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"Después de todo, la muerte es solo un síntoma de la vida".









Me encontraba parada en medio de la penumbra que se adueñaba de mi habitación en esos momentos, un par de ruidos extraños me hicieron saltar de la cama, pero una vez compruebo que no hay nada vuelvo y me recuesto, justo estoy por cerrar los ojos cuando la puerta de mi habitación se abre de golpe y una voz se me hace extrañamente conocida.

—Dulces sueños.

— ¡Cly! —Consigo gritar con la garganta casi desgarrándose.

Despierto a causa de un pequeño rayo de luz que irradia dentro de una habitación víctima de la oscuridad, maldigo en voz baja cuando al levantar la cabeza una fuerte punzada me hace encogerme, el sujeto que ha irrumpido en mi habitación me ha dado un fuerte golpe con su arma y me ha sacado sangre de la frente. Imbécil. Ahora solo pienso en cómo salir de aquí y en dónde está Clayton ¿le habrá pasado algo? Me invade el pánico, pero intento calmarme. Comienzo a gatear en el suelo y a tientas trato de encontrar algo, cualquier cosa puede ser útil en esta situación. El rayo de luz irradiando da justo a un rostro detrás mío, me acercó y examino, pero me es imposible ver más allá de unos cuantos cabellos rubios. Máx. Lo muevo con el objetivo de despertarlo, pero parece estar muerto, se me hace un nudo en la garganta y me digo a mi misma que no puede ser que esté muerto y sigo buscando algo que me ayude a escapar <<si te encierran en un cuarto obscuro nunca enciendas una luz>> recuerdo algunas de las palabras de Cly <<busca una forma de salir alrededor de lugar o encuentra algo con que defenderte y quédate quieta hasta que alguien entre>>.

—Cly —susurré preocupada y a tientas por toda la habitación sigo buscando hasta encontrar algo que no estoy muy segura si es un tubo de fierro, pero me da igual. Me acerco lo suficiente a la puerta para poder escuchar a quien se encuentra afuera.

¡Les he dicho que no la lastimen! ¿Quién ha sido el cabrón que la golpeo?

Yo señor —la voz del tipo tiembla, pero contesta.

—Debería cargarte por tan hijo de puta.

—Tío Lancelotti... —Susurró en un esfuerzo por reconocer la voz, la puerta se abre y por acto reflejo retrocedo escondiéndome tras esta.

—No está señor, ella estaba aquí, yo mismo me he encargado.

— ¿Y qué esperas que yo haga? ¡Ve y búscala! ¡Encuéntrenla! —Grita la voz que sigue pareciéndome familiar. Unas manos cubriendo mi boca me hacer querer gritar, pero permanezco estática mientras escucho con atención las palabras cerca de mi oído, <<quédate quieta, saldremos de aquí ¿entendiste?>> Asiento no muy segura, escucho como saca un arma y me tensó al momento en que siento un escalofrío recorrerme el cuerpo. La puerta es cerrada y de inmediato Máx me libera.

—Tenemos que encontrar una salida.

—No veo nada por ningún lado.

— ¡Maldita sea! —Masculla— No encuentro mi celular. Creo saber dónde estamos.

— ¿Es una especie de sótano o algo así?

—No es una especie, es un sótano —ruedo los ojos. Idiota. Solo preguntaba.

—Estaría bien que dejaras el sarcasmo.

— ¿Eso en que ayudaría?

—Que pensara que eres menos idiota —de pronto siento el tirón en mi cintura y su respiración cerca de mi rostro.

Viviendo bajo las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora