Capítulo 15

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Los primeros rayos de luz solar empezaron a hacer acto de presencia en aquella ciudad tan atareada; un pequeño grupo de betas se encargaban de subir algunas cajas y maletas a una camioneta de modelo reciente, mientras a sus espaldas un alfa pelinegros hablaba por teléfono.

-Si... Gracias... por favor le pido disculpas por esto pero es necesario... muchas gracias señor feebloth... saludarme a su esposa... adiós...- colgó el teléfono y con un rostro monótono miro a los hombres que subían sus cosas en la cajuela.

-Estas son las últimas cajas señor, necesita que vallamos a por el Omega- pregunto un joven beta acercándose a donde se encontraba su jefe.

-No, esta vez yo me encargaré, no quiero que alguien más terminé lastimado por intentar sacarlo de su escondite- refunfuño, mirando a la entrada del edificio de donde salina sus últimos betas. - lleven la camioneta al estacionamiento, saldremos por hay- ordenó, dando vueltas por sobre sus talones empezando a adentrarse en el edificio.

¿Encerio?, Se que en verdad no te interesa que los lastimen - se burló el lobo, saliendo de entre las sombras.

Ignoro si comentario sarcástico, subiendo a el ascensor que lo llevaría su departamento; en cuanto las puertas se cerraron dejo recargada su espalda contra la pared metálica, consentrandome en los números que marcaba el contador habitando en qué piso se encontraban.

-No me interesan, pero no quiero perder a otro chico porque ese estúpido los ataca- soltó con brusquedad.

Ese estúpido es mi pareja y por quién estás dejando tu trabajo para intentar remediar los que dañaste - gruñó molesto ante el apodo empleado a SU pareja.

-Segun tu, para mí no es más que- - miro su reflejo en la superficie metálica, en busca de tranquilidad.

Un sustituto creo que me lo dejaste muy demaciado en claro, tranquilo - dejo caer su cuerpo en el piso relajado, al saber que almenos estaba cumpliendo uno de sus caprichos en mucho tiempo. - Gracias por darme la oportunidad - bostezo, enseñando sus relucientes y imponentes colmillos.

-No lo hago por tí, lo hago por mi propio pellejo- las puestas del ascensor se abrieron, dejando bajar a el único pasajero.

Camino asta llegar a la puerta de su propio departamento; no le agradaba mucho la idea de dejar su trabajo, pero en esta ocasión era necesario y sé intentaba convencer de que solo serían algunos días o semanas depende cuando tardaría en arreglar las cosas.
Entro, pudiendo percibir el débil aroma del Omega, le agravaba tanto poder sentir el aroma a vainilla de su amaba, le llenaba el alma, aunque también se la destrozaba al darse cuenta que este no provenía de ella exactamente.

Es perfecto y extraño ¿no? - interrumpo su lobo llenándose por ese agravale aroma.

-¿El que?- levantó una ceja confundido de que era a los que se refería.

El que ambos compartían el mismo aroma, cuando se supone que ningún aroma es igual al de otro, puede ser semejante pero jamás igual y el de ellos dos es igual en todo - explicó relamiendo su hocico, pensativo.

El silencio no se hizo esperar, jamás lo había visto de esa forma y era verdad tenían tantas similitudes como que cuando se molestaban su nariz se arrugaba o el extraño afán por el color amarillo.
Suspiro y sacudió su cabeza no era momento de pensar en eso tenía que sacar a mark y llevarlo al estacionamiento para irse.

Subió las escaleras tranquilo, acercándose, poco a poco a la puerta del girasol; tocó con sus nudillos es espera de una respuesta que jamás llegó.

-Voy a entrar- fue abriendo la puerta dejando al descubierto que la habitación era como una cueva y en el medio sobre la cama un pequeño bulto de ojos brillantes se encontraba ahí.

Marcado A La FuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora