Capítulo III

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Angustiada por la magnitud de su beso apoyó sus manos en el pecho caliente de él para alejarlo.  

—¡¿Qué esperas para matarme?! 

Él la miró en silencio don una intensidad abrumadora para luego comenzar a acercarse lentamente. 

  —¿Quién ha dicho que voy a matarte?

El suave susurro la inquietó como si 340 la hubiera amenazado en lugar de hablarle con dulzura.

—¿Entonces qué piensas hacer conmigo? ¡Debes matarme o te irá peor! — gruñó ella fuera de sí.

No obstante 340 se encogió en hombros.

—Con tal de tenerte me da igual lo que  suceda después, pero primero...

A Valentina se le hizo un nudo en la garganta cuando lo vio sacar a Eric de la celda y volver a entrar a ella con sus ojos deleitandose con su piel desnuda.

  —No me toques bestia —soltó cuando vio sus intenciones.

  —No es lo que has dicho hace un rato  —dijo él sonriendo.

Entonces más rápido de lo que pensó 340 la hizo chocar contra su pecho con su mano tomó la parte trasera de su cuello besándola con pasión, ante aquel gesto inesperado Valentina jadeó y él aprovechó para introducir su lengua en su húmeda cavidad.

Atontada por todo lo que estaba sintiendo ella le correspondió el beso e incluso sus manos se aferraron a su cuello, con un gruñido de aprobación 340 tomó sus piernas y las hizo rodear su cintura haciendo inevitable que sus sexos se rosaran.

  —Basta, bájame, si tu no me matas mi padre lo hará y será mucho más doloroso, lo sé.

340 la miró con el ceño fruncido y la apretó más contra sí mismo.

  —Voy a protegerte.

 —No puedes.

Si prestarle atención a sus palabras volvió a besarla pero no duró demasiado pues su boca esta vez buscó sus senos, lamiéndolos y chupándolos a su antojo con el propósito de borrar lo que Eric había hecho, de ahí se dedicó a besar todo su cuerpo  hasta que finalmente llegó hasta su centro húmedo, 340 alzó la cabeza buscando ver sus ojos mirarlo con deleite pero la encontró con los parpados apretados, la boca levemente abierta y respirando con dificultad.

340 nunca había visto nada más precioso pero fue mejor cuando lamió su botón sensible y ella de inmediato se aferró a su largo cabello pidiendo por más. 

No evitó la sonrisa que vino después además de la satisfacción de tenerla donde estaba, donde siempre la había querido tener, debajo de él, siendo suya.

  —Dios, si, me gusta —gimió ella sin poder frenarse al sentir la caliente lengua de 340 en lo más profundo de su ser.

Irremediablemente se movió contra ella tras pedir lo que tanto anhelaba en esos momentos.

 —Tómame ahora 340, ahora que no es tarde, ahora que no hay nadie.

Que pueda dañarnos.

Pero eso no lo dijo en voz alta.

Estaba casi segura que cuando su padre se enterara de que habían matado a Eric por su culpa él mismo la haría sufrir.

340 hizo lo que le pidió, se levantó para posicionarse entre sus piernas y embestirla de una vez por todas ocasionando que ambos gimieran al unísono.

Valentina abrazó su cintura con sus piernas mientras aferraba sus brazos a su cuello.

340 se movía sobre ella con fuerza dentro y fuera, eso era lo que había querido por tanto tiempo y ahora que la tenía entre sus brazos no iba a dejarla ir con facilidad.

  —Mía —Gruñó cerca de su oreja entonces ambos llegaron al climax demoledor que los dejó jadeantes.

Él se corrió en su interior mientras que Valentina lo sentía cada vez más grande, enseguida  340 la abrazó y ambos se quedaron en un silencio cómodo hasta que ella sintió que ya podían soltarse.

 —Me estás aplastando, déjame levantar.

Pero él no la soltó sino que hizo que giraran dejándola a ella sobre su pecho, un poco irritada lo miró.

  —Venga 340, necesito ir al baño, ya volveré.

Se removió sin embargo él la hizo caer sobre su pecho otra vez.

 —Prométeme que volverás.

Incómoda lo miró por la intimidad que dictaban esas palabras.

—Lo prometo.

Cuando se dio la vuelta para salir de la celda dio un respingo al ver el cadáver de Eric en la puerta y el miedo la azotó otra vez, su padre la mataría pero antes la haría sufrir como nunca... a menos que hiciera algo.

Pronto sintió la mano de 340 y se sobresaltó pero no se volvió a verlo.

  —No tengas miedo, voy a protegerte.

Si, claro.  

  —Volveré pronto.

Salió enseguida con el corazón agitado.

*

Valentina caminó estrujándose las manos por toda la habitación, las alarmas habían comenzado a sonar lo que significaba que ya habían descubierto el cadáver de Eric, en resumen, faltaba poco para que el sufrimiento comenzara.

No si le hecho la culpa a 340.

Después de todo él había sido su asesino...

  —Mierda — gimió horrorizada—, las cámaras.    

Había planeado culparlo de absolutamente todo pero se había olvidado del detalle de las cámaras.

Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro y su corazón se aceleró cuando la puerta se abrió mostrando las fracciones furiosas de su padre.

Él corrió a tomar su brazo con fuerza antes de soltar un fuerte golpe en su cara haciéndola caer al suelo. 

  —Papá...

— ¡Tú, maldita perra! ¡Eres igual a tu madre, por eso estás aquí! — la agarró por el pelo haciéndola chillar—, ¡Callista es diferente por eso morirás siendo la puta de estas bestias! 

Haló su pelo con fuerza haciéndola levantar.

 —¡Papá...!

—¡Eres una puta y pagarás por esto!

Valentina comenzó a chillar por el dolor además de que sabía perfectamente donde la llevaba él, a la celda de las especies más bestiales.

— ¡Por favor papá! ¡Yo no fui, fue ese perro, lo juro!

Pero él no la escuchó, abrió la celda y la empujó ocasionando que cayera al suelo a la celda de 469 y 277.

— ¡Papá,  no!  ¡Papá! —sollozó.

Pero era demasiado tarde, él ya se había ido dejándola con ellos.

  —Hola, pequeño ángel, bienvenida a la fiesta.

ESPERO LES HAYA GUSTADO EL CAPÍTULO♥.








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