-¿Estás segura de esto?- me preguntó Calum mientras entraba en mi piso cargando una caja.
-Claro. Pero si quieres vivir aquí, va a ver unas normas.- Sonreí maliciosamente.
-Dime.- rió él posando sus cosas en el suelo de mi cuarto.
-Para empezar, debes vivir aquí en secreto. Al menos por el momento.
-¿Por qué?
-No sé cómo se lo tomarán mis padres y paso de aguantar discursos, así que...
-Vale, entendido.- sonrió.
-Otra norma es que vamos a compartir la comida. Para que dure lo mismo que dura conmigo.
-Vale.- rió.- ¿Algo más?
-Ehm... Por el momento no.- Sonreí.- Solo intenta encestar en el váter. Tú ya me entiendes.
-De acuerdo su majestad.- me besó la mejilla.
-¿Pero no vas a volver?
-¿A mi piso? No. Con el tiempo me buscaré un sitio donde dormir.
-Cuando cumpla los 18, podemos comprar una casa juntos.
-¿Quieres que viva aquí hasta entonces?
-¿Prefieres dormir en la calle?
-No. Una cosa. Nadie se puede enterar de que estoy viviendo en tu casa.
-¿Por qué?
-No sé. No me sentiría cómodo. Tú no lo digas.
-Vale.- Sonreí.
-Gracias.- me abrazó.- ¿Qué haría yo sin ti?- besó mi frente.
-Vamos a colocar tus cosas.- le besé en los labios.
Yo entendía que no era una situación fácil. Metimos su ropa en mi armario, separando lo suyo de lo mio. También tenía cosas como un despertador, que como yo tenía no le hacía falta, y... ¿Peluches?
-¿Qué es esto?- me reí mientras le enseñaba un osito de peluche. Él corrió a agarrarlo.- Tranquilo, me parece muy tierno.- Sonreí.
-¿No te vas a reír de mi?- sonrió tímidamente.
-Claro que no.- Besé su mejilla.
Puse el peluche encima de la cama. Yo tenía dos o tres peluches, pero no creía que Calum fuera el tipo de tío al que le gustaba los peluches. De todos modos, lo encontraba adorable.
Cuando terminamos me dejé caer en la cama.
-¡Ya está todo!- sonrió Calum emocionado. Se echó encima mía y me besó.- Y... ¿Dónde voy a dormir?
-Ehm... Donde quieras.
-Deberías elejir tú.
-¿Por qué?
-Porque yo quiero dormir contigo.- sonrió.
-Eso ya lo veremos.- reí.
El móvil empezó a sonar. Lo tenía al lado, así que estiré el brazo aun echada y con Calum encima mirándome.
-¿Diga?
-...
-Mira, no sé quien demonios eres, pero como no me lo digas voy a llamar a la policía a que registre tu número.- dije enfadada. La otra línea colgó. Ese número que no para de enviarme mensajes.
-Aggg...- gruñí lanzando el móvil.
-¿Quién era?
-Ese número que cree saberlo todo sobre mi.
-Deberías dejarlo. Solo es alguien que quiere molestar.
-Seguro que esa persona sabe que vas a vivir aquí.
-Hay una cosa que seguro que esa persona no sabe.- dijo Calum guiñéndome un ojo.
-¿Qué?- reí.
-Que te adoro.
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Mi droga
RomanceQuién me iba a decir que mi vecino, la persona más borde y odiosa del planeta, se convertiría en mi mayor adicción.