Diecinueve

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Bills nunca antes había deseado tanto golpear al ángel como lo deseaba en ese momento.

-Sé que está molesto conmigo- le dijo Whis- Pero no espere una disculpa de mi parte, pues no he hecho algo que amerite algo así. Ahora con respecto a observar al Supremo Kaiosama... dejé de hacerlo el mismo día en que Tapion se mudó con él, porque al igual que usted también siento celos y el beso que ví hace unos días me dolió.

El dios guardo silencio, mordiéndose las ganas de gritarle al ángel que se largara, que no quería volver a verlo nunca, que era un traidor que lo detestaba. Le dolía esa doble tracción. Por un lado puso los ojos en el ser que él amaba y por otro lado manipuló todo para que otro se lo quitara. Hubiera querido irse lejos, a otro mundo, pero para eso necesito al ángel y no quería verle, ni escucharle, ni tragarse su comida, ni nada con él. Furioso se perdió entre los árboles del bosque arrastrando con sigo una rabia tremenda. Se sentía atrapado con un enemigo; estaba desolado.

El planeta supremo, el shin-jin lidiaba en silencio con su corazón. Durante los últimos días las palabras del ángel no dejaban de sonar en su cabeza.

"...Esa persona es la única que está en mi corazón y no deja entrar a nadie más"...

Ya no podía seguir negándose  más que era el dios de la destrucción el que aún habitaba su corazón, impidiendo que Tapion entrara y la pregunta era ¿cómo expulsarlo de ahí? ¿cómo podía después de tantos años seguir allí? ¿cómo pudo ignorar que la verdadera razón por la que acudía a esas reuniones milenarias, aun sabiendo que el dios podía estar dormido, era solo por la posibilidad de verlo? ¿Cómo fue que se convenció de que rompió la fusión con kibito porque no se sentía como él mismo, cuando la verdad es que no quería que el dios lo viera así y no lo reconociera? ¿Cómo pudo ignorar que ese abrazo en la exhibición Zen le salió del alma? ¿Cómo había hecho todos esos años para negarse que jamás dejo de amar al dios y que en el fondo, guardaba la esperanza de oír una explicación a todo lo ocurrido? ¿Pero que podía justificar una falta tan grave? pensaba en esas preguntas y se enfadaba. Mucho le tomó llegar a una respuesta y esa fue el odio. Alimentando ese enojo, respirando por las heridas, prestando oído a los ecos de un pasado lleno de tristezas, disfrazando de indiferencia sus deseos; así lo había hecho todos esos años y había resultado bastante bien, mas era solo mentirse constantemente y ya no quería seguir así con ese encono. Quería dejar en libertad al dios de la destrucción para que, Tapion se hiciera dueño de su  corazón, como él sabía que poseía el de él. Porque Tapion era el amor bueno, el amor que cura, que respeta, que es desinteresado que concilia; el amor que él anhelaba.

-¿En que tanto piensas muchacho?-le preguntó el antepasado.

-En nada-respondió regresando su mirada al té-¿Tapion donde está?

-Kibito se lo llevó a entrenar  junto con su hermano, a las montañas- respondió el antepasado-Desde que llegó ese niño no se separa de su hermano, pero...hay algo muy extraño en él.

-¿Algo extraño en Minotia?

-Creo que por ahora no es bueno que ese niño deje este planeta, has caso a lo que te digo.

-Pero Tapion le prometió al pequeño Trunks que él y su hermano irían a jugar con él.

-¡¿Qué no me estás escuchando chiquillo necio?!!-le gritó el antepasado-Te digo que no es bueno que ese niño tenga contacto con más gente. En su cuerpo estuvo encerrado,por mucho tiempo,ese demonio Hildegarn que fue creado en base a la absorción de energía maligna y al ser Minotia un niño, su cuerpo era mucho más vulnerable que el de su hermano y parte de ese ser puede haberse unido a él, a un nivel que no podemos imaginar y eso puede ser muy peligroso. Fue una verdadera imprudencia llevarlo a su planeta incluso.

El rostro del Supremo kaiosama lució algo preocupado.

-¿Esta seguro de eso antepasado?

-No, aún no estoy del todo seguro, pero ese niño absorve energía de manera inconsciente-señaló el viejo shin-jin-de por si es bastante extraño que su cuerpo hubiera estado vagando sin alma por el espacio ¿no lo crees?

-Sí bueno..

-Cuando regrese Tapion yo mismo hablaré con él, ya que parece que te mortifica bastante.

-Si creo que es mejor que usted se lo explique. Es que si usted tiene razón...

-Buscaremos una solución,no tienes que preocuparte tanto.

-Sí claro -exclamó Shin con algo más de ánimo-Por cierto antepasado hoy, por la tarde, iré al planeta Rame.

-No es necesario que me des un un reporte de todo lo que haces,
muchacho si tienes que ir solo vé.

-Lo decía por si Tapion preguntaba por mí...

-Ya  entiendo, no te preocupes se lo haré saber-le dijo el antepasado.

Con aquella respuesta el supremo se apartó de la mesa y se teletransporto al planeta antes mencionado. Un mundo desértico en el que llovía una ves al año y tras esas fuertes y torrenciales lluvias las praderas,
valles y cañadas se plagaban de flores, pero lo más importante para el supremo era que había allí un árbol que daba un fruto muy particular.

Llego hasta dicho lugar para retirarse a reflexionar, quizá en aquel sitio podría encontrar respuestas después de todo fue allí donde muchos esa historia comenzó.

La noche había caído sobre el planeta del dios y el hambre estaba doblegando, pero se negaba a ver al ángel y contra su apetito se quedaba allí,bsentado con los brazos cruzados y una expresión de: "mataré al primero que se me cruce".

De pronto, entre la sombras, vio una banderita blanca agitándose y tras ella la figura del ángel que con una expresión entre triste y amable se aproximaba a él, con una bandeja en la mano. El dios le dió la espalda y el ángel se sonrió ante aquel gesto infantil y con cuidado depósito la bandeja tras el dios y se retiró. La comida olía bien demasiado bien y el tenía mucha hambre. Se resistió tanto como pudo, pero finalmente cedió, se dió la vuelta para tomar el plato y comenzar a engullir con una mezcla de rabia y hambre que le provocó atragantarse con un trozo de carne.

"¿Ahora estás tratando de matarme,Whis?"

Pensó mientras se golpeaba el pecho y tosía estrepitosamente.
Fue en ese momento que noto que en la bandeja había un extraño artefacto como un botón. Lo había visto antes, hace mucho tiempo y sabía lo que era  aunque no recordaba muy bien la condición con la que funcionaba. Cual fuera era lo que necitaba para poder irse de ahí y no tener ver que a su ángel por un tiempo al menos.

Apretó el botón y su cuerpo partió hacia el espacio. Si su memoria hubiera funcionado, en ese momento hubiera puesto más atención a lo que estaba pensando. Así acabó en el planeta Rame al pie un gran árbol. De inmediato sintió la presencia del Supremo Kaiosama y miro hacia arriba. Allí, entre dos ramas favorecido por su estatura estaba el supremo durmiendo pacíficamente. Miró el botón en su mano y recordó que ese artefacto podía llevarlo en sólo cinco minutos al lugar donde estaba el Supremo Kaiosama.
Regreso su mirada al shin-jin y luego dió un vistazo al sitio donde estaban y aquellos ecos del pasado vinieron a sacudirle la memoria.

Ecos del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora