Veinticinco.

629 116 35
                                    

Una vez que volvieron al templo, lo primero que hicieron fue ir con Minotia para dejarle la nueva ocarina en el cinto, como solía llevarla. Era triste para todos ver como un niño tan pequeño tenía que sufrir tanto y todos esperaban que aquello fuera suficiente para terminar con ese penoso asunto.

Los días siguientes alimentaron las esperanzas de que todo estuviera bajo control. El pequeño ni siquiera recordaba lo sucedido y se le dijo que el medallón era un regalo del Supremo Kaiosama y que no podía quitárselo.

"No mortifiquen al niño" fue la frase que les dijo el antepasado y ciertamente ninguno quería hacer algo así.

Pasó una semana y todo iba bastante bien. Shin vigilaba el universo a través de aquellas esferas de cristal de las que a veces se rodeaba en su habitación y en otras ocasiones salía a explorar los mundos en compañía de Kibito y Tapion.
También se iba solo cosa por la que siempre terminaban reclamandole.

"Los Supremos Kaiosamas jamás van solos a ningún lado. Podrías morir o quedar lastimado y eso provocaría grandes problemas recuerda que si mueres también muere Bills y si ese patán no está muchos enemigos podrían surgir, sea como sea su existencia mantiene a sujetos como Freezer bajo cierto control"

Fueron las palabras del antepasado en una de esas oportunidad. El Supremo Kaiosama no replicó, se limito a oír en silencio el resto del sermón.

Desde su lugar, Tapion oía todo aquello. Le disgustaba saber que el Supremo Kaiosama compartiera ese lazo con el dios del la destrucción, pero no había nada que él pudiera hacer al respecto. Eran cosas divinas que ni siquiera podía llegar a comprender o tal vez si y mejor de lo que el mismo creia. El Supremo Kaiosama, su señor como prefería llamarlo, era un dios más allá de como él lo viera y con frecuencia terminaba reprochandose su osadia, mas desde aquel día en que se besaron no habían vuelto a tener ningún acercamiento.

Unos días después al sermón del antepasado, el Supremo se encontró con algo de tiempo libre, entre sus demandantes rutinas, y así fue que decidió que era el momento de hablarle a Tapion, sino lo hizo antes fue por el estado de su hermano y porque le parecía de mal gusto hacerlo justo después de dar por terminado su historia con el el dios de la destrucción. Además él también necesitó tiempo para apasiguarse y finalmente había decidido que era el momento.

Tapion entrenaba su concentración tal como se lo ordenó el antepasado,
sosteniendo todo el peso de su cuerpo sobre un dedo sobre una delgada vara puesta en mitad de un estanque. Ahi llevaba horas, en completa calma y armonía, hasta que el Supremo Kaiosama decidió hacerle una mala jugada sin ningúna mala intención.

Shin solo había decidido acercarse silenciosamente, levitando, hasta quedar en la misma pocision que él y lo llamó en voz baja buscando no distraerlo, pero su voz tuvo el efecto contrario y terminó por arrebatar a Tapion abruptamente de su meditación, haciendo que fuera a dar al estanque, lo que no hubiera sido tan terrible sino hubiera sido porque Tapion no sabía nadar y ese estanque era un tanto profundo.

Una vez en la orilla, Tapion pudo respirar aliviado y un tanto avergonzado de que el Supremo tuviera que haberlo rescatado otra vez. Mientras Tapion estaba tratando de recuperar la compostura, Shin no pudo evitar soltar una risita al recordar como había sido la primera vez que lo vio hacia ya tantos años. Por supuesto aquello también refresco la memoria de Tapion y poniéndose de pie, al mirar al Supremo no pudo evitar reírse también.

-Entonces nunca aprendiste a nadar ¿verdad?-le preguntó Shin sonriendo.

-Después de casi morir en las fauces de ese mounstro acuático,
no volví a entrar al agua jamás- confesó Tapion con una sonrisa algo nerviosa.

-Eras solo un niño en aquel entonces-acotó el Supremo.

Cierto, tendría tal vez la edad de Minotia cuando cayó a un lago desde un precipicio y por poco muere devorado por un gigantesco pez, sino es porque el Supremo Kaiosama apareció y lo salvó. Tapion sonrojo al recordar su llanto patético en los brazos del mismo muchacho que lo miraba en ese momento con la misma cálida y alegre sonrisa de aquel entonces.

Fue en ese momento que Tapion quedó cautivo del Supremo Kaiosama, cuando ni siquiera entendía porque el corazón le saltaba cada vez que él lo miraba, que pronunciaba su nombre que le hacía una caricia. Lo entendía perfectamente ahora e incluso lo admitió abiertamente delante del dios de la destrucción,pero hasta ese momento no lo había hecho como se debía, no se lo había dicho directamente a él. Tal
vez, quizá, eso era lo que faltaba para de una vez saber si el tenía una oportunidad de...
Se interrumpió y miro al Supremo Kaiosama tratando de buscar la mejor forma de decirle todo lo que sentía, pero quedó en blanco y apartó la mirada.

-Por cierto- exclamo el Supremo Kaiosama-Te traia un regalo-dijo luego de levantar la mirada al cielo y alzar su brazo cuán largo era.

Una espada se dibujó en el aire con delgadas líneas luminosas que dieron pasó a unas más gruesas hasta que en un parpadeo el objeto se materializó y cayó en la mano del supremo.

-Esta hecha de acero Katchin- le dijo-Te aseguro será muy difícil de romper.

-Yo...-balbuceo Tapion al recibir la espada-se lo agradezco...

Tapion desenvaino la espada de afilada hoja negra y con su enorme destreza, como espadachín, dio unos golpes al aire para probarla.

-La hoja es flexible, aunque es algo pesada, pero tiene la envergadura apropiada-dijo mientras la giraba en su mano.

-Me alegra que te guste.

-Aquella vez también me dió una espada- exclamó Tapion como si de pronto hubiera recordado algo-Me dijo que con ella defendiera a mi gente ,a mi mundo y se fue sin permitirme decirle algo...

-¿Qué cosa?-preguntó el Supremo Kaiosama con una expresión de intriga.

-Que soy el ser más atrevido que existe-dijo apoyando la espada en el suelo para descansar sus manos en la empuñadura-Que he cometido un osadia tremenda, que me olvide de que soy un mortal y me atreví a enamorarme de un dios y que en mi temeraria y desvergonzada acción desafie a otro, solo porque él que yo amo me mirara.

Tapion guardo silencio un momento, el Supremo Kaiosama entendía bien esas palabras, pero le tomaron por sorpresa. Se suponía que el que venia a decir algo al respecto era él y terminó oyendo esas palabras que ciertamente lo dejaron con ganas de oír más, aún que ya conocía el final.

-El tiempo para él y para mi transita de una forma muy diferente- continúo Tapion- Porque en su mundo está a salvo de los tormentos mortales y yo, en mi soberbio a fan, pretendo regalarle el dolor de la muerte, porque quiero que me ame y si lo logro él tendrá que verme morir... será mi vida un suspiro en su magna existencia- señalo y avanzó hasta el supremo para arrodillarse frente a él- Será mi vida una leve caricia en su corazón que terminara en el vacío de la muerte ¿podría usted, aun así, amarme? yo te amo Shin.

Nunca antes se le habían hecho una declaración de amor. Era la primera y venía de Tapion, como también su primer beso y tantas otras pequeñas y gratas experiencias que vivía con él,por vez primera y que quería seguir teniendo.

-Te quiero Tapion, te quiero como a ninguno-le dijo el supremo tomando el rostro de Tapion entre sus manos- Llegar a amarte es una posibilidad que quiero tomar...

Tapion se sonrió, jamas (ni en sus mejores sueños) creyó tener esa oportunidad y como un niño que se encuentra con un ser amado al que hace tiempo no veia,rodeo la cintura del supremo con sus brazos para hundir en su abdomen su rostro y sentirse finalmente feliz.

Sin proponérselo terminó por hacer caer al supremo de espaldas contra el suelo.El sol lo obligó a ampararse los ojos con en antebrazo hasta que sintió que algo bloqueaba la luz y apartó su estremidad para encontrarse con el rostro de Tapion,tan cerca del suyo que le fue más que evidente lo que él buscaba, pues tenía la licencia para hacerlo, para reclamar sus besos y sus caricias porque él mismo se la había otorgado y no sintió vergüenza por salir a su encuentro. Rodeandole el cuello con sus manos lo besó sin restricción alguna,pues las puertas estaba abiertas para Tapion como las de Tapion para él. Para que el uno en el otro indagaran cuanto quisieran.
Allí recostados tomando esa posibilidad en un beso se quedaron Shin y Tapion plenos y en paz.

En el palacio del dios en cambió durante esos días no hubo más que tempestad.

Ecos del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora