La muerte.

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"Hey, levántate" esa tierna voz me hablaba y me pedía que me moviera, que hiciera algo. Miré sus cálidos ojos y me sentí en paz, aún así, no eran muy tranquilos después de unos segundos. "Vas a llegar tarde de nuevo, es la segunda vez en una misma semana... te podrían despedir" hice caso omiso a sus palabras.

Salí de casa como siempre, besé sus labios y le dije que la amaba. Caminé a la estación y, por alguna razón, sentía el día con una energía diferente, sentía como el sol reía y las nubes solo se dedicaban a flotar tranquilamente en el amplio cielo.

Subí al autobus, comenzó a avanzar. Estaba mirando mi telefono como de costumbre, habían unas imagenes de un sujeto mirando hacia afuera, observaba un pequeño carro de frituras y como una señora era asaltada. "Que imagenes tan terribles" fue lo único que atiné a pensar. Dejé el celular y a medida que me acercaba a mi estación podía ver los típicos árboles que adornaban el paisaje de llegada, de pronto, me sentí un poco mareado y me encontraba solo en el bus. No entendía que pasaba, encendí el telefono nuevamente y raramente eran las 7 de la tarde, el fondo era rojo, como de un atardecer, había un ataud y una sombra a lo lejos. Cerré los ojos para pestañear y al abrirlos nuevamente eran las 9 de la mañana en la pantalla y el fondo del cielo azulado que tenía como de costumbre. Pense que era solo una alucinación.

Una vez en el trabajo las horas pasaban y me sentía cansado, pesado. Solo pensar en ella me hacía sentir ligero, me hacía sentir pleno. El tiempo pasaba rápido pensando en que faltaba cada vez menos para llegar a casa para poder verla.

El reloj marcaba las 6 de la tarde, era tiempo de ir a casa.

En el autobus de regreso el atardecer era raro, no era anaranjado, no era violeta, era rojo. Las luces las veía borrosas y la cabeza me daba vueltas. Ante mi apareció una silueta oscura, llevaba un velo semi transparente que tenía diseños como de viento. La silueta se sentó frente a mi, las personas del vehículo simplemente habian desaparecido. "Hola, supongo que no sabes que esta pasando, ¿no?"

Le dije que quien era y que quería, por qué se presentaba frente a mi de esta forma. "Soy a lo que ustedes llaman la muerte, soy aquella entidad que se encarga de llevar a quienes tienen que partir. Se que te estás preguntando si es tu hora y la verdad es que no". "¿Por qué estás aquí entonces?" Pregunté. "En 30 minutos más en tu casa va a morir alguien, alguien que quieres, alguien que amas. Depende de ti si parte solo ella o si partes a su lado. Tengo la capacidad de dar la opción a quienes aman a alguien más de que partan junto a ellos". Mi piel simplemente se congeló, mi boca se secó, mis piernas y brazos temblaron. 6:30 en el reloj. En un par de segundos mi vida fue destruida, aquella sensación de que el día era distinto simplemente era porque era observado por algo que trasciende la realidad, algo que superaba a cualquier tipo de lógica. Odette, como demonios voy a superar tu partida, eres mi todo, eres mi vida. Si partes no me quedaría nada por que luchar, porqué respirar.

Mire a la muerte fijamente y dije "¿Qué tengo que hacer para partir con ella?".

La muerte sonrió de forma complacida y desapareció.

Llegué a mi estación, bajé y vi la hora. 6:47 en el reloj. Fui corriendo velozmente a mi casa, no podía pensar nada más que en su cara, en que no la podía perder.

Llegué al cruce frente de mi casa, aún tenía tiempo.

Iba cruzando la calle lo más rápido posible y un auto acabó con mi vida.

Hay gente que dice que las almas no existen, hay gente que dice que cosas como la muerte no existen. Esas personas quizás no sienten lo que yo, puedo ver como a las 7 de la tarde he muerto, veo como el frío velo de la muerte me envuelve, escucho su risa y su cara de emoción al darle caza a su presa. Nadie iba a morir en mi casa, ella estaba a salvo y por dios que me siento feliz de que así sea. La única persona que iba a morir de una forma desesperada, era yo.

Historias cortas vol.2Where stories live. Discover now