―¿Lista para irnos? ―preguntó Jimin alzando mi mochila.
―Si ―sonreí.
Resulta que el entrenador había tenido un asunto que resolver y Jimin no iba a tener entrenamiento, lo cual era genial, esos chicos realmente necesitaban un descanso y por primera vez en tanto tiempo, me iría más temprano a casa.
―No te vi en la mañana, ¿llegaste temprano? ―preguntó mientras abría la puerta de su Honda Civic plateado.
―No ―sonreí―. Lo que pasa es que Sofi quería platicar conmigo y me secuestró ―lo miré cuando lo escuché soltar una risilla.
―¿Y de qué quería hablar? ―me miró curioso y luego rodeó el auto para subirse.
―Cosas de chicas, ya sabes ―hice un ademán con la mano.―Chicos y esas cosas ―me encogí de hombros―Por cierto ―pausé―, tengo que decirte algo.—
―Pues dime ―sonrió y arrancó el auto.
―Bueno hace tiempo que...― sonó su celular.―Contesta ―sonreí.
―¿Segura? ― me miró atento deteniéndose en una luz roja.
―Claro, hazlo ―asentí. No sabía que podía retener tanto aire hasta que lo dejé salir.
Observé a Jimin removerse en el asiento tratando de sacar su celular de sus muy ajustados pantalones y contestó.
―Emily, hola ―un momento, ¿qué?―No, no lo estoy. ¿Sucede algo? ―me miró y sonrió―Claro que puedo ¿en dónde te veo? ―volvió su vista al frente y tamborileó los dedos sobre el volante―. Bien, estaré ahí. Si, no te preocupes yo te ayudo ―pausó y sonrió. ¿Por qué sonreía?―Hasta entonces, linda.— ¿Linda? ¿El acaba de llamar linda a la chica que se había encargado de hacer que mi estancia en la escuela fuese una pesadilla?
Cuando dejó el celular sobre el tablero del auto me miró.
―Entonces, ¿qué ibas a decirme? ―la luz seguía en rojo.
―¿Huh? ―pregunté fingiendo que no entendía de qué hablaba.
―Sí, me estabas diciendo que querías decirme algo.
―Oh si ―sonreí―, no es nada ―me encogí de hombros.
―¿Te molesta si no me quedo hoy a comer contigo? Sé que siempre comemos juntos pero Emily necesita ayuda con lo del baile escolar y quiere que le ayude ―sonrió ampliamente. ¿Por qué sonreía? ¿Por qué iba con Emily?
―Oh, no hay problema ―hice una mueca y señalé la luz que ya había cambiado a verde.
―Sé que no te agrada pero deberías conocerla, no es tan mala persona ―puso el auto en marcha.
¿Qué no es tan mala? Hace unos cuantos días había chocado con Emily por accidente y había tirado todos mis libros; tuve que levantarlos mientras me llamaba de muchas formas nada agradables. No le había contado nada a Jimin porque considero que ya soy lo suficientemente grande como para estar acusando a alguien.
―Yo no lo creo ―reí e hice un mohín.
―A veces eres muy cerrada ―fruncí el ceño y lo miré―. Creo que tu y ella podrían llevarse bien. En serio.—
―Las porristas como ella y las chicas como yo ―una forma sutil de decir nerd o algo que se le acercara― no se llevarían bien ni en mil años.
―Eres imposible ― exclamó y puso los ojos en blanco―. En fin, espero que te des cuenta de que estas cometiendo un error muy grande al etiquetar de esa manera a Emily.—
Park Jimin, tengo límites y tú acabas de pasarlos.
―Jimin, ¡ella me trata mal! ―grité.
―Eso fue hace mucho, ya supéralo ―dijo mientras estacionaba frente a mí casa.
―Superado ―dibujé una palomita en el aire y abrí la puerta del auto para bajarme―. Que la pases bien con Emily ― cerré la puerta.
―¡No! ―gritó―. Espera, no te enojes ―tomó mi brazo y me giré para mirarlo―. Sólo quiero que tú y ella se lleven mejor ―se pasó una mano por el cabello. Lucía nervioso―Es que ella...— Arqueé una ceja esperando lo que sea que fuese a decir. ―Me gusta y quiero llevarla al baile pero no quiero que mi mejor amiga se lleve mal con ella.—
No lo puedo creer. ¿Realmente estaba pidiéndome llevarme bien con ella? Quiero decir, yo no la odio, sólo no me agrada la forma en que me trata. Yo no soy la del problema, es ella.
―Jimin dudo mucho que ella quiera ser mi amiga ―me liberé de su agarre.
―No, de hecho ella dice que le gustaría ser amiga tuya ―me miró con una chispa de esperanza en su mirada.
―¿Qué? ―lo miré sorprendida.
―Genial ¿no?—
―No ―seguí caminando por el césped hasta llegar al porche―Lo siento Jimin, yo no puedo fingir que alguien me cae bien cuando no es así. Yo entiendo que ella puede ser así pero yo no ―me giré para verlo.
―¡Ya basta! ―gritó, cosa que hizo que diera un pequeño brinquito. Choqué contra la puerta―. Sólo hablas mal de ella, ¿estás celosa?
―¿Qué? ―susurré.
―¡Sí! ―gritó otra vez―Ya veo por qué no quieres ser su amiga. Estás celosa ―esta vez era una afirmación― Te pone de malas que ella tenga todo lo que tú no; de lo que es y lo que no es. Celosa de que los chicos jamás se fijarán en ti como se fijan en ella ―tomé una gran bocanada de aire― Deja de ser así, por eso nadie se fija en ti. Eres tan cerrada y complicada, eso no te llevará a ningún lado ―me miró, sentí como mis ojos se llenaban de lágrimas.
―Tienes razón ―intenté no parpadear, si lo hacía las lágrimas comenzarían a salir― No hablaré más de ella ―pausé―, y me temo que tampoco hablaré contigo ―se me escapó un sollozo, maldita sea― Siento no poder llevarme bien con la chica que te gusta pero tú no entiendes lo mal que la pasé y la paso en la escuela gracias a ella.—
―Eres increíblemente mentirosa ― soltó una carcajada burlona.
―¿Y tú qué sabes?—
―No me has comentado nada.— ¿Ahora se preocupaba?
―Ya no tengo nueve años, u ocho ―negué con la cabeza ―No voy a ir corriendo contigo a acusarla ―suspiré― Supongo que ya debes irte ―sonreí tristemente.
―Lo ves ―alzó la voz― no puedo creer que tengas que inventar estas cosas ―se giró y comenzó a caminar pero se detuvo y volvió hacia donde estaba ―¿Y sabes qué? ―me miró serio― Olvida eso de que voy a salir con Amber, no pasará, no mientras esté saliendo con Emily.—
Dio media vuelta y caminó hasta su auto. ¿Y ahora que iba a hacer con el asunto de Amber?
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The lucky one
Teen FictionCuando tu mejor amigo es el mariscal de campo del equipo de football americano de la escuela, no sabes quienes son realmente tus amigas. Todos los derechos a su autora.