―Cansado ¿huh? ―pregunté mientras Jimin tomaba de su agua. Se limitó a asentir―. Hace demasiado sol, no entiendo cómo es que aguantas tanta tortura ―dije colocando una mano sobre mi cabeza para cubrirme del sol.
―Ya estamos acostumbrados ―se encogió de hombros mientras yo hacía una mueca de dolor―. Y estos son los entrenamientos, imagínate la cansada que nos llevamos cuando hay partidos.
―Pero la mayoría de las veces juegan de noche ―me fulminó con la mirada―. Vale, no diré que te entiendo, porque jamás lo he hecho ―soltó una risita―, pero el hecho de verlos ahí bajo el sol, me cansa ―fruncí el ceño.
―¿Nos vamos? ―preguntó sentándose a mi lado y yo asentí―. Bien, sólo iré a cambiarme.
―De acuerdo.
Vi a Jimin caminar hacia los vestidores, lento y seguro de sí mismo.
Sabía que irse a los vestidores sería esperarlo unos quince minutos así que saqué mi cámara de su funda y me fui al carrete de fotos en donde tenía muchas fotos mías con Jimin.
La primera que seleccioné era la que había estado viendo en el aula del periódico, la verdad es que el perfil de Jimin era hermoso, su nariz recta siempre me había parecido atractiva aunque no supiera por qué pero sin duda sus ojos marrones eran mi parte favorita, siempre tenían un brillo peculiar y me encantaba eso, tenía una mirada sincera.
La siguiente foto era de nosotros; Jimin besaba mi cabeza mientras yo lo abrazaba por la cintura, ambos llevábamos el jersey blanco con líneas verdes en los hombros que usan cuando juegan en la escuela, Jimin me había regalado uno como el suyo, tenía el número uno impreso por delante y por detrás y en la parte superior se leía "Lane". Era de mis fotos favoritas. Recuerdo que el equipo acababa de ganar los juegos estatales contra la escuela Mckinley.
Cuando cambié a la otra foto, Jimin se paró frente a mí.
―¿Qué haces? ―preguntó colocando su equipo de protección en la banca.
―Viendo las fotos de la temporada pasada ―lo miré entrecerrando los ojos ya que el sol estaba muy intenso.
―Quiero verlas ―dijo arrebatándome la cámara.
―Cuando lleguemos a mi casa, está haciendo mucho sol aquí ―hice un puchero y extendí mi mano para que me devolviera el aparato.
―Ustedes las chicas hacen esa mueca y ganan en la vida ―sonreí victoriosa―. Además tienes razón, el sol está horrible.
―Vamos allá ―dije levantándome y colgándome la cámara alrededor del cuello.
Iba a agarrar mi mochila pero Jimin la levantó primero y la colgó en su hombro.
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―Jimin no ―dije en un tono de desacuerdo―. Yo puedo, en serio, tú debes estar cansado.
―¿Qué clase de mejor amigo sería si no te ayudo, eh?―arqueó una ceja y puse los ojos en blanco.
―Está bien ―bufé―. Pásame tu casco.
―¿Por qué te gusta llevar el casco? ―dijo extendiéndolo hacia mí.
―No lo sé, siento que al menos te ayudo con algo ―lo miré y sonrió.
―Eres rara ―hizo una mueca.
―Tú también ―sonreí―, por eso nos llevamos tan bien
―Por eso y porque te salvé ―se enderezó y miró al horizonte como en esos programas de televisión en los que hay música que refleja la victoria de algún superhéroe.
―Ah sí ―dije restándole importancia―, pero eso fue hace mucho –lo miré mientras fruncía el ceño.
―Admítelo, soy tu héroe ―me miró con una media sonrisa en su rostro.
―Lo que sea ―me encogí de hombros y entonces me dio un empujoncito haciendo que perdiera el equilibrio y que tambaleara.
Era delgada, sí, pero no estaba completamente plana, quiero decir, tengo un pequeño trasero bien formado y, bueno, no estaba muy dotada de enfrente pero así era mi complexión desde que había nacido y no podía hacer nada al respecto; claro que operarme es una buena opción pero la verdad me tiene sin cuidado estar poco dotada.
―Eres una varita de nardo ―dijo sosteniendo mi brazo para que no cayera, solo lo fulminé con la mirada.
Harry aprovechaba cualquier oportunidad para mofarse de mi complexión y aunque comía mucho no lograba engordar ni un poco.
―Ya vámonos ―dije caminando hacia el pasillo que nos llevaba fuera de la cancha.
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The lucky one
Teen FictionCuando tu mejor amigo es el mariscal de campo del equipo de football americano de la escuela, no sabes quienes son realmente tus amigas. Todos los derechos a su autora.