El lunes había llegado más rápido de lo que hubiese deseado. Ésta mañana, para ser específicos, seis de la mañana, Sofi me mandó un mensaje diciéndome que no habría clases ya que los profesores debían ir a una conferencia y sería todo el día.
Agradecí con todo mí ser a los que organizaban esas conferencias pero me sentí enfadada con el hecho de haberme levantado temprano aun así.
Había vuelto a la cama y por suerte pude volver a dormir como un bebé y aunque me hubiese encantado dormir hasta tarde mi reloj biológico me lo impidió.
Alrededor de las ocho bajé a la cocina y me encontré con mi madre quien preparaba el desayuno y al darme cuenta de que no estaba del todo listo, subí a mi habitación para hacer la cama y ver televisión un rato. No encontré nada más que Peppa pig.
―Sydney ―gritó mi madre― vinieron a verte. Genial, ¿quién en su sano juicio se levantaría temprano para venir a verme? Bajar no estaba en mis planes.
―Que suba ―grité.
―¿Segura? ―preguntó.
―Sí ―contesté sin interés y continué viendo la caricatura.
Escuché pasos en la escalera y maldije entre dientes mientras deshacía la cama para cobijarme, o más bien, para que quién-sea-que-fuese no viera mi pijama.
Tocaron la puerta unas tres veces y agradecí que fuese tan educado.
―¡Pasa! ―grité mientras cambiaba de canal y le dejaba en Lilo y Stich.
Sin despegar la vista de la pantalla de televisión, por el rabillo del ojo vi como la puerta se abría lentamente. Distinguí una silueta, era alguien alto. Seguro era Luke.
―Luke, no entiendo porque has venido a esta hora ―dije aun mirando la pantalla frente a mí.
―Te equivocaste de persona.— Mierda.
Jimin estaba aquí. En mi habitación. En pijama. Sí, así como lo leen, Jimin estaba en pijama; un pantalón a cuadros y una playera blanca cuello redondo que solía usar para dormir.
Comencé a morder mi labio inferior, siempre lo hacía cuando estaba nerviosa.
―¿Puedo? ―preguntó señalando el lado vacío de mi cama. Asentí lentamente― Lilo y Stich ¿eh? ― sonreí― ¿Recuerdas cuando la vimos por primera vez? ―asentí.
―Te sabías todas las canciones de Elvis y yo estaba enojada ―lo miré y sonreí.
―Lo recuerdas ―me miró y asentí. ―No podría olvidarlo―miré a la pantalla― No te callaste toda la maldita película.—
―¡Oye! ― me golpeó ligeramente le hombro― ¿Y recuerdas cuando en Halloween te vestiste de Lilo y yo de Stich? ―dijo apagando la televisión.
Me giré para mirarlo de mala gana pero al recordar ese día, me reí.
―No quería que te acercaras a mí, te veías horriblemente azul ―traté de quitarle el control.
―Gracias, también te quiero ―colocó el control en la mesita de noche.
―¡Sydney, Jimin bajen a desayunar! ―gritó mi madre.
―Anda ―Jimin se levantó―, bajemos o tu madre se enojará ―extendió su mano para ayudarme.
―Bueno ―respondí perezosa y tomé su mano. Jimin y yo bajamos al comedor en donde se encontraba mi madre sirviendo el desayuno.
Todo iba perfecto hasta que desafortunadamente mi madre tuvo que irse a trabajar y me dejó sola con Jimin .
―Te he extrañado ―comentó Jimin rompiendo el hielo, me limité a hacer una mueca.
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The lucky one
Teen FictionCuando tu mejor amigo es el mariscal de campo del equipo de football americano de la escuela, no sabes quienes son realmente tus amigas. Todos los derechos a su autora.