Despierto por la mañana y tomo mi celular. 09:07 a.m.
Abrí los ojos antes de lo normal. Me adelanté a la alarma. Usualmente la cancelo y no me doy cuenta de que lo hice y es por eso que siempre ando atrasado. Soy un poco precavido y dejo los quehaceres terminados por la noche. Pienso todo eso en unos cinco segundos y en los otros cinco desbloqueo el teléfono para ver los mensajes.
Al parecer, será otro duro día. Me alisto y salgo. 10:25 a.m.
Debo estar en el ferrocarril antes del mediodía pero, eso no es mucho problema ya que salí con unos minutos de sobra.
A veces comienzo a pensar en el camino cosas sin sentido. Pienso, por ejemplo, que si estuviese a punto de morir ¿qué es lo que elegiría?¿los duros golpes que me da la vida o las suaves caricias de la muerte?
Camino un poco más y compro el café y el sándwich típico de la mañana. 10:50 a.m.
Sigo mi camino y vuelvo a pensar otra cosa sin sentido. ¿Un saludo tenso o un adios dulce?
El saludo aplicado a una pelea y el adios dulce porque aliviaría el alma de ambos.
Miro el riachuelo que está en la orilla de un pequeño puente de viaje al ferrocarril. ¿Si me estuviese ahogando, dejaría que el manto marino me durmiera o lucharía ferreamente por salvarme? Sería difícil ese escenario, despues de todo, no salgo mucho al mar. 11:20 a.m.
Mi mirada se ve igual de fría por la mañana, sin ánimos.
Llego al ferrocarril unos minutos antes de las 12:00 p.m, tal como lo calculé. Es raro que algo salga de mis calculos, todo lo tengo estipulado y no debiese cambiar drásticamente. Soy un perezoso pero a la vez, minucioso.
Llego al trabajo y comienzo mis funciones laborales.
15:47 p.m. Quien lo diría, este ser frío y calculador tendría un rotundo giro en su vida.
Por la puerta entra una joven. La estatura es un poco mas grande que la del promedio, sus bellos ojos y linda figura cautivan a nuestro protagonista, esos ojos apagados que vimos en la mañana son la mera sombra de los despampanantes ojos de la tarde.
En un impulso se acerca a hablar con ella, no sabe que carajo está haciendo.
-"Hola, ¿Qué necesitas?"
Es gracioso, esto lo pudo haber hecho la secretaria pero, ¿Por qué me levante tan rápidamente a atenderla?
"He pasado muchas veces frente a este edificio y solo me gustaría dar un recorrido por el, no es que esté interesada en sus servicios ni mucho menos" le respondió la chica.
"Si gustas, puedo mostrarte la infraestructura, soy uno de los más antiguos del lugar y conozco perfectamente este sitio"
"Deberían darme una medalla por lo hipocrita que estoy siendo, trabajo aqui hace un mes" pensaba el muchacho. "No me extraña que quisiera ver el edificio, sus cristales cambian de color con las luces del día. En invierno se ve de un color celeste y azul muy intensos, mientras que en verano se ve de colores cálidos como el anaranjado. Yo también sentía curiosidad por el" seguía murmurando en su cabeza.
"Me encataría verlo" dijo la muchacha.
Ámbos estuvieron toda la tarde recorriendo el edificio.
En la sala que estaba destinada para el jefe. Los pisos que normalmente son alfombrados eran completamente diferentes, el rotundo cambio entre la madera de roble del piso y los muebles de lujoso ébano hacían que pareciese otro lugar. Sumando a su vez, los cristales que anteriormente mencionados hacían que ese lugar fuese una de las salas más hermosas de la ciudad.
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Historias cortas vol.2
Short StoryPequeñas historias que son perfectas para leer durante la noche. ¿Tienes insomnio? Lee alguna de ellas.