-No... Eso no es posible. ¡No me ha dicho nada!- dije triste.
-Hay que aceptarlo (tn). No todos tenemos la suerte de encontrar a nuestra media naranja.- dijo bajando la cabeza.
Yo le abracé con fuerza. Lo que más me impresionó, fue que no dejó caer ni una lágrima. Pero por su cara, estaba claro que estaba haciendo un gran esfuerzo por no llorar.
Ya sabéis, da igual la situación, los chicos siempre intentan hacerse los fuertes.
-Intentaré hablar con ella, tengo su número.- le sonreí.
-Te agradezco que lo intentes, pero no creo que te conteste.- me sonrió tristemente. Calum puso su mano en mi hombro.
-Será mejor que entremos ya, o se nos va a hacer tarde.- dijo serio.
-Vale.- le miré. Luego miré a Ash.- ¿Vienes?
-No, la verdad es que me apetece estar en casa.- hizo un esfuerzo en sonreír. Yo le volví a abrazar.
-Te prometo que intentaré arreglarlo.- le dije.
-Eres una cabezota.- rió un poco.
Ai, Ash. Siempre con una sonrisa en la cara, aunque fuera triste.
-Lo sé.- le sonreí de vuelta. Luego entré en el gym con Calum.
-No deberías hablar con Daisy.- me dijo Calum con una mirada seria.
-¿Y eso por qué?- le miré confundida.
-No sabes la razón por la que han discutido. Puede que esa chica no fuera tan buena como pensabas.
-¿Y por qué crees que ha sido su culpa?- le miré poniendo los brazos en jarra.
-Es imposible que Ash haya hecho algo, él estaba enamorado de ella.- dijo mientras posaba su mochila en un banco.
-Los chicos cometéis errores, y no sois conscientes de ello. Digamos que cometéis errores inocentemente.- Sonreí terminando de ponerme los guantes.
-¿Y las chicas? Siempre os defendéis entre vosotras. La culpa siempre tiene que tenerla la persona del sexo masculino. Vosotras sois angélitos.- dijo Calum sonando molesto.
-Eso no es cierto.- dije cruzando los brazos.
-Sí que lo es.- dijo.
-¿No lo ves? Me acabas de hacer enfadar.- me di la vuelta.
-Eso es porque sabes que tengo razón.- dijo siguiéndome.
-No la tienes.- dije girándome.- Simplemente pienso que ella no se puede haber enfadado sin motivo.- dije golpeando el saco. Calum estaba detrás mía, y se quedó en silencio.
De repente se empezó a reír. Yo dejé de golpear el saco con tanta fuerza. Su risa... Era ir al cielo directamente. Entonces sentí como me abrazaba por la espalda. Yo me quedé quieta.
-¿Qué pasa? ¿Te has dado cuenta de que tengo razón?- le pregunté sin mirarle. Él poso su cabeza en mi hombro.
-¡Claro que no!- rió.- Es que... Esta es nuestra primera discusión como pareja.
Yo no pude evitar sonrojarme. La verdad, es que me parecía muy adorable la forma en la que lo había dicho.
Nuestra primera discusión como pareja...
No podía dejar de repetírmelo.
-Es una discusión normal.- traté de disimular. Él besó mi mejilla.
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Mi droga
RomansaQuién me iba a decir que mi vecino, la persona más borde y odiosa del planeta, se convertiría en mi mayor adicción.