Pese a estar tan distante, el sonido de las agujas del reloj retumbaba en su cabeza... y lo que estaba más próximo a su audición, las voces de la familia Uchiha, le parecían zumbidos.
Sakura cerró los párpados para calmar el desastre que buscaba hacerla tambalear. Esa mañana era de locos, principalmente, porque todos en la mesa parecieron recibir una inyección de energía desde la noche anterior, la del banquete. Un ambiente de euforia rodeó al clan, pero lo que ella experimentó, fue un creciente malestar.
—Ese es de manzana... Hay una receta en la aldea de la lluvia, es una nube de azúcar que se deshace en tu boca. —Comentaba la entusiasta Mikoto a su dulce nuera.
—¿De fresa? Creo que la he visto en las revistas. —Respondió Izumi. —Sakura-chan, ¿tú las has probado?
La mencionada no fue capaz de siquiera entender lo que le habían preguntado. En un pestañeo se levantó de la mesa, causa del súbito mareo que la hizo tambalear.
—... Disculpen.
Sin más, corrió fuera de la cocina, con el dorso cubriendo sus labios. Fugaku e Itachi compartieron una mirada inexpresiva, y las mujeres, fueron tras la flor de cerezo.
Pese a que Sakura insistió en que una infusión de hierbas arreglaría la situación, Mikoto no le permitió moverse de la cama. Le llevó un desayuno liviano y la acompañó hasta el mediodía, momento en el cual la sacó de la cama con un destino claro.
Pocos minutos después de ese hecho, cuando Sasuke llegó al almuerzo junto a Ino, encontró un bullicio desmesurado en la mesa. Naruto, su hermano y su padre estaban compartiendo una comida animada. Estos dos últimos reían, mientras que el primero, explicaba sus conclusiones.—¡Yo digo que es niño, 'ttebayo! Y que tendrá la misma cara de amargado de Sasuke.
—¿Qué demonios están hablando? —Quiso saber el susodicho.—¿Dónde está Sakura? —Preguntó la Yamanaka ante el silencio con el que fueron recibidos.
—Debe estar comprando biberones. —Murmuró el rubio.
Sasuke y su compañera de equipo alzaron una ceja ante la falta de información. Esas miradas y disimuladas sonrisas llenas de complicidad... acusaban que algo ocultaba el trío. Sasuke caminó para beber del vaso de agua, y su malicioso amigo aprovechó la oportunidad para arrojar la bomba.
—Teme. ¿Tú sabías del embarazo de Sakura-chan?
— ... —El menor de los Uchiha expulsó el agua, siendo atacado por un ataque de tos.
—¿E-eeh? ¡Esa maldita frente! —Protestó Ino.Sasuke olvidó el mundo, solo pensó en ella y en esa revelación tan inaudita. ¿Por qué había ocultado algo así? ¿Acaso temía de su reacción? La preocupación se mezcló con la culpa... temía que Sakura estuviera asustada con la noticia. ¿Cuánto tiempo estuvo guardándola?
—¿Dónde están ahora? —Preguntó, impaciente.
—De camino al hospital con Miko... —Naruto no pudo terminar. Tan rápido como lo dijo, Sasuke había avanzado... pero no fue el único. Todos los presentes fueron tras él, que, al estar tan concentrado en llegar al hospital, ignoró los gritos de su padre.
—¡Sasuke! No seas imprudente, la pondrás nerviosa y ella necesita tranquilidad. ¡Sasuke, no alborotes a mi nieto!
Por parte de la esposa del líder Uchiha, las cosas no podían ir mejor, excluyendo, claro, los quejidos de Sakura que reclamaban la pérdida de tiempo que era estar en un centro médico, cuando ella era una. ¡Era un simple dolor! No iba a morir por eso.
—Sakura-san, ¿en qué podemos ayudarla? —Dijo una castaña enfermera. La mencionada intentó contestar, pero Mikoto se adelantó a ella.
—He traído a Sakura-chan para que... la revise. No se ha sentido bien. —La asistente médica asintió, indicándole a Sakura que caminara por el pasillo hasta la sala de revisiones. La de rosado cabello avanzó dos pasos, y esos fueron suficiente para que Mikoto se acercara a la enfermera y le susurrara al oído. —Vea el sexo del bebé, por favor.
La castaña asintió.
—S-Sakura-san, debemos hacerle un examen para ver...
—¿Un examen? Solo son náuseas, un dolor de estómago no va a matarme.
—Oh... ¿Cómo ha dicho? —Pero la enfermera no logró obtener una respuesta.
—¡Sakura!
Un revuelo fue hasta la mencionada. Sasuke lucía como quien acababa de tener una crisis. Fue que tomó a Sakura por los hombros, exigiendo una explicación.
—¿Por qué no me lo has dicho? Sé que a veces me comporto como un idiota, pero te prometo que... Joder, Sakura. Jamás me hubiera...
—¡Ya déjala, Sasuke! Vas a ponerla nerviosa. —Regañó el líder Uchiha.
—¡Es cierto! Ella necesita estar tranquila o el bebé estará triste. —Mikoto alejó a su hijo de la muchacha, que lució totalmente descolocada.
—¿Eh...? —Sakura parpadeó, confundida. —¿Qué es lo que sucede...?
—D-disculpen, pero... —Interrumpió la enfermera. —No creo que sea eso. Es la quinta persona con dolor de estómago en el día...
—¿Qué estás diciendo? —Mikoto arqueó las cejas.
—E-es un virus estomacal que al parecer afectó a los del banquete del Yondaime. El pescado al parecer, estaba en mal estado. —Explicó la chica, sonrojada.
Una voz chillona interrumpió la estancia. En una camilla, trasladaban a un ruidoso Kiba que no dejaba de sostenerse el vientre.
—¡Moriré, moriré, moriré!
Mikoto parpadeó confundida. Sakura se mantuvo boquiabierta.
—¿O sea que... no hay bebé? —Preguntó la Uchiha en su decepción.
Sakura quedó en blanco... al menos al principio. Unió completamente el rompecabezas, y en su sorpresa, tuvo que sostenerse del brazo de su propietario, que a su lado, parecía más atónito que antes.
—¿Un bebé...? Un be...be-bebé... ¡¿Qué?! ¡Claro que no estoy... ! —Sus ojos buscaron a la enfermera. —No, ¿verdad?
—Bueno... dudo que lo esté dado a la situación. Puede confirmarlo usted misma, con su ninjutsu.
Sakura lo hizo. Acercó su mano iluminada del aura verdosa, pero como lo sabía, no había un pequeño corazón latiendo. —No hay nada. —Confirmó, con los ojos abiertos como platos.
Sasuke rodó los ojos. Ino y Naruto, chillaron en su decepción. "Te lo dije", reclamó ella. Itachi y los padres de este, tuvieron la misma reacción: Ceños fruncidos, brazos cruzados y el suspiro de frustración.
—Tsk. Que perdida de tiempo. —Se quejó el líder del clan antes de irse.
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✧ Cadenas de cristal. 「𝑆𝑎𝑠𝑢𝑠𝑎𝑘𝑢」
FanfictionEn el mundo Shinobi, las mujeres no son más que objetos caros para hacer felices a los hombres. Las muñecas esperan en vitrina hasta que un comprador se las lleva de la juguetería. Todo hombre, por derecho, puede tener a su esclava para hacer con el...