Confrontación.

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Los rayos de sol intentaron ser gentiles al pintar el refinado rostro de la muchacha que plácidamente dormía sobre una cama ajena. La diferencia, fue que ese día, ella no lo recibió con una sonrisa, sino que con el ceño arrugado. Furiosa, se cubrió con las mantas hasta la cabeza, que dolía como los mil demonios.

Los recuerdos comenzaron a pasar por su cabeza como una película. Recordó el bar, competencia de ingerir alcohol, una plática acerca de una tienda de vestidos de playa, y después, nada. ¿Qué había pasado y por qué no lograba recordar? Se aferró a las sábanas... y se sentó bruscamente en la cama cuando notó que esa no era la suya. Otra visión la abofeteó. Un recuerdo de Sasuke besándola en la cama hizo arder sus mejillas. 

Desesperada, tiró las mantas hacia un costado y se alzó la camiseta, verificando que sus bragas estuvieran en su sitio correcto. Y efectivamente,estaba vestida, aunque no tenía idea de cómo o porqué estaba durmiendo ahí. Algo le dijo que no buscara la respuesta; que recordar sería lo peor que podría hacer en honor a su dignidad. Cuando alzó la cara y miró la puerta, vio que Sasuke la miraba. ¡¿Cuánto tiempo llevaba ahí?!

—¡S-Sasuke... ! Yo... tú... yo...

—No es necesario que te levantes. No hay nadie en casa. 

Sakura abrió los ojos en sorpresa. Primero, porque él actuaba como si nada hubiera pasado, mientras ella avergonzada se cubría con una frazada. Y segundo, porque cuando miró la hora, el mundo se le vino encima. Eran las nueve de la mañana, y ella, usualmente cerca de las siete ya estaba en la cocina preparando el desayuno. 

—Lo siento... —Murmuró apenada.

—No seas tonta. Siempre estás trabajando, necesitas tiempo libre. —Dijo Sasuke. 

Se terminó por poner la banda ninja, al parecer, él también se había dormido. La cerezo asintió, eso logró relajarla un poco. Tenía lagunas mentales, pero recordaba varias cosas, y una en esencial atrajo un cosquilleo en su puro corazón; él nunca se había separado de ella ni la había dejado a la deriva en toda la noche cuando ella se puso ebria. Eso hizo que una sonrisa tintara sus labios.

—Sasuke. —Llamó con timidez. —Gracias por... cuidar de mí.

Él esbozó una sonrisa. Lo siguiente, nadie lo pudo predecir. De repente, el azabache se acercó a los finos labios rosas y estampó un beso en ellos. La flor de cerezo cerró los ojos por reflejo, al momento, perpleja lo miró, sintiendo el calor subir a su cara.

—Debo irme. Intenta dormir un poco más.

—Nos vemos... 



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El entrenamiento con Tsunade, esa tarde redujo su horario. En el hospital no había mucho movimiento, así que, cuando el reloj marcó las siete, regresó a casa para ayudar a preparar la cena.

Algo que no podía pasar desapercibido, era la presencia de Madara. No era un hombre de muchas palabras (A diferencia de Obito que no dejaba de trasmitir proezas en la mesa mientras bebían el té), eso lo hacía lucir mucho más terrorífico.

Sasuke llegó y fue obligado por su padre a tomar asiento y compartir con ellos un momento familiar, uno que no incluía ni a Rin, ni a Izumi, y mucho menos a Sakura. Itachi se notaba irritado, Sasuke desinteresado. Ese día, la de rosada melena maldijo no traer una falda más larga. La mirada morbosa del primo de Fugaku sobre ella la tenía tan incómoda, que incluso desestabilizó sus reflejos cuando, nerviosa, casi dejó caer una bandeja.

—Lo siento. —Se disculpó con los presentes.

Sasuke la miró con sospecha, él la conocía y sabía perfectamente cuando estaba nerviosa. La incógnita, era el motivo. 

Estuvo pensando todo el tiempo a qué se debía el nerviosismo de la chica que, últimamente estaba retraída. Tenía una sospecha, no era casualidad que el comportamiento se transformara desde la llegaba de sus familiares. Descartaba completamente a Obito, él había compartido antes con la suberu, y, además, vivía pendiente de la suya (Rin). Madara era otra cosa. Despreciaba a las esclavas, y a cualquiera que no llevara el símbolo de un clan respetado. Desde ese momento, se prometió descubrir la interrogante que estaba alimentando su intriga. 

Por fortuna, esto no fue complejo. Esa misma noche, cuando subía a la segunda planta, vio a Madara acercándose a la pelirrosa. Ella salía del baño con una pequeña canasta de ropa, la presencia del invitado hizo que sus piernas temblaran de pánico. 

—Disculpe. —Susurró dispuesta a avanzar. Madara la obstaculizó al ponerse al frente.

✧ Cadenas de cristal. 「𝑆𝑎𝑠𝑢𝑠𝑎𝑘𝑢」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora