El tren.

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El tren avanzaba.

Trato de evitar el auto, me estresa bastante estar preocupado constantemente de mis alrededores, lo único que busco es poder mirar hacia afuera un momento, pensar y beber algo.

Era bastante tarde y el bar ya había cerrado, el mesero me pidió que una vez terminado mi vaso lo dejara ahi y el lo recogería por la mañana, así lo hice.

Fui al vagón en donde hay una especie de sala.

Muy poca gente anda en tren estos días, la mayoría prefiere los aviones, buses o ir en sus propios autos. A diferencia de todos ellos, prefiero sentir el roce de los rieles con las ruedas de la locomotora.

Me senté en aquellos sillones tan acogedores y suaves, el terciopelo es el material que más adoro junto al cuero.

Como siempre dejan este vagon con las ventanas abiertas asi puede entrar el olor de los bosques y ríos aledaños a la ruta del tren.

Son las dos de la mañana y no hay nadie en pie o al menos eso era lo que creía.

Se abrió la puerta del vagon y entró una chica. La había visto varias veces en este mismo recorrido de tren, era hermosa.

Se sentó en el sillón que estaba frente al mio, no era una separación muy grande, podía escuchar el sonido de su respiración.

El silencio rotundo entre ámbos personajes comenzó a hacer que cada detalle fuera magnificado. La luz de la luna en ese momento hacía que no fuese necesario que se prendieran las luces y daba aquel característico color de luz blanca pero con tonos de azul que se genera.

La chica vestía ropa casual, el chico como acostumbraba siempre vestía un pantalón y una polera de mangas cortas.

Lo había visto varias veces, siempre contemplo como ve las cosas, le presta mucha importancia a cada cosa que pasa frente él. Tomo el tren para poder pensar y creo que el tambien lo hace pero, él es mucho más profundo y se conecta aún más consigo mismo, tengo curiosidad por hablar con el.

Me está mirando, su mirada la puedo sentir perfectamente ¿La estaré molestando? ¿Estaré perturbando su momento a solas? No debo pensarlo tanto.

El joven miró a la chica y no pudo evitar sentir un profundo latido en su pesado y turbio corazón, en su distorsionada e ingenua mente.

Sentí el impulso de querer besarla, es raro, no me había pasado antes ¿Es por el contexto? ¿Es porque la noche es idonea para ello? ¿Debo hablarle? ¿Preguntarle por su nombre?

Su mirada es un poco escalofriante pero a la vez calida, siento a una persona completamente amable pero que se esconde bajo muchas capas. Esas capas son muy densas como para sacarlas en tan poco tiempo. Háblame, por favor hazlo.

Háblale, hazlo. Tienes que hacerlo pero, tengo miedo y si... ¿Me rechaza? ¿Y si mis pensamientos son solo malos entendidos e imaginaciones respecto a ella? Debo hablarle

- Hazlo. Háblame.-

Ámbos jóvenes solo atinaron a mirar por su ventana y despejar su acalorada mente, el sonido del tren y de los arboles moviéndose con el viento lograron calmarlos.

El silencio por un momento se perdió, es como si ambos escucharan los pensamientos del otro pero, se rehusan a hacerles caso.

Ámbos no se percataron que había amanecido y que ya habían llegado a su destino.

Ámbos bajaron y se separaron.

Aún así, ellos no sabían que el futuro los volvería a encontrar en otro viaje.

Estaba totalmente perdido en mis pensamientos, pensaba una y otra vez en esos hermosos ojos y en su bella voz. Aunque, jamás la había escuchado, podía sentir la suavidad de los sonidos que emitirían sus cuerdas vocales y la paz que me brindan.

No puedo sacar de su cabeza como aquella figura me da seguridad y como me hace sentir en un lugar en el cual nunca había estado. Como sus brazos, aunque nunca me habían abrazado, podía sentirlos cerca mio y podía sentir que me acurrucaban tiernamente.

Cada uno de ellos pensaba en el otro y hacía suposiciones respecto a como veían al otro e increiblemente todas ellas estaban en lo correcto. Cada una de las cosas que se transmitieron en aquel viaje en tren, fueron tan reales y tan sólidas que lo que pensaban de ellos eran muy potentes.

Pasó un tiempo luego de que se vieron y tuvieron aquella conexión. Ámbos siguieron con su vida normalmente pero inconscientemente sentían esa necesidad de verse y de hablar en algún momento. Ellos estaban completamente seguros de que si se encontraban alguna vez más, no dudarían en hablarse.

Así es como en un día de lluvia el joven tenía que viajar para llegar a ayudar a su madre con algunos asuntos con su casa dado que, la lluvia era tan intensa y tan poderosa que le afectó muchas partes del techo y de la entrada a la casa.

La muchacha recibió una llamada de emergencia ese mismo día de que su hermana estaba apunto de dar a luz y que debía partir rápidamente a verla. Tanto la madre del joven como la hermana de la muchacha, vivían en la misma ciudad.

Una vez dentro del tren sabían que el viaje tomaría por lo menos unas veinte horas y por las condiciones del tiempo esto podía tomar unas dos o tres horas más para evitar cualquier tipo de accidente. El joven como de costumbre tiende a ir al bar del tren y servirse lo mismo de siempre: un whisky doble y con tres cubos bien grandes de hielo. Toma el vaso y da las gracias al ya conocido barman que se encuentra en la barra.

El joven camina por los bellos vagones que tiene el tren y avanza a aquel en donde estan esos asientos aterciopelados que tanto gusta. Para su sorpresa, esta vez sabia que no viajaría solo.

En ese momento la muchacha estaba mirando el paisaje que la tarde de invierno ofrecia tiernamente, ese olor carecterístico de la tierra mojada y del frío viento que con suavidad conduce gotas de lluvia a su cara. Antes de que entrara el joven, la muchacha recibió una llamada del novio de su hermana diciéndole que no era necesario que fuera directamente al hospital ya que su hermana había dado a luz de manera exitosa y sin peligro alguno. Con la mente más calmada escuchó abrirse la puerta del vagón e igual de sorprendida que el joven, lo miró con unos ojos que lo decían todo.

Cuando sus ojos hicieron contacto, los dos corazones retumbaron y los hizo calmarse inmediatamente para no parecer nerviosos frente al otro. La muchacha miró por la ventana y el joven tomó asiento junto a ella.

Sin decirse ninguna palabra por unos momentos, se miraron nuevamente a los ojos y la respiracion de los dos jóvenes se aceleró un poco y comenzaron a charlar.

No entraré en detalles de lo que ámbos conversaron pero, si voy a contar lo que pasaba por la mente de ellos en cada momento.

Tengo que besarla. -Bésame-. Debo hacerlo. -Hazlo-.

Y asi en un baile de miradas y de sonidos que solo el tren y la lluvia te pueden otorgar, terminaron concretando lo que deseaban.

Ámbos bajaron del tren y se dirijieron a la casa del joven. En una situación un tanto rápida y sin precedentes, lograron formar una bonita historia de amor.

Historias cortas vol.2Where stories live. Discover now