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"Me estoy quemando por dentro en realidad".








El viento era demasiado fuerte, pero la adrenalina no me permite sentir frío en estos momentos, salgo dando grandes zancadas desde la base, justo cuando estoy por salir de la residencia unos tipos me interceptan.

— ¿A dónde diablos vas?

—Voy a regresar en un par de horas.

—Sabes que no puedes salir cuando se te hinchen los huevos ¿no? —Apreté la mandíbula.

—Debo salir.

—Debes volver ahora a tu base si no quieres que llame al jefe.

—Llámalo.

—Tú lo pediste.

Desearía no ser tan demandante y tener un poco de autocontrol conmigo mismo, pero no puedo y eso me jode cada vez más. Me gané el aislamiento, esto era como estar en la cárcel, no tenía ningún privilegio, excepto mantener sana y salva a Bella, era lo único que me importaba. Ahora que la cagué, debo esperar un mes más para poder verla y ahora ya no tengo a quien culpar más que a mí, por imbécil, por amarla, por todo.



(...)

Bella

— ¿Reese?

—Acá —su voz lejana desde su habitación.

— ¿Puedo pasar?

—No, espera afuera.

—Jamás me has dejado pasar a tu cuarto, qué podrías tener que no es apto para verlo —abrí la puerta mientras hablaba y quede petrificada—. Diablos. Reese —susurré, de pronto salió de su cuarto de baño envuelto con tan solo una toalla, sus ojos desorbitados cuando se percató que había entrado a su cuarto.

— ¡Mierda Bella te dije que no! —Sus ojos estaban rojos, caminó bruscamente hasta a mi empujándome para sacarme de su habitación, mi respiración era corta y pesada, mis ojos ardían, estaba atónita ante lo que acababa de ver, las paredes de la habitación repletas con bocetos, pinturas y fotografías. Bocetos, pinturas y fotografías... mías.

—Reese, lo siento, no era mi intención —escuchaba los ruidos desde afuera, pero él no fue capaz de contestar, me sentí una mierda—. Reese, ¡Reese, contesta con una mierda! No hice nada malo —la puerta de su cuarto se abrió y su cuerpo me apartó de nuevo bruscamente, me dio la espalada y se fue hasta que aseguró su cuarto con llave—. No tienes por qué portarte de esa forma, sabes que no lo hice por joder, quería hablar contigo —el caminaba rápidamente sin detenerse y sin contestar aun—. ¡Jódete cabrón, te dije que lo siento! —Se detuvo en seco, mi cuerpo se tensó.

—No me vuelvas a llamar cabrón ¿me escuchaste? —Su mirada era diferente, no era dulce, era colérica, no lo había visto así nunca.

—Reese, cál...

— ¡A la mierda con calmarse! A la mierda también contigo —me quedé boquiabierta y las lágrimas salieron sin permiso, mordí mi labio inferior de impotencia después de dar la media vuelta y dejarlo allí parado. Esto no era para tanto y él estaba haciendo una mierda grandísima. Caminaba bruscamente y mi vista simplemente se nublo, todo era negro y de pronto caí.

Viviendo bajo las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora