CAPÍTULO VII primera parte

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  — ¿Ahora sí vas a decirme por qué decidiste ayudarme? —preguntó Valentina rompiendo el silencio que ambas habían formado.

Resultaba demasiado sospechoso que una completa desconocida la ayudara por lo que debía preguntar.

Ángela le sonrió enseguida.

—Ya te lo dije, me recuerdas a mi hermana, puedo ver en tus ojos la repugnancia por ellos y las ganas que tienes de salir corriendo de aquí, pero también puedo ver un corazón bueno y tu tienes el tuyo, aunque tu misma lo dudes —añadió tras ver la mueca de ella—. Vamos a ayudarte Valentina, pero tienes que saber que antes de salir tendrá que pasar un buen tiempo para que se olviden de ti.

—¿Van a ayudarme? ¿Tú y quien más? preguntó recelosa pero Ángela no tuvo que responder pues la persona de la que hablaban justamente estaba entrando en la casa.

Valentina se quedó fría al ver ese par de ojos gatunos además del tatuaje que llevaban todos los de su especie lo que le dictaba que los nuevas especies la habían encontrado.

—¡No pierdas la calma! Él es Damien, no va a delatarte es mi... amigo.

Este gruñó sin embargo no miró a ninguna de las dos.

—Eso no me dice mucho.

Enseguida Ángela rió.

—Tu confía en mi, nadie te encontrará.

Ella miró dudosa a la rubia para después volver a preguntar.

—¿Qué quieres a cambio?

—Solo tu bienestar.

*

Los meses pasaron pero Valentina cada vez se sentía peor.

Nada de lo que había hecho en su vida estaba bien sin embargo la culpa por lo que le había hecho a su hermana la consumía, sumándole que el encierro la estaba volviendo loca.

Durante ese tiempo en casa de Angie ambas se habían hecho muy amigas, Ángela le había contado su historia y lo mal que se sentía porque su hermana se había sentido traicionada por ella y aún después de mucho tiempo no sabía como remediarlo.

A Damien por su parte ya sabía como tratarlo, el chico era taciturnos y a duras penas lo haía hablar, era otro caso con Ángela con quien siempre se mostraba atento y protector.

Según ella no tenían nada pero Valentina sabía que entre ambos había una historia que su única amiga aún no estaba lista por contar.

Esa mañana ninguno de los dos estaban en casa, Angie se había esforzado muchísimo porque Valentina no jusgara a todos los nuevas especies por el daño que le habían causado a ella, alegó que los que se encontraban ahí nunca la lastimarían.

En el momento no lo había creído para nada pero tras conocer a Damien decidió darles una oportunidad.

Una idea loca cruzó por su mente, ¿Tan mal estaría dejar la soledad de su habitación y caminar un rato por un sitio alejado? Obviamente cubriría su cabeza, Angie tenía un hiyab así que fue en su búsqueda y se lo colocó.

Rápidamente salió de la casa y emprendió su camino.

—¿Cuánto tiempo pasaré aquí? —se preguntó a si misma sentándose en un tronco caído frente al río.

El lugar estaba completamente vacío por lo que se permitió respirar tranquila y colocar el hiyab sobre sus piernas.

Detestaba estar escondida pero tenía miedo.

En primer lugar del rechazo de Callista cuando volviera a verla.

Y en segundo lugar de lo que podrían llegarle hacer cuando la encontraran.

Sus ojos brillaron de terror puro sin embargo todos los pensamientos que cruzaron por su mente se borraron de golpe cuando una fuerte mano masculina apretó su brazo haciéndola levantar de un tirón para después estampar su pecho contra otro.

Sin aliento levantó su mirada para encontrándose con un par de ojos que la observaban incrédulos detrás de esas pestañas oscuras.

Ese par de pupilas le eran conocidas.

Sus ojos comenzaron a lagrimear inevitablemente.

Entonces pronunció el nombre que creía jamás volvería a murmurar:

—340.

Y un gruñido sumamente posesivo retumbó de su pecho.

La segunda parte la estaré publicando el domingo, gracias por leer♥

Blaze (5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora