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Si observamos las cosas que suceden en el mundo, nos damos cuenta que cada vez son más las personas que sufren víctimas del desempleo, la falta de oportunidades, la discriminación y la pobreza. Esta realidad obliga a aquellos que verdaderamente desean triunfar, a esforzarse cada día más, a capacitarse, especializarse, y a buscar la excelencia.
Infortunadamente en muchos países, se ha generalizado casi como una cultura, la ley del menor esfuerzo. Pero ¿Qué piensa Dios de esto? La parábola de los talentos, es quizá el parámetro más claro de cómo Dios evalúa nuestro desempeño.
Nos cuenta el relato bíblico, que un hombre llamó a sus empleados antes de partir a un viaje muy largo, y a cada uno entregó cierta cantidad de dinero, para que la invirtieran en un negocio rentable. Al cabo de mucho tiempo regresa a pedir cuentas, encontrando que dos de sus empleados, habían negociado con tal éxito, que habían ganado una utilidad del cien por ciento.
El tercero de ellos, contrariamente, había escondido el dinero por temor, produciendo gran contrariedad a su jefe, puesto que esos recursos habían quedado un tiempo considerable sin producir ninguna ganancia. Las consecuencias no se hicieron esperar.
A los dos primeros se les condecoró como empleados buenos y fieles, siendo promovidos a cargos de mayor honra y responsabilidad, permitiéndoles continuar administrando aquellos dineros ahora multiplicados. Mientras que el tercero, fue echado por negligente; su trabajo fue calificado como malo e inútil, y perdió toda oportunidad de seguir administrando los recursos de este importante empresario.

Ésta es la justicia de Dios; Él no patrocina la mediocridad, sino que está del lado del diligente, de aquellos que ven el trabajo como una bendición de Dios, y están dispuestos a dar lo mejor de sí. La constante demanda del Señor, es a esforzarnos en lo que depende de nosotros; para que en lo que no depende, podamos ver su acción sobrenatural: Lo imposible haciéndose realidad.
Padre justo, gracias por este nuevo día; ayúdanos a imitarte y a ser excelentes como lo eres Tú. Que cada responsabilidad que nos has delegado: Familia, profesión, empleo, empresa, o cargo público; la hagamos de una manera excelente, contando con Tu ayuda; y que te la podamos entregar enriquecida y multiplicada; para así entrar en el gozo tuyo, mi Señor. Amén.

*WATTPAD ME ESTÁ BORRANDO LOS CAPÍTULOS*

RED DORADA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora