Asuntos Pendientes

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Jassie: 

Sinceramente podía decir que la semana más caótica había acabado. El fin de semana llegó y lo agradecí un montón. Tenía mucho de qué ocuparme —más de un billón de cosas a la vez— pero aunque tuviera mucho, pero mucho qué hacer no iba a olvidarme de una cosa. 

Debía organizar mi vida entera. 

Estaba segura de que lo haría. Debía pensar en qué haría después de la preparatoria y más que todo en mis emociones. Quería que ese fin de semana fuera el momento que en serio necesitaba para poder dar un respiro de todo lo que se me avecinaba y me atormentaba. 

A todo lo que debía hacer lo había escrito en una lista; le  había dado el nombre asuntos pendientes. Repasaba la lista cuando alguien tocó mi puerta...

—¿Todo bien nena? — era mi mamá.

—Sí, eso creo. ¿Por qué preguntas, mami?

—Solo es que Sebbas tiene  como media hora allá abajo, esperándote.

—¿Está aquí?

—¡Valla! ¿En qué estarás tan metida que no lo sabías?

—Hice una lista anoche de unos asuntos que quiero hacer y la estoy repasando...

—¿Y por casualidad algunos de esos asuntos incluye pasar tiempo conmigo?

—Sí. Quiero relajarme antes de que todo vuelva, el lunes.

—Te entiendo. Cuando tenía tu edad en ocasiones ni yo misma me soportaba. Sé que todo esto de la escuela puede ser muy agobiador.

—Jajaja... ¡Mamá eras una excelente alumna! ¿Te sentías presionada cuando asistías?

—Puede sorprenderte, aunque sí, siempre fui de muy buenas notas... En ocasiones sentía que ya no podía con todo.

—No te creo. — de veras no le iba a creer. Sabía que mi mamá fue en su tiempo un excelente alumna por lo tanto se me hacía difícil creerle que se sintiera agobiada en ocasiones por la escuela.

—Si no me quieres creer, te lo puedo mostrar. — dijo ella extendiendo su mano. La tomé y la coloqué en mi mejilla...

Los recuerdos de mi mamá me invadieron la mente. Ahora veía que tenía razón.

—¿Ves? — me preguntó ella cuando todo terminó. La verdad... Esto era lo que quería hacer con ella.

Tener un momento en el cual sólo ella y yo compartiéramos lo que decían nuestros dones.

Gracias a ella me sentía más relajada. Para demostrarlo hice un truco que no hacía hace mucho. Realicé una muñeca con el viento y un poco de tierra.
Pasamos unos minutos jugando con nuestros dones...

—¡Oigan, llevamos un buen tiempo esperando allá abajo! —mi papá se hizo notar en mi habitación.

—Allí íbamos papá... — dije riendo.

—¿Qué hacían? — mi mamá  y yo nos miramos — vamos, díganme.

Ambas estallamos en risas...

—¿Qué?

—Lo, siento Jake... Pero no te podemos decir.

—¿Es en serio?

—Sí, es en serio papá... — dije riendo.

—Ambas saben que lo voy a averiguar... Y tú más que nadie Ness...  — mi papá era de naturaleza juguetona, pero sabía oler cuando se avecinaba otro tipo de olores...

Hielo/FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora