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Hacia tiempo que parte de su rutina era sentir las lágrimas caer por sus mejillas, apretar los ojos con fuerza y suspirar sintiendo ese ardor en su garganta, ese ardor que no lo dejaba pensar sin que acabara en un frenesí constante. Todo era como un colapso emocional para el magnate millonario. Tal vez su vida había estado llena de errores, había perdido amigos, gente a la que realmente amó –empezando por sus padres- y por su culpa incluso a quien considera su hermano ahora este sin movilidad de la cintura para abajo, en esos momentos pensaba que los pensamientos punzantes de los demás eran reales, era su culpa.

Él firmó el tratado, él atacó al amigo de su pareja, él llevó a Peter al aeropuerto, puso en riesgo su vida, joder, ¿Alguna vez había hecho algo bien?

Por un momento dejó la botella de vodka que le hizo compañía en esa mañana vacía, tenía que levantarse y limpiar sus lágrimas, debía de darle la mejor cara a su pequeño adolecente amigo. Debía, ¿no? Fue a su habitación y por medio de FRIDAY ordenó que las salas y áreas comunes fueran limpiadas y organizadas mientras se bañaba y alistaba para recibir al chico arácnido.

—FRIDAY, nena, me avisas cuando Peter esté aquí.

Fue su última orden antes de poco a poco desvanecer la ropa de su cuerpo, una a una las prendas cayeron al suelo, se vio frente al gran espejo que había en el baño, torció la boca para sí mismo y acaricio con delicadeza las ajora cicatrices que había dejado el capitán. Mordió su labio y entró a la tina frente a él, el efecto del alcohol hizo lo suyo y lo durmió momentáneamente.

—¿Por qué me mentiste? ¡Sólo dime la razón!

—Tony, él es mi amigo.

—Y.... ¿yo qué? -dijo ya con la voz rota-.

Nada, no hubo respuesta, sólo vio al hombre que más llegó a amar atacándolo.

—Señor el joven Parker está afuera.

Abrió los ojos con pesadez, a lo lejos escuchó la notificación; vio a sus lados y se levantó para enredar una toalla en su cintura, se dirigió a cambiarse para verse formal o lo más cercano posible.

—Déjalo pasar, enseguida iré.

Por el otro lado, el adolescente ya lo esperaba en la sala sentado, tomaba de una de las bebidas que había traído consigo, le gustaba mucho visitar al genio, lo hacia sentirse completo pues, aunque jamás se lo diría por pena, lo veía como una figura paterna; lo escuchó entrar a la sala y se levantó enérgicamente para saludarlo.

—Buenas tardes señor Stark, hoy fue un día grandioso, tuve la mejor nota en ciencias y además pude evitar dos robos...oh, por cierto, el concurso de física será la semana que viene, espero que usted pueda estar conmigo.

El mayor lo vio con orgullo y le acaricio el cabello para saludarlo más cálidamente. Ese niño se había vuelto una gran parte de su vida.

—Claro que estaré contigo mocoso, eso no se duda y de igual manera felicidades por tus logros. Me alegra que hayas encontrado a quien está bajo la máscara.

—No lo he logrado solo, usted tuvo mucho que ver con eso señor Stark.

Se acercó a abrazarlo, fue correspondido y sintió en su corazón esa calidez de la que solo un padre te puede brindar. Con sus mejillas carmesí bajo sutilmente la mirada y sintió dulcemente.

—Señor Stark, lo quiero.

—También te quiero, Peter.

Gracias a Peter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora