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"Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio".







Isabella

La atmósfera estaba llena de silencio, tanto silencio hasta el punto en que se estaba comenzando a volver ensordecedor, mis oídos casi chillaban. Estaba sentada al lado de un completo extraño. Sin duda alguna, las drogas no eran algo bueno en mi organismo, con un carácter tan testarudo como el mío, era como traerle el infierno a la tierra a Clayton, si pensaba que estaba siendo egoísta, con esto rompí récord. Recuerdo aquella etapa de mi vida en la que las Rave eran mi vida, Clayton llamando cada cinco minutos a mi celular hasta que tenía que apagarlo, comenzó a ponerme un chip rastreador en la chaqueta sin que me diera cuenta, Clayton está malditamente loco, decía para mis adentros, al llegar a casa era todo sensaciones; gritos, lágrimas, abrazos y lamentos. Clayton me ha tolerado demasiado.

— ¿A dónde vamos? —Pregunté seca. El efecto del éxtasis seguía en mí.

—Mánchester —se limitó a responder eso, tragué duro, mi garganta estaba seca.

— ¿Por qué precisamente a Mánchester? —El tipo ni siquiera me miraba, sus ojos estaban completamente clavados en la carretera. El auto iba a toda velocidad.

—Prometí a Clayton protección para ustedes.

—Bien —hubo un silencio más incómodo que el anterior, si es que se podía. Reí para mis adentros y de pronto mi mente comenzó a trabajar sin pudor alguno—. No puedo dejar de pensar en ese bastardo. Víctor tiene que morir —mis ojos se humedecieron—. Mi madre no era ninguna perra —el alma en un hilo, imágenes que me dolía mentalizar aparecieron, tuve un flash back de la última vez que miré a mamá—. Lamentará haber dicho eso de ella —limpié unas lágrimas, odiaba llorar, me sentía estúpida.

—Lo hará Isabella —apuntó a la guantera del auto—. Ábrela —obedecí y había una caja de pañuelos, sonreí burlándome de mi misma.

— ¿Tendrás agua y un porro también? —Dije estúpidamente, pero conseguí que me mirara. Sus ojos eran tan azules que me quedé anonadada— Solo bromeaba, agua estaría bien —una sonrisa de lado apareció en su rostro.

—Debí haberme reído, perdón por eso.

—Clayton tampoco lo haría, me haría una cara de pocos amigos y me lanzaría un discurso, luego le podría los ojos en blanco y me regañaría por esa mala costumbre —reí despacio y llevé una mano a mi boca avergonzada, esto era increíble, recordar mis momentos con Clayton y a Jodie diciendo que no todo puede ser malo en mi vida y es verdad.

— ¿Quieres parar para comprar agua?

—No acostumbro a hacer esto, pero quisiera llamar a Cly, estoy drogada —mi voz sonaba extraña.

—Pararemos en una tienda de autoservicio y podemos llamar a Máx, Clayton olvidó su celular —apreté los ojos golpeando mi frente con una mano.

—Es verdad, tengo conmigo su celular y no llamaré al bastardo de Máx. —solté molesta recordando que quería matarme.

No lo haría.

Si, lo haría. Es un bastardo.

Sabes que ha tenido muchas oportunidades de hacerlo. No lo haría.

Está esperando que baje la guardia, siempre es así.

Con él es distinto.

¿Por qué estás defendiéndolo? Es culpable de todo lo que pasó hoy.

Viviendo bajo las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora