10

4 0 0
                                    


"Donde no hay ningún miedo, no habrá tampoco ningún valor necesario para vivir".






Maldita sea, no deseaba otra cosa más que salir de aquí y abrazar a Máx, me jure a mí misma que si salía viva de aquí le plantaría un maldito beso de una vez por todas, después de todo el tipo tenía razón al decirme que no todo es malo en mi vida, lo mismo decía Jodie, Jodie... Ni siquiera podía hablar con ella por miedo a que la fueran a lastimar, lo peor de todo es que ella jamás sabrá cuál fue mi último día de vida si llego a morir, nunca sabrá esto que estoy sintiendo y jamás podré recibir un consejo de su parte, un consejo de mi mejor amiga, Clayton, tengo que salir de aquí con vida principalmente por él, le debo todo de mí, el hombre que me cuido todo este tiempo, mi papá. Ahora que lo pienso, jamás había tenido razones para recapitular mi vida como lo hago en este momento.

— ¡Maldito hijo de puta suéltame! —Grité con todas mis fuerzas mientras jalaba la cuerda que unía mis manos y mis pies— ¡Ah! ¡Maldita mierda! —Mi corazón se detuvo por un momento al sentir libre una de mis manos, de inmediato comencé a desatarme, tenía que encontrar una salida.

— ¡Lleva al bastardo junto con la perra en celo! —Cabrón de mierda. Mierda, si alguien me veía desatada me van a matar, no había pensado eso, me senté rápido y acomodé las cuerdas simulando las ataduras en mis pies, mis manos colgaban tras de mí, un tipo alto y robusto entró y dejó caer a Máx boca abajo, no se movía y palidecí.

—No te preocupes nena, solo lo golpeamos, muerto no está... por ahora —cerró la puerta luego de soltar una carcajada escandalosa, corrí hasta el cuerpo inerte de mi compañero y le di la vuelta para asegurarme de que respirara, sangre corría desde uno de sus ojos hasta el cuello, sus manos estaban rojas de las cuerdas, deshice los amarres y lo recosté en mis piernas, acaricié su rostro y retiré los mechones de cabello de su frente.

—Lo siento, esta vez no seré cobarde como siempre —lo miré por un momento, planté un beso en su frente y lo moví lejos de la puerta. Antes solía tener suerte en los secuestros de Víctor, Máx siempre estaba para salvarme, pero esta vez tenía que salvarlo yo a el—. Volveré por ti Máx —me lancé a mi suerte al salir por esa puerta, me sorprendí al toparme con una chica, su cabello era color miel, estaba peinada perfectamente, llevaba maquillaje y lucía un impecable traje sofisticado, una falda corta de vestir y un saco gris.

— ¿Quién eres tú? —Mis nervios aparecieron ¿de dónde es que había salido?

—Soy Isabella ¿quién eres tú? —Pregunté disimulando los nervios, moría por encontrar algo con que defenderme si Víctor llegaba estaba muerta.

—Mi nombre es Gianna Lancelotti —mis ojos casi se salieron de sus órbitas.

—Gianna, cariño —Víctor.

La mesa detrás de la chica.

¿Quién... ¡La mesa!

—Lo siento Gianna, esto no tiene nada que ver contigo, pero tampoco tendría que ver conmigo —tomé el arma en la mesa y a Gianna de rehén.

—Gia... ¡Suéltala maldita perra!

— ¡Padre! —Gritó Gianna en forma de regaño— Prometiste dejar de dañar a las personas — ¿qué significaba este drama?

Viviendo bajo las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora