Juego con el destino.

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Siempre amé el sonido de los dados en la mesa, me gustaba el ruido de las fichas corriendo de un postor a otro. Disfrutaba ver como los ojos del ganador brillaban de una manera indescriptible pero, a su vez, me sentía un poco apenado por los tristes y opacos ojos del perdedor.

Todas las semanas ponía mi suerte a prueba en las cartas, ruletas, máquinas tragamonedas y tantos otros juegos de azar. Mi vida era normal, no era un vicioso pero tampoco me consideraba una especie de primerizo en el mundo de las apuestas.

Me hice conocido poco a poco y mi nombre se fue escuchando cada vez más y más fuerte en la ciudad. Pero como todo apostador, llegó un momento en el que lo perdí todo. Perdí mi vida, mis amigos e incluso llegue a perder mi identidad.

En los próximos cinco minutos voy as contarte el juego que lo destruyó todo.

Todo apostador sueña con poner su vida en la mesa en algún momento. Otros, simplemente gustan de la sensación de ganar esporádicamente pero sin marcar la diferencia. Algunos comoyo, buscamos apostarle algo al destino.

Recuerdo que me había dormido, había llegado del casino. Me duché, comí y me acosté. Estaba muy sensible por aquella noche de juegos, había ganado todo y me creía el rey de todo en ese momento. Si tuviese que definir como me sentía probablemente, te diría como un dios.

Durante mi común sueño de todos los días, se presentó un sujeto igual a mí. Tenía mi mismo traje, mi misma expresión e incluso traía el mismo olor a perfume barato que me había puesto esa noche. Me habló y dijo: "Oí, que querías apostar contra el destino. Te conozco como la palma de mi mano, somos la misma persona. ¿Quieres jugar una partida de brisca?"

"Es un sueño" me dije a mi mismo. "Nada de lo que pasará podrá afectarme". O eso pensé.

De forma muy complaciente dije: "Claro, no tengo problemas en jugar a eso, es mi juego favorito. ¿Qué vamos a apostar?". La respuesta no tardó en llegar, me miró a los ojos y dijo, mirándome fijamente a los ojos y con una leve sonrisa en sus labios: "El destino".

Nos sentamos alrededor de una mesa, el olor que tenía se asemejaba al roble o quizás, al castaño. De manera muy amable, me ofreció algo para beber, desde luego, como se trataba de un sueño podía elegir entre cualquier cosa para beber. sin pensarlo mucho, elegí un poco de whisky, se veía bastante intenso de partida y un aroma muy peculiar. En una mano sostenía el vaso mientras que en la otra, sostenía las diez cartas en forma de abanico.

A medida que avanzaba el juego noté pequeños detalles en la cara de los naipes distintivos tales como: el rey, el caballo y la sota. Estos detalles correspondían a que estaban cambiadas por personas que yo conocía. No logro recordar mucho de quienes eran las caras pero solo sé que en ese momento me sentí muy incomodo al verlas. Lo que llamó mas la atención fue una carta en especial, el numero uno de oro, tenía una cara que la reconocería en cualquier lado, era la cara de aquella mujer que amo, de aquella mujer... Sin darle mayor importancia seguí con la partida.

"Mala suerte la mia." dijo al perder la primera ronda.

Miré nuevamente las cartas que se repartieron y tenía una mano espectacular. En este juego es primordial llevarse la mayor cantidad de unos y de tres, cada uno de ellos vale 10 puntos. Los caballos, reyes y sotas son de alta importancia para lograr desempatar juegos o incluso ganarlos en una situacion desventajosa. Cuando tienes un rey y un caballo en la mano que es de la misma "pinta", al golpear la mesa, obtienes veinte puntos. En caso de que sea de la "pinta" del triunfo, que es una carta que se da vuelta al comienzo del juego, este vale cuarenta puntos.

En esa ronda tenía el rey y el caballo de espadas. En ese momento vi claramente que las caras de ellos eran la de mi padre y mi hermano. Me sentí un poco impactado porque, yo había perdido todo tipo de relación con ellos y me parecía raro que en vez de otras personas que en estos momentos son mas cercanos a mi, salgan ellos pero, antes de decir cualquier cosa, exclamó: "Este juego puede cambiar tu vida, Jack. Espero que no tomes a la ligera, no porque sea un sueño significa que puedes jugar a tontas y a locas." Una vez más, ignoré lo que dijo, era un sueño. En la segunda tanda de cartas, obtuve otro veinte. Sin mayor esfuerzo, gané nuevamente.

Se repartieron las cartas nuevamente y como si fuese por arte de magia, mi mano era perfecta. Volví a ganar.

El marcador se encontraba tres a cero, nunca antes había tenido tanta suerte en la brisca.

-"¿Sabes? La vida no es tan fácil, Jack. A veces las victorias que parecen más seguras, se convierten en las derrotas más amargas de nuestras vidas." Lo volví a ignorar.

Comenzó la cuarta ronda, perdí.

Comenzó la quinta ronda, perdí.

Comenzó la sexta ronda, volví a perder.

La septima ronda llegó. Podía sentir como un frío sudor caía por mi cuello. Tomé las cartas, las miré y no era nada del otro mundo, no era mala pero, tampoco era buena. Tanto él como yo nos llevamos los unos y tres que teníamos en mano.

No logro recordar si era espadas o basto el triunfo que estaba dado vuelta en la mesa, no logro recordar también cual era mi expresion al momento en que vi mi mano ni tampoco sé la expresión que él puso mientras recogía mis cartas.

En mi mano, tenía el uno de oro. En pocas palabras, la sostenía a ella. En la pasada de cartas anterior salieron todos los oros, es decir, debía guardarla hasta el final.

-"¿Sabes? Aquella bella dama que tienes en tu mano, no la tendrás por siempre, Jack. ¿Sabes por qué te gusta tanto el naipe español? porque el único numero uno que tiene una cara es el de oro. Para ti, ella es como sacarse la lotería cada día. Dime, ¿Qué se siente saber que vas a perderla en esta ronda?"

Nunca antes en mi vida había sentido tanto termor como después de escucharlo. Esta vez, no pude omitir lo que me decía, tenía toda la razón. Mi mano tembló y con ello, el vaso de delicioso whisky cayó súbitamente.

Pasó lo que tenía que pasar, Perdí.

-"Deja que te explique, Jack. En los tres primeros juegos, estaba destinado a que ganaras cada uno de los encuentros. Cada veinte y cuarenta que lograste llevarte son aquellas cosas que ganaste pero, no todo es ganacia para tí, querido amigo. En esta última ronda, todo lo que perdiste, lo perdiste para siempre." No supe que decir.

Desperté de aquel sueño que tuve, claramente, fue una pesadilla al final. Sonó mi teléfono, no era la alarma, era una llamada. Contesté sin mirar quien era, tengo el mal habito de hacerlo.

-"¿Alo? ¿Quién habla?"

-"Hijo, ¿vamos a salir como habíamos acordado?"

No podía creerlo, era mi padre. Las únicas salidas eran con y mi hermano, es decir, que aquella apuesta que hice no fue un sueño, fue real. Quiere decir que ella...

Tomé mi celular, marqué su numero. No contesta... ¡No contesta!... por favor, dime que estás ahí...

-"¿Alo? ¡¿Kim?! ¡¿Eres tú?!"

-"Lo siento señor, número equivocado."



Historias cortas vol.2Where stories live. Discover now