Capítulo 18

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El aroma a café recién preparado era agradable; la mañana había llegado y con ella una lluvia torrencial, la cual, según el pronostico del tiempo, duraría todo el día. Soltó un suspiro, dejando de esa manera que el estrés acumulado en su sistema se dispersara a gran escala.

El aun no a bajado - susurro su lobo, disfrutando del agradable aroma de café, combinado con el aroma de la tierra mojada y el estrepitoso sonido de las gotas de agua chocar contra el techo de la cabaña.

–No te alteres, es probable que siga durmiendo...– miro su mano vendada; razonando que una pequeña parte de él, se sentía miserable por el trato que le regalaba aquel omega, sabia que el no tenía la culpa de nada, pero también sentía que era necesario.

Cerró sus ojos recordado lo que pasó la noche anterior, le avergonzaba el pensar que el albino había logrado dejarlo en ridículo, una ves más.

El es digno de todo, es una pena que tú no lo veas - rodó los ojos, en verdad no quería comenzar otra discusión con tan relajante ambiente frente a sus ojos.

–No empieces, ya hablamos de eso– refunfuño cerrando sus ojos y guardando su manos en el bolsillo de su pantalón deportivo.

–¿Interumpo algo?– miro a sus espaldas notando el cuerpo del menor, con el cabello despintado, su rostro hinchado por acabar de despertar y sus pálidas mejillas sonrojada.

–Nada interesante... Quieres café– dijo en un tono desinteresado, regreso su mirada a la ventana y dando un trago a su taza de café.

Los ojos de Marck se abrieron y metió uno de sus dedos a su oído, intentando despejarlo de la sucedida que se alojaba ahí, ¿acaso había escuchado bien?, ¿ese estúpido alfa le había ofrecido una taza de café sin decirle nada ofensivo y sin usar un tono molesto o alterado?, Estaba sorprendido.

–En el dado caso de que acepte el café... ¿No me le pondrás algo?–entre cerró sus ojos y cruzo sus brazos, levantando una ceja dudativo.

–¿Quieres o no?– gruñó el pelinegro alejándose de la ventana y caminando a la cocina para él, poder rellenar su taza con café.

La sonrisa en el rostro del contrario no tenía precio.

No te confíes... - escuchó a su lobo antes de poder siquiera entrar a la cocina.

La imponente figura del alfa le dió la bienvenida a la cocina; este estaba con la cafetera en la manos virtiendo el contenido de esta en un par de tazas de color blanco.

–Con que quieres tú café...– pregunto el mayor, dejando ambas taza sobre la mesa, dandose la vuelta para tomar un pomo de azúcar y dejarla sobre la misma.

–Con un poco de leche, no me gusta el café tan amargo...– frunció sus ceño al imaguinarse el desagradable sabor amargo del café.

El pelinegro rodó los ojos, pero hizo caso, sacando del refrigerador un envase de cristal rellenado con leche,  virtiendo una mínima cantidad dentro de la taza que seria para el albino.

Es igual a ella...- logro escuchar a su lobo, mientras guardaba el envase de cristal en el refrigerador.

Levantó la mirada observado como el peliblanco, echaba algunas cucharadas de azúcar dentro de la taza.
Parpadio un par de veces, asta que una imagen vaga se formó frente a sus ojos el cabello del contrario había tomado un color negro y se había vuelto bastante largo, al igual que sus ojos tomaron un color grisáceo.

Abrió sus ojos sorprendido, parpadio nuevamente y la silueta del Omega regreso a la normalidad.

–¿Tengo algo en la cara?– pregunto el contrario con una pisca de curiosidad mientras daba un sorbo a su taza de café.

Marcado A La FuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora