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Cuando dos personas son amigos, ambos deben superar las barreras del egoísmo, adquirir la capacidad de estar en silencio cuando es necesario. Más aún, saber escuchar, estar presente, pero sin imponerse, ser útil, cuando sea necesario soportar, ser humilde al dar y pedir perdón

Una buena amistad, lo indica Jesus cuando nos invita a una mayor perfección. De hecho, nos pide amar a los demás como a nosotros mismos; amar incluso a los que nos maltratan. Es un modelo de amor: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado".
(Jn 15,12).

La amistad no consiste en tener la mano extendida, la sonrisa suave y regocijarse en compañía de los demás, sino es una unión espiritual, en la que alguien cree en nosotros y está dispuesto a confiar en nosotros. A los verdaderos amigos les encanta compartir los momentos preciosos de la vida juntos y disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Esta amistad es tan grande que no se puede expresar en palabras, pero hay que tratar. La amistad, por último, es uno de los más bellos sentimientos porque nos llena de emoción y complicidad en gratuidad absoluta. Se puede caminar al lado y al mismo tiempo crecer juntos mientras siguen diferentes caminos, conscientes de las necesidades del otro, como las flores que necesitan la lluvia para abrirse y mostrar toda su belleza. En el amigo siempre hay algo de nosotros, una posible forma de ser, un reflejo de una identidad que podemos tomar.

RED DORADA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora