Capitulo 4

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- ¡NO SABES CREARME BUENOS HEREDEROS, ERES UNA OMEGA INÚTIL! -

gritos, gritos se escuchaban desde el otro lado de la puerta de aquel al ario viejo que se encontraba en su habitación y donde minutos antes su amada madre lo había mandado a esconder.

El ruido de un jarrón rompiéndose, al igual que los llantos desgarradores de una mujer se esparcieron por toda la casa; con ambas manos un niño de apenas 14 años tapo su boca reteniendo sus sollozos, mientras sus ojos se nublaron gracias a las lágrimas, otro grito se escucho y feromonas de tristeza y enojo llenaron el lugar.

-¡NO ME PUDISTE DAR UN ALFA, ERES PERRA INÚTIL! - Un grito mas, para después la casa quedar en un silencio sepulcral.

- ¡No por favor no, perdónale, no lo dañes, es apenas un cachorro! - un grito desesperado de la mujer se escucho desde la primera planta de aquella casa, para después escucharse un fuerte golpe, provocando que todo el lugar quedara en silencio, siendo solo audibles los pasos de aquel Alfa que poco a poco se acercaba a su escondite.

- M-mama...- sollozo apenas audible, sintiendo su cuerpo temblar; de un fuerte golpe las puestas de el armario se abrieron mostrando el cuerpo de su padre Alfa, el cual alguna vez lo amo y lo protegió. - ¿P-papa? - un golpe fue propinado en su mejilla derecha, mientras una mano tomaban de forma brusca su brazo derecho, sacándolo de un tirón de su escondite. - ¡no, por favor no me hagas nada, por favor! - grito desesperado cuando fue tirado a el piso sin ningún cuidado, mientras golpes eran expancian con brusquedad por su cuerpo.

Sus ojos se nublaron callendo inconsciente ante ese horendo recuerdo.


La cabaña se llenó de un aroma a vainilla un poco amargo, al igual que algunas cuantas feromonas nerviosas; Provocando que el único Alfa que se encontraba serca despertara de su sueño ante el repentino aroma que se esparció por toda la cabaña; sus pupilas se dilataron y un gruñido escapó de su garganta, aquel aroma que pensaba averiguar olvidado, le recordaba a ella, a aquella mujer; su cuerpo reaccionó solo, con rapidez se levantó de la cama, saliendo a el pasillo, siguiendo aquel aroma tan conocido para el y su lobo.

Es ella, ella nos está llamando - hablo su lobo, rascando con desespero su interior, con la única intención de poder controlar el cuerpo de su parte humana. - Rápido está en peligro, ¡rápido! - repetía una y otra vez, dando vueltas desesperadas en su interior, sintiendo como si el pasillo se hacía más largo con cada paso que daba, impidiendo su llegada hacia su Omega.

La puerta de aquella habitación se abrió de golpe, dejando salir todo aquel aroma a vainilla amarga, golpeando con fuerza las fosas nasales de el Alfa, sacándole un gruñido de su garganta, mientras sus pupilas se dilataban nuevamente, con pasos firmes y rápidos se acercó a la cama donde descansaba el cuerpo de aquel Omega albino, ladeó la cabeza confundido, por no poder entender cómo aquel Omega tenía el aroma de su amada; un gruñido escapó de su garganta molesto; sin ningún cuidado tomo el frágil brazo izquierdo de el Omega, haciéndolo despertar de golpe.

- Alfa... Me lastimas... - lloriqueo sintiendo sus ojos picar, amenazando con llorar, sintiendo como si la historia se volviera a repetir.

Marcado A La FuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora