Otra vez estaba viendo por aquella ventana, todo lo que se podía escuchar era el movimiento de las hojas gracias al viento, al igual que los extraños sonidos de alguno animales en el bosque.
No sabía cuándo ni siquiera el porqué pero, después de aquella plática entre el Alfa, este había desaparecido. Lo único que recordaba era el sonido de la puerta principal cerrándose y el motor de la camioneta encenderse, para después todo sonido desaparecer en la oscuridad de aquel bosque tan extenso, quedando totalmente solo en aquella pequeña caballa.Soltó un suspiro agobiado, estaba feliz de poder por fin estar solo, sin embargo también estaba preocupado y angustiado de que a aquel estúpido alfa le hubiese sucedido algo y lo abandonada ahí a su suerte y con tal vez un cachorro encamino.
No te preocupes por él, no vale la pena - gruño su lobo apoderándose de todos sus pensamientos.
Claro que él lo sabía, no valía la pena preocuparse por alguien que ni siquiera se preocupaba por mover una sola migaja de pan por él, inclusive, hasta el día de hoy, seguía sin entendía porque lo había lleva a ese lugar.
Revolvió su rubio y sedoso cabello, para después mirara a la puerta; Está era su oportunidad. Paso su mano por su cuello localizando instantáneamente aquel collar eléctrico.No sería una mala idea en mi opinión - alardeó su lobo, moviendo delicadamente su cola de un lado a otro.
Hizo una mueca y volvió a pasar su mano entre su cabello razonando todos los pros y contras que conlleva el llevar a cabo su plan.
Su mirada se clavo en su pequeña mochila y después la dirigió a el armario.Todo estaba puesto en bandeja de plata, tan perfecto que hasta le asustaba. Antes de poder siquiera seguir razonando sus posibilidades, ya se encontraba con su mochila colgada en un hombro.
Bajo las escaleras a toda velocidad, brincando de dos en dos todos los escalones. Miro a sus costados y ingreso a la cocina, se sentía tan emocionado, pero a su vez tan asustado que su aroma era une extraña mezcla entre lo amargo y lo dulce que podía llegar a marearte, abrió una de las alacenas y tomo algunas provisiones.
Colgó su mochila en sus hombros y con una enorme sonrisa salió de la cocina dirigiéndose a la puerta.Tomo la perilla entre sus manos y la giró, pero está estaba cerrada con seguro. Soltó un gruño, con la mirada comenzó a buscar las llaves de la puerta pero no había nada, se las había llevado, su mirada reparó en una pequeña ventana en la sala, la cual daba hacía afuera y para su suerte no estaba asegurada.
A paso veloz se fue acercando a la ventana, puso ambas de sus manos en el marco y con un poco de fuerza la deslizó hacia arriba abriéndola, dejando que la suave brisa de viento pegará en su rostro. Se quitó la mochila para aventarla por la ventana dejándola caer por ahí en el piso, hecho un último vistazo dentro de la cabaña, pero su deseo de poder salir era tan grande que su mente no podía pensar en nada más. Saco primero su pierna derecha y después paso su cuerpo restante dejando solo su pierna izquierda del otro lado de la ventana. Apoyo su pie firmemente sobre el pasto y con delicadeza, sosteniéndose del marco de ella ventana, fue saliendo hasta por fin terminar parado frente a la ventana, se agachó para comenzar a recoger su mochila y parte de las cosas que lograron salir de esta.Miro a atrás, admirando la cabaña frente a él, notando todas sus imperfecciones por la antigüedad, la madera desgastada uñas grietas de esta, sin embargo era firme, su estructura era tan rústica que le baba un toque acogedor, cuando para él no lo era.
-Después de esto no tendremos vuelta atrás- dijo para sí mismo, retrocediendo lentamente, sin despegar los ojos de la entrada como si esperara a que alguien saliera para evitar su huída.
Cerró con fuerza los ojos por unos breves segundos y se dio la media vuelta, comenzando a correr, su olor delataba lo emocionado e inseguro que estaba, pero él estaba decidido a huir y nadie o nada lo haría cambiar de opinión.
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Marcado A La Fuerza
FanfictionMarck Keiler Pocket un Omega de 20 años de edad, destinado a una vida de maltratos y abusos. Después de su cumpleaños 20 su padre lo vendió a unos traficantes de omegas quienes vendieron a Keiler a un millonario de 23 años de edad llamado William Yo...