Ataque.

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Todo fue rápido. Sasuke fue, a regañadientes, trasladado hacia la habitación. La pelirrosa recordó claramente la plática con Ino, quien no dejaba de llorar diciendo que era su culpa.

Nos atacaron... en el bosque... e-eran mercenarios... Me querían a mí, y Sasuke me protegió...

También recordó la herida que se cruzaba en el brazo de la Yamanaka, y el cómo se tomó la cabeza exclamando que si hubiera puesto atención en sus clases con Tsunade, ella hubiera podido haberlo tratado. Sakura insistió en que todo estaba bajo control. La herida, afortunadamente, no alcanzó una profundidad preocupante, pudo, sí, pero no sucedió. Lo que sí era alarmante, fue el flujo abundante de sangre que la cerezo se detuvo a sellar con su ninjutsu. Ninguno de los presentes la había visto tan esmerada antes, su concentración parecía inquebrantable, a pesar de estar con el alma pendiendo de un hilo, su profesionalismo se mantuvo intacto. Gracias a su gran habilidad y control de chakra, logró frenar la hemorragia y acelerar el proceso de cicatrización.

Cuando notó que todo estaba en orden nuevamente, la médico suspiró, desapareciendo de su mano la aura verdosa que emanaba.

—Estuvo a centímetros de perforar tu pulmón. —Informó la chica con un nudo en la garganta. Sus jades ocelos se habían humedecido.

—Tsk... No soy débil. Están exagerando.

Sasuke bufó. No necesitaba la compasión de nadie, él era un shinobi operante, lo que pasó lo atribuyó simplemente a un mal cálculo. Estaba molesto, esa mirada de lástima que todos le dieron por un simple rasguño. Hastiado, giró el rostro. Su enfado injustificado se esfumó cuando una lágrima cayó sobre la cama. Sakura recolectaba la gasa que había utilizado. Fue ahí cuando notó lo injusto y desconsiderado que había sido con ella. Antes de que la de ojos verdes se levantara, suavemente le tomó la muñeca. Ella lo miró y él aprovechó para limpiar el rastro de lágrimas que manchó su tersa.

—No voy a morir aún. No seas tonta. —Susurró, acariciándole el labio con el pulgar. Sakura apenas logró compartir una sonrisa con él cuando la puerta se abrió. Escuchó los agradecimientos de la familia Uchiha, el llanto de Mikoto y el suspiro de Fugaku salir a la par del de Itachi cuando informó que no había nada de qué preocuparse.

Y, de repente, una cabellera rubia abrumó su visión. Ino estaba abrazando a Sasuke entre lágrimas.

—¡Idiota! ¡Me tenías tan preocupada! ¡Idiota...! 

Y Sakura experimentó una mezcla de celos y preocupación. Fue rápida al separar a la Yamanaka del pelinegro, este último, mantuvo el ceño fruncido. No le gustaba la atención en exceso.

—¡Oye! No lo aprietes tanto. Él necesita descansar. —Ordenó la suberu, arrugando la frente. En esa batalla de miradas que mataban, Ino no se quedó atrás.

—¡No te pongas celosa, frentesota! Estaba preocupada por él.

—¡No son celos! Y... ¡No seas tan brusca!

—¿Ah, no? —La rubia volvió a abrazarlo, Sasuke plasmó una expresión de fastidio en la cara y Sakura le imitó.

—¡Oye!

Se enfrascaron en una pequeña guerra infantil, de Sakura reclamando lo brusca que estaba siendo con un convaleciente, de Sasuke reclamando que no lo era, y de Ino protestando y burlándose descaradamente de que estaba celosa porque ella era más bonita que una mata de goma de mascar rosada.

—Bien... Hay que dejar descansar a Sasuke. Mantengan fuera de la habitación a este par. —Ordenó el líder de los Uchiha, masajeándose las sienes por los gritos. Izumi y Mikoto entraron en la escena para sacar a las chicas, que, aún sentadas en el sofá de la primera planta mientras Sakura curaba las heridas de la rubia, siguieron discutiendo.





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La información del ataque en las afueras de la aldea era información que estaba en proceso de investigación. Irónicamente, Sasuke fue obligado por su suberu a permanecer en cama un par de días, a pesar de que se encontraba en perfectas condiciones. La cláusula que puso para aceptar la orden, fue el no recibir visitas. No quería al tarado de Naruto merodeando por la casa y recalcando el accidente, o a Suigetsu burlándose por el mal reflejo. Tampoco a Ino pidiendo disculpas, porque, adoraba a esa mujer muy en el fondo, pero no soportaba su voz chillona gritarle.

Los primeros días, los pasó en completa tranquilidad. La única visita que aceptaba era la de Shiro, que ocasionalmente dormía siestas junto a él. La de la pequeña Ai y sus sonajeros, y, por supuesto, la de su salvadora. Ambos leían sus libros en compañía, ella había dado una pausa a su entrenamiento con Tsunade e intentaba salir lo menos posible de casa. Esto, era una excusa simplemente para compartir tiempo junto a él. Al tercer día, Naruto e Ino se instalaron en la habitación de Sasuke y no salieron de ahí hasta la noche. Sakura rió cuando vio la cara de fastidio de Sasuke, sólo dijo una cosa. "Ojos azules y cabello rubio... desde ahora es lo que más odio".



✧ Cadenas de cristal. 「𝑆𝑎𝑠𝑢𝑠𝑎𝑘𝑢」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora