Once

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La paciencia no era una virtud de la que el dios gozará y últimamente se le agotaba más rápido de lo habitual. Estaba inquieto. Siempre iba de un lado a otro por el castillo de brazos cruzados y murmurando. Cuando su ángel le preguntaba qué lo tenía tan alterado por única respuesta obtenía un: "no me molestes,Whis" . Claro que el ángel sabía muy bien cuál era el motivo de su estado. Lo supo desde el primer instante. Al ángel no podía ocultarle absolutamente nada y eso era algo que molestaba todavía más a Bills. Cada ves que con "cinismo" él le preguntaba qué era lo que le pasaba, no podía evitar enfadarse más, pues le parecía que de forma sutil el ángel se burlaba.

Había transcurrido un mes desde que había visto por última vez al Supremo Kaiosama y moría de ganas de saber de él,
pero no había un motivo para justificar una visita al mundo supremo y por ningúna razón iba a pedirle al ángel que lo viera a través de su báculo, pues no tenía una excusa para tal solicitud. La idea de que podía estar con ese sujeto le molestaba enormemente. Aquellas sonrisas que intercambiaron le habían causado un fuego interior que le quemaba de apoco y aún no era capaz de inventarse algo para saber de él y calmar esa molesta sensación. Esa incertidumbre le causaba más y más inquietantes ideas. No fue hasta que el pez oráculo, por poco se estrella con su cabeza al pasar por el corredor que una idea le vino a la mente. Una sonrisa astuta se le dibujo al contemplar su treta,
pero debía aguardar a la mañana siguiente.

Por la mañana, durante el desayuno que últimamente solo compartía con el ángel (estaba tan irritable que prefería no ver a Goku y Vegeta, pues acababa siempre desquitandose con ellos) hizo la petición.

-Oye whis ¿podrías averiguar qué hace el Supremo Kaiosama en este momento?-le pidió con calma y tratando de no expresar mucho interés.

-¿Por que quiere saberlo?-preguntó el ángel.

-Tuve un sueño, una premonición e involucra a ese chico-dijo el dios.

-¿Ah  si? Pues sus premoniciones no suelen ser muy acertadas, señor Bills así que no creo que haya motivos para preocuparse-señaló en ángel en un tono bastante despreocupado ciertamente.

-Insisto, ya sabes que ese debilucho tiene la manía de meterse en problemas que el mismo no puede solucionar.

-Esta bien- aceptó el angel tras una breve reflexión.

Lo que su báculo proyecto tomo por sorpresa a ambos. El Supremo Kaiosama estaba levantándose, con dificultad, de un cráter humeante en el suelo. Su traje estaba estropeado y tenía marcas de golpes en el rostro.

-Al parecer esta teniendo una pelea- comentó en ángel con mucha calma.

-Ese chico jamás aprende- gruño el dios- Rápido Whis debemos ir a rescatar a ese tonto.

-Usted sabe que el mundo supremo está algo lejos si quiere ir rápido, pídale a Goku que nos lleve.

-¡¡Gokuu!! ¡trae tu tracero acá ahoorraaa!- exclamo con toda la potencia de su voz.

Llegaron al lugar exacto de la contienda y sin tomarse el tiempo para evaluar la situación, Bills se fue contra el adversario del Supremo Kaiosama, que en ese momento se lanzaba en su contra con una  espada en la mano. Un puñetazo le bastó al dios para lanzar a ese individuo a volar violentamente hacia una colina semi-rocosa a varios metros más allí. Pero eso no fue suficiente para él, mas justo cuando se disponía a realizar su siguiente golpe la voz del Supremo lo detuvo dejándolo inmóvil a un par de pasos de aquel sujeto que vio desplomarse semi consciente para caer de cara contra el suelo.

-¡Tapion!- llamó Shin bajando del cielo junto al muchacho.

El Supremo Kaiosama logró sentarlo en el suelo apoyándolo contra su pecho y le dio unas palmaditas en el rostro tratando de despertarlo.

Ecos del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora