Capítulo 25

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—¡Marck!— apretó su mandíbula al igual que sus manos. Todo eso era una tortura.

—¡Quedate quieto! Ya casi termino, la gasa se pegó en tu piel— refunfuño, pero no mentía las gasas que estaban sobre las heridas del Alfa se habían pegado gracias a qué ya estaban sanando.

Soltó un grito adolorido cuando por fin la última gasa fue retirada. No es que fuera dramático, claro que no o si tal vez un poco,  pero encerio le había dolido hasta la conciencia, ahora entendía a qué se refería Marck con que si no se las quitaba se encarnaria junto a su piel. Se arrepentía de no haber dejado que las quitara antes.

—Vez, no fue tan difícil. Pareces un cachorro— reclamo, tirando aquella gasa en el cesto de basura. —Y no lo quería decir pero, te lo dije— cruzo sus brazos parándose frente al contrario.

Lo miro de reojo y bufo, odiaba que tuviera la razón pero, al menos se le hacía un poco tierno verlo de esa manera.

—Si me lo dijiste ya entendí, tú tienes toda la razón del mundo— se levanto poniendo, cuidadosamente, su playera.

—Lo se, yo soy un dios es obvio que tenga la razón en todo, Alfa estúpido— se dió la media vuelta saliendo de la habitación.

—No soy estúpido— refunfuño llendo tras de él.

—Si, si lo eres, eres el alfa más estúpido que conozco— bajo las escaleras llendo por fin a sentarse en SU cómodo sillón.

—No lo soy...— repitió lo mismo, solo que él termino por sentarse en otro sillón aparte. Algo le decía que no tenía que invadir el espacio de aquel Omega.

—Si no lo fueras hubiera confiado en mi desde hace mucho y me hubieras quitado este collar, pero ¿Que crees? Aún lo tengo puesto— se tapo con aquella pequeña frazada y apunto a dicho objeto en su cuello.

—Y si no lo tuvieras puesto aún así te hubieras escapado cómo lo hiciste— cruzo una pierna sobre la otra. —Y claro, si yo no hubiera llegado antes un oso te hubieras matado, me debes la vida— dijo lo último entre dientes mirando en otra dirección.

—¿Disculpa? Tu no eres mi madre como para deberte la vida. Yo no te debo nada, tú me debes a mi, sin mi no hubieras conseguido tu amada empresa, sin mí aquella Omega loca que siempre iba tras de ti y tus carnes no se hubiera alejado y sin mi te hubieras quedado solo en aquel departamento en New York, así que en resumen tu me debes más a mi que yo a ti — dijo siendo arrogante, encendió la televisión.

Otra vez había perdió la pelea contra aquel Omega, siempre tenía razón con todo lo que decía. Asta su lobo se burlaba de si mismo y eso que se suponía que él tenía que apoyarlo en todas y cada una de sus decisiones. Suspiró y se dejó caer en el respaldo del sillón decidido a ver lo que fuera que el pálido quisiera.

—Esa película ya la has visto más de mil veces... Pon otra— demandó observando una vez más el título de la película.

—Mira, yo tengo el control y si yo quiero ver una y mil veces la misma película de Estación zombie, la voy a ver asta que mis ojos se salgan de sus cuencas— dió play dejando que la película se reproducirá.

Soltó otro bufido y se levantó llendo a la cocina, tenía que comer algo o encerio que se arrepentiría de decir que aquella bolita con patas  y cabellos rubios era tierna.

—¡Tráeme unas galletas!— grito desde la sala.

—¡No! ¡Ya estás muy gordo! No quiero que te mueras por un ataque al corazón— saco una botella de agua que estaba dentro del refrigerador.

—¿Que acabas de decir?— la voz de Marck hizo que diera un respingón sorprendido.

Cómo mierda había caminado desde la sala asta la cocina, un tramo de más o menos dos metros, sin hacer ni el más mínimo sonido.

Marcado A La FuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora