Muñeca rota.

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Unas ojeras y un rostro pálido les dieron los buenos días. La suberu no los recibió con esa sonrisa tan cálida a la que se habían acostumbrado a ver cada mañana, en vez de una expresión alegre, fue un silencio abrazador, culpable de la incomodidad de esa comida.

Sasuke había ido más temprano que de costumbre a reunirse con su equipo, para no toparse con ella, no había otra razón. Los integrantes del hogar no estaban enterados exactamente de lo que había pasado, solo fueron testigos de un estruendo esa noche y los shinobis se alertaron, pero cuando vieron a Sasuke salir hecho una furia de casa, pudieron comprobar que no se trataba de enemigos invadiendo la mansión.

El deplorable estado de la chica los preocupó, incluso al rígido Fugaku, que, a pesar de no comentar nada, se permitió mirar ese temperamento lamentable.

Prácticamente no había dormido. A lo más lo hizo unas dos o tres horas, y eso provocó un dolor punzante en su cabeza. Mikoto la miró dulcemente, ubicando la mano sobre el delgado hombro de la menor.

—Ve a descansar, Sakura.  —A lo que ella, sumisa, asintió.


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El reloj marcó las cuatro de la tarde. Pocos minutos antes, Naruto había llegado a la mansión Uchiha. Buscaba ver de nuevo a su compañero de equipo, pero al no encontrarlo, y, preocupado por la notoria falta de energía de Sakura ese día, optó por esperarlo cuando Itachi se lo propuso. Había agregado un par de palabras que Sakura logró oír antes de que se fueran.

"Quiero hablar un momento contigo, Naruto". 

Logró dormir menos de dos horas luego de que Mikoto la enviara de vuelta a la cama, y en un intento por sentirse mejor, decidió mantener la mente ocupada en los quehaceres del hogar. Mientras les servía el té de limón, los oía platicar. Al parecer, tenían una misión en común.

—No creo que ese sea el problema... Minato-sama es un hombre justo, si se propone el cambio, lo aceptará.  —Comentó el hijo mayor de Fugaku.

—¿Dices que cederá el mando si la gente lo pide?  —Preguntó el rubio.

—Claro que lo hará... Es justo y acata lo que el pueblo dice. El verdadero problema es el porqué del incremento de apoyo... Es preocupante.

Se formó un pequeño silencio cuando Sasuke ingresó a la cocina. Sakura se tensó notablemente, sin embargo, prosiguió con su labor, el que ahora, constaba en cortar frutas para preparar un pastel. Detuvo su acción cuando el menor de los pelinegros se sentó junto a los otros.

—Demagogia, tal vez. —Comentó el recién llegado.

—Es probable... pero la gente no es tonta. Creo que hay algo más detrás. —La voz de Itachi fue tranquila, se notaba pensativo.

A pesar de lo que había pasado la noche anterior, ella sabía que debía seguir haciendo su trabajo. Estaba organizando un puesto en la mesa para Sasuke cuando alguien tocó a la puerta. Rápidamente fue a atender, y en ese lapso, los azules ojos del Namikaze buscaron a su compañero.

—¿Por qué has roto el florero de Sakura?  —Cuestionó.

A lo que el menor de los Uchiha, apretó furioso los puños. Una torcida sonrisa abarcó sus labios.

—No ha perdido el tiempo y ha corrido a contarte. Es bastante inteligente.

Se enfrascaron en una batalla de miradas que se rompió con la llegada de la chica. La suberu regresó a la cocina, uno de los miembros del clan buscaba al líder, educadamente informó que no estaba en casa y cerró la puerta. Retomando su acción última, la muchacha llevó la tetera hasta Sasuke, pero antes de arrodillarse, este le clavó una mirada de genuino desprecio. Si analizaba un poco más la situación, desde que volvió el ambiente había cambiado. Estaba más tenso. Era tan notorio, que se sintió abrumada. ¿Qué pudo haber pasado en su corta ausencia? Nerviosa, su brazo tembló, fue algo tan incontrolable que terminó regando un poco del líquido fuera de la taza de su propietario. Este hecho fue la excusa perfecta para que Sasuke descargara su ira. De un manotazo, la cerámica voló, destrozándose contra el piso.

✧ Cadenas de cristal. 「𝑆𝑎𝑠𝑢𝑠𝑎𝑘𝑢」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora