𝓒𝓤𝓐𝓣𝓡𝓞

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―¿Ya me enseñas las fotos? ―preguntó Jimin mientras dejaba sus cosas sobre el sofá.

―Primero vamos a comer ¿sí? ―dejé las llaves sobre la mesa―¿Acaso no tienes hambre?

―No, quiero ver las fotos ―ignoré su respuesta y caminé hacia la cocina.

―Eres imposible, Park ―grité desde la cocina―. Agarra la cámara si quieres, voy a preparar algo de comer.

―De acuerdo, sólo no le pongas veneno a mi comida ―sonrió.

―Idiota ―susurré.

―¡Te oí! ― gritó Jimin desde la sala.

―¡Que bueno!―grité y lo escuché soltar una risilla.

Opté por preparar unos hotdogs ya que no tenía unas muy buenas habilidades culinarias.

―Lane ―gritó Jimin acercándose a la cocina.

―Ahora que quieres, Jimin ―dije sacando las salchichas del refrigerador y poniendo los ojos en blanco, a veces me sacaba de mis casillas.

―¿Cómo fue que no me di cuenta de cuando me tomaste esta foto? ―me mostró la foto que siempre veía.

―Eres un chico muy distraído Jimin, a decir verdad casi no te das cuenta de nada ―dije refiriéndome a lo que sentía por él, bueno, eso y otras cosas más. Encendí la estufa para poner a calentar las salchichas.

―Eso es mentira.

―Sabes que no ―le dediqué una mirada rápida.

―Dime una sola vez que haya pasado algo así, claro, además de la foto.

―¿Recuerdas lo de Sandy? ―asintió―. Toda la escuela sabía que ella salía con alguien más, menos tú, y aun así seguías con ella ―moví las salchichas y volví a mirarlo―. Si no hubiese sido porque la viste con aquél chico, no lo hubieras creído.

―Pudiste darme otro ejemplo ―se dio la media vuelta y regresó a la sala.

Genial, había arruinado todo.

Sandy había sido, por así decirlo, el primer amor de Jimin. Él la quería mucho, jamás lo vi tan enamorado de alguien, pero había un pequeño detalle: Sandy le era infiel y todos en la escuela lo sabían, incluso Jimin pero él no lo quería creer, siempre decía: "Ver para creer"; y bueno, un día mientras Jimin y yo caminábamos por el centro comercial, vimos a Sandy con otro chico besándose y ahí terminaron.

Jimin entró en depresión; casi no salía, no hablaba, no quería comer, ni siquiera quería verme. Realmente no sé lo que pasó que lo hizo volver a ser quien era y al parecer seguiría siendo un misterio para mí. En fin, él volvió a ser el Jimin de antes, volvimos a salir como antes y se olvidó de Sandy. Al menos hasta ahora que había abierto mi gran bocota y la había traído al presente.

Terminé de hacer los hotdogs, saqué dos platos y coloqué un hotdog para él y uno para mí, en dos vasos vacié refresco y puse las cosas en una bandeja.

―Ya vine ―coloqué la bandeja en la mesa de centro―. Perdón por lo de hace un rato ―me senté a su lado―, no fue mi intención ―lo abracé por la cintura.

―Descuida, no fue tu culpa ―dejó la cámara a un lado―. Yo no quise creerte ―me devolvió el abrazo y sentí como si un hielo fuera colocado al agua y este tronara―y no me he enojado, es sólo que...Bueno, tu sabes lo que sentía por ella ―asentí―. Ya comamos, estoy muriendo de hambre.

―Igual yo ―suspiré.

Comenzamos a comer nuestros hotdogs, prendimos la televisión y le dejamos en las caricaturas, estábamos viendo Tom y Jerry. Jimin estaba muy atento al programa pero yo no, no podía dejar de pensar si algún día él iba a poder sentir algo por mí, algo como lo que sintió por Sandy, por la chica que le rompió el corazón por primera vez.

―Tierra llamando a Syd ―dijo Jimin pasando su mano de arriba abajo frente a mi cara.

―¿Qué? ―pregunté confundida.

―Nada, es sólo que te fuiste a otro planeta ―dijo Jimin colocando su plato vacío en la mesa de centro.

―Oh, no es nada ―sonreí, y eso fue suficiente para que no preguntara más.

Que fácil es engañarte Park Jimin.

The lucky oneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora