Deberes y Frustraciones

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Jassie:

Mi día de diversión se había acabado. Mis padres estaban felices y eso era lo que quería lograr desde hace dos años que volvimos a Forks. Regresé a mi cuarto en cuanto terminamos de reír y de caminar.

No extrañaba para nada el lugar. Había libros y útiles escolares tirados por todos lados, la verdad tenía una tarea de literatura y no podía concentrarme en ella; se trataba de escribir un guión teatral para luego ser representado, pero a mí no me salía nada más que no fuera mi parte lobuna.

Así que decidí escribirlo de ello. Gracias a que había heredado el don de crecimiento acelerado de mi mamá, no crecí de la manera en la cual niños como mis tíos menores lo hicieron. Ni como muchos de mis compañeros de la escuela normal lo hicieron.

Crecí siendo más madura que los demás en un tiempo récord. Desarrollé mi don vampírico en cuestión de dos o tres meses después de mi nacimiento. Nunca quise que me narraran un cuento para niños, siempre tuve ese gusto de mi mamá de lecturas más maduras.

Sabía que esos compañeros no les gustaría lo que escribí; pero era lo único que tenía en mente. Ese trabajo lo entregaría el día jueves, pues mañana era miércoles y mi papá quería pasar tiempo conmigo en la escuela de la reserva.

Aprendía las cosas rápido. Me encantaba la escuela de la reservación pero me abstenía de ir muy a menudo por la escuela de Forks. En ocasiones era algo agotador que te hicieran estudiar el doble, pero valía la pena, pues tenía por ratos a un profesor increíble.

Me hacía reír y entender cosas que los profesores nos ponían para hacernos la vida cuadritos dentro de los exámenes. Y era mi mejor amigo.

Sebbas, había estudiado allí casi toda su vida la verdad. No cursó el último año por su transformación, pero sabía cosas que yo no y eso me ayudó bastante...

Frustrada en mi habitación frente al monitor al no saber como poner el final del guión, me tiré en la cama y comencé a manejar un poco el fuego, me ayudaba a descargar mis emociones...

Hace ya un año mi abuela me regaló un pequeño salón fuera de mi casa, en la cima de un árbol en el cual podía utilizar mi don sin impedimento. Podía desatarme sin ningún problema y nadie me iba a detener en ese momento.

Solo quería soltarme y dejar salir toda mi frustración.

Lo hice por unos cinco o diez minutos cuando escuché su voz.

—¡Vaya! ¿Terminastes?

—¿Qué haces aquí?

—De algún modo sabía que necesitarías una compañía. ¿Puedo subir o tu bajas?

—Yo bajo, no quiero que veas el desastre que causé.

—Subo... Lo que acabas de decir me dice, valga la redundancia; que necesitas alguien que te escuche.

—No... Yo bajo, en serio.

—¿Cómo subes a ese lugar? No le encuentro lugar alguno por donde podrías subir.

—Ya te dije bajo yo. No puedes entrar, sabes muy bien lo que la abuela dijo al darme este sitio...

—Lo sé, pero no me agrada la idea de hacerle caso ¿Y a ti?

—Está bien — dije ya resignada, pues no se rendiría hasta que le dijera que sí — a tu derecha está una soga. Úsala y luego salta.

Mi amigo lo hizo bien para ser su primera vez en la entrada de mi fuerte. Tuve que practicar con mi mamá al menos dos meses enteros los saltos desde mi ventana para poder llegar a ser una experta y él lo hacía bien con tan solo ser la primera vez...

Eso me molestó un poco y le jugué una mala broma y para su felicidad no pudo salirme... Le fulminé con la mirada y luego descargué mi furia contra la pared sin decir una palabra a mi nuevo acompañante.

—¿Lista para hablar?

—Hagamos algo mejor ¿Quieres apartarte de esa pared?

—¿Qué harás? — sentí mis ojos cambiar del color ámbar de siempre a uno café como los de mi padre.

—¡Solo aléjate! — no se que pasó, pero creo que eso le dio miedo y comenzó a retroceder hasta la entrada...

—Entiendo, no estás lista para hablar... — iba a bajar cuando le detuve, la verdad si quería hablar, pero estaba frustrada por todo.

—¡No! Quédate, la verdad si necesito hablar con alguien o me voy a volver loca.

—Bien, te escucho...

—Es simplemente toda la presión que tengo encima, gracias al colegio de Forks. Se supone que debía escribir un guión teatral para luego ser representado; lo hice, pero justo en el final me quedé trancada y ya no sé que más escribir... Lo otro es que no puedo creer que no te haya tomado dos meses como a mí aprender a llegar hasta aquí. ¡Es horrible siempre tener que ser la que le lleve más tiempo aprender!

—¿Entonces una parte es por mi? — dijo haciéndose el dolido

—No me estás ayudando...

—Oye tranquila, pequeña. Todo tiene solución... Con lo que te molestó de que viniera, no te preocupes... ¿Sabes las motos de la reservación? — asentí — tuve que pasar siete meses con tu tío de cariño Seth para aprender a montarlas bien. Te he visto subir y esa imagen se me vino a la cabeza cuando salté. No lo hice con la intención de molestarte, solo quería venir a ver como estabas...

—Lo sé, no te preocupes. Reaccioné así para desquitarme de todo lo que sentía por la obra...

—Tranquila... Pequeña traviesa. ¿Quieres contarme un poco de que se trata?

—Bueno, no podía escribir de otra cosa que no fuera mi parte lobuna, así que la historia se centra en mi y en todos lo cambios que he sufrido. La protagonista tiene que salvar a todos los seres que más ama, pero debe tomar una decisión; o morir o ser la víctima del malo, fingiendo que no hará nada para salvar el día.

—Te contaré algo. Hace ya varios años vivía como un humano con mis padres adoptivos. Mi papá no podía mantenerse dos años en el mismo empleo, nunca llegué a saber por qué. Pero lo que si sé es que tuve que mudarme cerca de unas 20 veces, hasta que llegué a este lugar... Recuerdo que mi primera vez aquí no fue de la mejores, pero con el tiempo pude conocer a muchas personas que me ayudaron... Conocí a una mujer y me enamoré de forma inmediata. Ella por supuesto eligió a otro, pero llegó una vez en la cual tuvo que escoger entre morir o ser la heroína y agarró ambas. Al principio estaba indecisa, pero logró ser la heroína.
Lo hizo dos veces, la primera para salvar a su familia, padres, hermanos y a los dos hombres que más quería. La segunda vez fue para asegurarse de que el futuro de su pequeña hija de lindos ojos cafés y ámbar fuera el mejor de los futuros del universo.

Al contarme esa historia, supe quien había sido la protagonista. Mamá... Después de pensar unos segundo supe como terminar el guión teatral. Bajé de mi escondite, busqué la computadora y subí de nuevo.

—¿Qué haces? — no le contesté por que mis manos de forma inmediata comenzaron a moverse tecleando todo lo que tenía en mente. La terminé y luego la mandé a imprimir desde donde estaba. — ¿No vas a responderme, pequeña?

Solo pude mirarlo, me levanté y le besé la mejilla.

—¡Gracias, gracias! De verdad gracias, no sé como la hubiera terminado de no a ser por ti... — le besé la mejilla de nuevo — ¡Gracias, tienes mi gratitud por toda tu lobuna vida! — hice que se riera al decir eso...

La verdad, su historia me había ayudado y le iba a agradecer por siempre... Gracias a él mi guión ya tenía nombre y en honor, le puse escuela diecinueve, por las veces en las que cree que se ha mudado.

Jane:

Por tres años perdimos a los Cullen, pero ya era momento de que retomáramos las cosas... Ellos casi asesinan a uno de los nuestros y eso lo pagarían caro. Había mandado a unos cuatro vampiros a vigilarlos en Forks, y no volverían sin tener noticias.

Prepárense por que allá vamos y les juro que lamentarán no haber muerto antes.

...

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Hielo/FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora