Baile.

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Era mi primer día en el salón de baile, mis padres habían comprado mi traje hace muy poco y aún no lo sentía muy a gusto. La música comenzó a sonar a medida que la gente iba terminando de cenar, cuando los jueces hubiesen terminado de hacerlo comenzarían los bailes con parejas al azar para poder ver el nivel de adaptación de cada competidor a una variante completamente desconocida.

Una vez terminada la cena, comenzaron a formarse las parejas. Me sentía nervioso, intranquilo, me atrevería a decir que en un momento pensé en salir huyendo.

En el momento que comenzaron a nombrar a las parejas solo logré escuchar en el altavoz: "Daniel Myers hará pareja con Antonieta Von Wielebrand". Antonieta era de las mejores bailarinas que había tocado la pista de baile a nivel mundial. Su espectacular elasticidad, físico y delicadeza que tenía en cada parte del baile la hacían la pareja perfecta. Todo el salón me miraba con cara de envidia y a la vez me subestimaban por el hecho de que nunca me habían visto bailar. Los jóvenes comienzan a bailar desde muy temprana edad y se hacen un nombre desde que pisan una pista de baile. Yo era un chico que se nutrió lentamente y siempre en privado ya que todos los veranos mi madre me enseñaba a bailar. Ella era una de las bailarinas más respetadas en todo mundo. El baile para mi comenzó como un simple pasatiempo, aunque, sentía un enorme aprecio y admiración por aquel arte. Desde que cumplí los catorce años decidí que quería seguir el ejemplo de mi madre y así es como entrené por cinco años para poder convertirme en un bailarin digno de ella.

Al momento de acercarme hacia Antonieta, noté un brillo fuera de lo normal en sus ojos.

Parte de mi entrenamiento fue mirar los bailes de aquellos que serían competencia o de mis futuras parejas de baile, entre ellas se encontraba Antonieta. En cada uno de sus bailes demostraba una técnica y una fineza increible, cada uno de los agarres que realizaba, pisadas y sus terminaciones eran más que perfectas. Ella era la bailarina más cotizada por los bailarines jóvenes amateurs y aquellos experimentados que deslumbraban a nivel mundial. Pero logré ver, que a diferencia de sus parejas, sus ojos siempre se veían opacos, se veían de cierto modo tristes, aunque su rostro se metiera por completo en el papel de la protagonista de la canción.

Comenzó la música , las parejas comenzaron a moverse. Antonieta me apretó fuerte, más de lo normal y mirándome fijamente a los ojos transmitió muchos sentimientos en un segundo, la coreografía y lo que ella quería hacer, absolutamente todo lo había dejado en mi hombro y se transmitió por todo mi cuerpo.

A medida que el baile avanzaba todas las miradas empezaron a centrarse en nosotros, los jueces se deslumbraban cada vez que nos veían. A pesar de toda la presión que sentía en un principio, me pude mover con libertad y ya no quedaba una pizca de ella.

Al final de la canción, me miró nuevamente y me dijo gracias. Cambiamos ambos de pareja ya que la noche debía continuar.

Una vez terminados todos los bailes, los jueces comenzarón a juzgar la aptitud de cada uno y asi lograr hacer un ranking de aquellos que serían catalogados como las "parejas perfectas".

Al ir saliendo del salón estaba ella, Antonieta. Estaba esperando sentada en los escalones de la entrada, las escaleras eran de piedra y a esa hora supuse que estarían muy heladas. Observé detenidamente su cuerpo y note que solo tenía una delgada cobija para poder taparse de aquel crudo viento de invierno. Tomé mi chaqueta y la puse sobre sus hombros tapando su espalda y le dije: "Sería malo que una bailarina enferme en estas fechas, los concursos más importantes y conmemorativos se realizan en invierno". Ella respondió: "¿Sabes por que los hacen en invierno?".

"Tengo varias teorías, pero si me preguntas. Creo que la lluvia y la calma que otorga al verla caer, hace que estos bailes tomen un sentido distinto a las otras estaciones".

Historias cortas vol.2Where stories live. Discover now