Diez

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¿Qué edad tenía cuando vio por primera vez al Supremo Kaiosama? No podía recordarlo
Entonces solo era un niño que por andar jugando en un sitio peligroso, por poco es devorado por una criatura monstruosa, sino es porque en ese momento un muchacho que portaba una espada apareció de la nada para salvarlo. En un principio le pareció solo un individuo más de su especie. Solo que con un atuendo diferente. A ese chico lo acompañaba un sujeto mayor de aspecto severo, vestido de una forma similar al que parecía custodiar. El muchacho se identifico como el Supremo Kaiosama, pero en ese entonces Tapion no entendía esas palabras, para él este "Supremo Kaiosama" era un amigo de otro mundo que volvía a verlo de vez en cuando.

Los años pasaron convirtiendolo a él en un muchacho, mientras que su amigo no mostraba ningún cambio en su aspecto. La última vez que lo vio fue cuando les advirtió de los brujos oscuros y les dejó su espada mientras él iba en persecución de aquellos sujetos que al verse descubiertos huyeron o eso les hicieron creer,
pues Hoi se quedó atrás para liberar a Hildegarn. Después de que le pidieran a él y su hermano pequeño ser sellados en las cajas lo único que Tapion lamentó fue que no volvería a ver al Supremo Kaiosama, su señor; como lo llamó después de entender quien era realmente.

Contarle que le había dado la espada que Shin le había obsequiado hace tiempo al pequeño Trunks lo llenó del temor a un reproche, pero Shin se lo tomó de muy buena forma.

-Esa espada perteneció al Supremo Kaiosama del norte- comentó Shin con cierta nostalgia-Me alegra saber que personas de buen corazón la han portado.

Dicho eso no volvió a tocar el tema. Más tarde Shin presentó a Tapion a su antepasado (Kibito ya lo conocía) y les informó que desde ese momento él viviría con ellos. Fue algo sorpresivo, mas ninguno puso objeción. Tampoco podían hacerlo, después de todo el que mandaba ahí era Shin. Durante una semana el Supremo y Tapion se pusieron al día de todo lo que les aconteció durante el tiempo que no se vieron, tal como hacian hace poco más de mil años. Desde el principio tuvieron una gran conexión, se entendían fácilmente. Para ambos era como si el tiempo no hubiera pasado. Durante las horas que les llevó aquella charla, recorrieron el planeta supremo descubriendo sitios olvidados, lo que ambos animaba mucho. A veces Shin se ausentaba para atender sus deberes y no se desocupaba hasta muy tarde. Una mañana mientras caminaban, sin darse cuenta, terminaron en la pradera de las lápidas. Verlas reconstruidas fue una sorpresa para el supremo, que se acercó al lugar en silencio seguido de Tapion.

-¿Sucede algo?

El Supremo Kaiosama no respondió. Se quedó mirando las lápidas con la mirada de quien a sido consolado.

-Estd lugar es un sitio muy especial para mi- dijo en voz baja, poniendo su mano sobre una de las lápidas- Cuando un Supremo Kaiosama muere no va al otro mundo como los mortales. Nuestro cuerpo de desintegra y nuestra alma regresa al gran árbol (donde nacemos) y allí renace como un retoño.

-¿Entonces que hay bajo estas lápidas? -preguntó Tapion en conocimiento de esa parte del pasado del shin-jin.

-Memorias-respondió el supremo y bajo la cabeza con tristeza- Ecos...

-Quizá no debería venir a este lugar- le dijo Tapion tras unos minutos de silencio entre ambos y Shin le miró -Estás lápidas son como un ancla cuya cadena está sujeta a su corazón y mientras este atado a ellas no podrá...

El Supremo lo miraba con atención y cuando Tapion lo notó no pudo seguir hablando y desvío la mirada.

-¿Qué ibas a decir?

-Nada-balbuceo Tapion y miró en dirección al bosque.

-Debes extrañar tú mundo, tu familia ¿no Tapion?-preguntó de pronto el Supremo Kaiosama sin apartar los ojos de la lápida donde descansaba su mano.

Ecos del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora