Capítulo 2

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—Señor, los papeles ya están en orden.

—Waoh, ¿En serio lo compraste? Eso es retorcido, hombre.

—Namjoon. —pronunció con dureza, quitándose su máscara al igual que los dos contrarios.

—Yoongi, ese pequeño podría ser la cosa más rara al ser el único tritón sobreviviente, pero es un ser vivo, no un objeto inanimado de los que coleccionas —enfrentó sin temer, si había alguien que nunca temía decir lo que pensaba, ese era Namjoon.

Aunque al hombre al que expresaba dichos pensamientos fuera a Yoongi, el vampiro más poderoso que había conocido hasta ahora.

—Tus opiniones y pensamientos no me interesan —le observo de manera distante y despectiva—. Él es mío y me lo llevaré.

El hombre lobo negó con su cabeza, imaginando los problemas que esto le traería.

—Señor, no contamos con el equipamiento necesario para trasladar su nueva colección en este momento ¿Qué desea hacer?

—Consigue lo que necesites para llevarlo hoy mismo a mi propiedad, sin importar el costo o amenazas. También llama para que preparen todo para cuando lleguemos —ordenó subiéndose a su limusina blindada.

—Como ordene, mi señor —hizo una reverencia y desapareció.

Namjoon se subió a su amada motocicleta y en seguida sus centinelas lo siguieron. Mientras la limusina partía, los hombres lobos la rodearon mientras avanzaban.

(***)

Jimin estiró sus brazos sobre su cabeza y sacudió su cuerpo. Debajo de él no estaba la siempre cómoda y suave arena. Había algo duro y frío a lo cual no estaba acostumbrado, pero al menos si estaba recostado.

Abrió sus bellos ojos y notó que había algo que obstruía el cielo nuevamente, era como otra pared, un techo. Juntó sus cejas y se levantó sobre sus manos.

Sus rellenos belfos formaron una pequeña y perfecta "o" Mientras observaba a su alrededor.

Ya no estaba en esa incómoda caja de vidrio que apenas le permitía doblarse. Ahora estaba en una mucho más espaciosa, grande. Alzó su cabeza y comenzó a subir para ver que tan alta era.

Sorprendentemente, su cabeza salió del agua salada. Su cola estaba algo doblada así que no era muy alta, solo ancha.

Lentamente sacó sus manos y las apoyó en el borde. Sus ojos observaban con inocente curiosidad a su alrededor.

Estaba en otro lugar encerrado, solo que las paredes no eran transparentes, eran gruesas. Aunque en la pared de su izquierda había un rectangular pequeño algo alejado como para poder apreciarlo más detalladamente, tal vez era una puerta.

La habitación estaba a oscuras pero Jimin podía ver perfectamente a través de ella, estaba acostumbrado por la zona en la que vivía, aquella densa oscuridad era absoluta. Cuando no encontraba su cueva usaba la luz que desprendía su larga cola, aunque no siempre lo usaba ya que aquello atraía a tiburones con dientes grandes y filosos.

En aquella habitación, había varios objetos que el pequeño tritón no lograba entender qué eran o qué uso tenían.

Luego de fisgonear un poco más volvió al agua, el agua era lo único que le quedaba de su antiguo hogar. Lo extrañaba tanto, tenía tanto miedo de lo que le iba a pasar de ahora en adelante. Quería llorar, pero no debía, su abuelo le había enseñado a no llorar por más difícil que sea la situación.

Se acurruco en lo más profundo de su nueva jaula y espero en silencio que algo sucediera, si de algo estaba aliviado, era de que no estaba en ese horrible lugar.

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