra parte de mis dones. Ambos parecieron aceptar que no podían alejarme por mucho tiempo de mi naturaleza peluda.

Adoraba correr tanto en mi forma humana como en mis cuatro patas. En estos tres años perfeccioné mi don y ya era capaz de de relacionar mis emociones con los elementos que podía y sabía controlar.

—¡Jass! — estaba corriendo sin parar por el bosque, riendo. Me encontraba escapando de mi mejor amigo.

Usaba mi don para dejarle pistas falsas sobre el lugar en el que estaba escondida, pero él me había visto practicar muchas veces y ya se sabía el truco de memoria y por lo tanto fue fácil que me encontrara.

—¡Te encontré, pequeña traviesa! —dijo él sorprendiéndome por la espalda — oye, en serio es trampa lo que has hecho con el don...

—No, no lo es. Tu mismo me has visto usarlo y así es como yo quiero jugar... — dije comenzando a reír y a ocultarme entre los árboles.

—No creo que te puedas ocultar muy fácil, te veo y te huelo. Sé donde estás — riendo me seguí escondiendo hasta que sus brazos me atraparon, me liberé rápido y empecé a brincar en los árboles — te caerás si sigues así.

—Nunca podrás atraparme y si lo intentas, en la siguiente clase te dejaré en ridículo...

—No lo harás. Sabes muy bien lo que pasará si lo haces... — en ese punto estaba sentada en la rama de un árbol. 

—Si haces lo que estoy pensando no te hablaré por el resto de tu lobuna vida. 

—Te recuerdo que no soy yo quien no puede pasar un día sin hablarme.

—¡Ja! Como si yo necesitara de ti para vivir.

—Creo que sí me necesitas. Después de todo, puedo oler a tu mamá y no querrás que le diga que no hicistes...

—¡Qué! — giré sobre mi misma y el dulce aroma que desprendía mi mamá me invadió por completo y bajé en menos de tres segundos. 

En casi un minuto ella llegó al lugar en el que estábamos. 

—Hola Nessie

—Hola mamá

—Hola Jass, Sebbas. Iba a cazar y me pregunté si querías ir conmigo Jass, desde hace semanas que no salimos juntas.

—Sí, voy contigo. Quiero estar con otra persona que no me juega bromas. —  dije lanzándole una mirada asesina a mi mejor amigo

—¿Qué ha pasado aquí?

—Nada mamá, solo es él jugando sus cosas... ¡Te odio! Mami ¿Podemos irnos?

—Sí, pero necesito que luego me platiques como te ha ido en las dos escuelas.

—Hecho —  tomé de la mano a mi mamá y luego con la otra mano que me sobraba manejé una pequeña bola de fuego que fue a para en el cabello de mi "mejor amigo". — ¡Adiós Sebbas! 

—Adiós Nessie, Jass...

—Adiós Sebbas... ¡Ah! Y antes de irnos te recomiendo que apagues la llama en tu cabello —  cuando mi mamá dijo eso me alejé corriendo junto a ella.

—¡Qué! ¡Jass, pequeña traviesa! ¡Esta me las pagas! — no dejé de reírme hasta que decidí contestarle

—¡Quiero ver como te vengarás! — fui con mi mamá de cacería, me manché de unas gotas la camisa y luego pude ver que ella estaba impecable y eso me frustraba un poco — mami ¿Por qué siempre tengo que mancharme la camisa?

—Jass, cielo es cuestión de práctica. Pronto lo lograrás sin tener que mancharte.

—Pero ¿Cuándo aprenderé?

—Con la práctica, poco a poco. A tu edad yo me manchaba horrible.

—¡No te lo creo! — le dije sorprendida.

—Me creas o no es cierto, le puedes preguntas a tu papá. Con el tiempo aprendí a morder mejor el cuello de nuestra presa para no mancharme.

—Tengo que aprender.

—Ya lo harás, solo debes practicar y tener paciencia.

La cacería con mi mamá fue divertida y algo emocionante pues no dejé de jugarle algunas bromas. Era mi persona favorita, podía entenderme a la perfección y cuando sabía que algo iba mal sabía calmarme; lo hacía desde que era una niña.  

No sé la hora exacta en que regresamos a casa, pero me alegré de por fin pisar mi hogar... Lo amaba, aunque en ocasiones no fuera tan silencioso como desearía que fuera. Era perfecto, al entrar en el territorio divisé a mi papá en la entrada... Corrí hacia él y me lancé a sus brazos. No me importaba si parecía de niña pequeña, pero lo amaba...

—Hola... — lo abracé fuerte. 

—Te extrañé...

—Yo igual, mamá te hizo hablar mucho ¿verdad? — lo miré y asentí — creo que te podemos dar un día de la escuela de Forks... Pero mañana irás conmigo, me toca cuidar de ustedes dos... — volví a asentir mientras que le jugaba una pequeña broma al hacer que varias raíces se enredaran en sus pies. 

Me alejé hacia donde estaba mamá; cuando él quiso alcanzarme se dio cuenta de lo que había hecho, rompió la raíces con sus pies y luego fue a por mí, anticipó mis movimientos y me atrapó...

—¡Pequeña traviesa ven acá! — me subió sobre sus hombros y allí me senté... Mi mamá solo podía reír y reír. Eso era lo que quería desde que la primera neófita llegó.

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Hola, a todos. Aquí les traigo nuevo capítulo. Lamentablemente mi país está pasando por una situación bastante difícil y no sabemos que pasará mañana, así que trataré de actualizar cada vez más.

Besos
😘😘😘😘
Atte.
Su escritora

Hielo/FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora