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"Nadie salta por encima de su sombra. Nadie salta por encima del origen".






— ¡No! —Desperté de golpe— No, no por favor —mascullé mientras tallaba mis ojos.

Me levanté deprisa de la cama y fui directo al cuarto de baño, sin deshacerme del pijama que llevaba puesto me introduje en la regadera y abrí la llave dejando caer el agua directamente en mi cabeza y tallando mi rostro de una forma brusca para evitar sentir las lágrimas, me dejé caer en el suelo con la mirada perdida, observando un punto ciego tan solo para distraerme de lo que me acababa de pasar, mi intento por tener la mente en blanco estaba funcionando pero sabía que no tardaría en aparecer, y era precisamente porque yo lo estaba llamando, siempre lo hacía porque yo solo quería que me mostraran la realidad tal y como era para volver a poner los pies sobre la tierra y recordar que tenía que seguir adelante con estas cosas en mi cabeza. Mi subconsciente era lo único que lo hacía sin mentiras.

No importa cuando lo intentes, no puedes escapar de esto Isabella.

Ya no me esforzaré por hacerlo.

Has lo que tengas que hacer.

Solo queda morir, pero no quiero ser egoísta con Clayton, con Jodie, con Máx.

Entonces deja que te alcance, pero ya no escapes de ella.

Si hablas de la muerte, estamos en sintonía.

Siempre lo estaremos.

El ruido de la puerta me sacó de mis pensamientos más escondidos.

—Bella, ¿qué demonios haces? —Masculló Máx entre dientes mientras cerraba la llave de la regadera y acto seguido se ponía a mi altura con cuidado para no mojarse— Nena, ¿qué haces? —susurró de una manera tan distinta a cualquier otra.

—Intentaba inundar el baño para ahogarme, pero no funcionó —respondí sarcástica.

—Hablo en serio, tu sarcasmo no tiene ni un jodido espacio aquí —se puso de pie y me tendió su mano para ayudarme a levantar—. Vamos, salgamos de aquí o te vas a enfermar, puede darte bronquitis y podrías morir por que hace un frío de mierda, pero claro que en vez de eso estás metida aquí intentando inundar el baño —rodé los ojos.

— ¿Por qué estas despierto? —Pregunte secando mi cuerpo con una toalla— Cierra los ojos, debo quitarme la ropa —se da la vuelta logrando quedar de espaldas conmigo y me deshago rápido de la ropa mojada para envolverme en la toalla, no tengo más ropa para dormir así que abro el armario y saco una camisa con botones y me la pongo. Por suerte me queda larga y bastante grande, aunque, a decir verdad, no logra quitarme el frío como quisiera—. Ya está, ¿vas a decirme que hacías despierto?

—Quería saber si estabas cómoda, me giré para verte y no estabas. ¿Tienes frío? —Asentí con la cabeza, mi boca estaba seca y fría, me quedé contemplando como la figura frente a mí se acercaba poco a poco cerrando el espacio entre nosotros.

— ¿Qué haces? —Pregunté con los dientes titiritando.

—Voy a quitarte el frío.

Su aliento en mi cuello era exquisito, sus brazos encerrando mi cuerpo como si de una jaula se tratase y mis ojos cerrándose para disfrutar su tacto, de pronto sentí como liberaba mi cuerpo, llevé mis brazos hasta su cuello y lo atraje más cerca de mí, nuestros labios rosaban, mis dedos se entrelazaban en su cabello dando pequeños jalones, sus manos apretaban mi cintura y no faltaba nada más. Nuestros labios se unieron y mi boca dejo de estar seca en unos segundos, sentí sus manos bajar hasta mis caderas y bruscamente me cargó, me aferré con mis brazos y piernas a su cuerpo hasta que mi espalda tocó la cama. Mi cuerpo comenzó a sentir frío de nuevo y cada vez más a medida que desabrochaba los botones de la camisa que recién me había puesto, no llevaba bragas así que mis pechos y mi feminidad quedaron expuestos, sus labios fueron hasta el valle de mis senos y comenzó a regar besos hasta llegar a mi abdomen, se me erizó la piel.

Viviendo bajo las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora