Capítulo 8

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Llevábamos igual cosa de diez minutos lo que a mi me pareció una eternidad.
Estaba realmente aburrida, no sabía que hacer.
Dylan levantó la cabeza del libro y miró un punto fijo detrás de mi.
Frunció el ceño y apretó la mandíbula notablemente.
¿Qué le pasa?

— ¿ Qué mierda está haciendo aquí el capullo ese? - escupió con asco mientras que levantaba la mandíbula y apuntaba detrás de mi.

Me giré acompañada de los chicos que también miraron curiosos detrás mía.
Ahí estaba él con dos chicas. Iban en dirección de la mesa donde estaba sentado Matt.

—¿ Qué hace aquí? - susurré para mi, pero todos en la mesa me lograron escuchar.

Dylan apretó aún más la mandíbula. Sabía que estaba enfadado.
Dylan y Jordan siempre se habían odiado, y cuando le conté lo que pasó con él, le odio aún más.
Decía que yo me merecía a alguien mejor, no a un capullo de gran tamaño como él.
Se levantó decidido y me abrazó.
Lo agarre como si este fuera nuestro último abrazo.
Dylan no era de expresar sus sentimientos hacia nadie, pero cuando lo hacía, era como un osito achuchable, y yo valoraba mucho aquel gesto.
Me acarició el pelo mientras que me susurraba aquella canción al oído.
De pequeños, cuando algo nos pasaba, nuestra abuela materna nos cantaba una canción, que según ella, aliviaba todos los males. Y así era, era escucharla y te alegrabas. Bueno, a lo mejor no nos alegraba eso. Nos alegraba ver a nuestra abuela recordar aquello. Ella sufría de alzheimer. Y sí, sufría, ya que murió de un ataque al corazón.
Desde su muerte, nos cantamos aquella canción cuando estamos mal, nos recuerda a ella, a esa conexión que teníamos con ella.

Al cabo de unos minutos Dylan se separó de mi y se puso en cuclillas delante mía, haciendo que yo quedara más alta que él.

—¿ Quieres que le rompa la mandíbula? -preguntó tranquilamente.

Sonreí y negué con la cabeza.

— Solo quiero salir a tomar el aire - susurré bajando la mirada.

Dylan asintió. Sentí una mano acariciando la espalda. Giré la  cabeza lentamente y mi mirada se conectó con la de Stephen.

— Vamos - me susurró señalando la puerta de la cafetería.

Me levanté lentamente y seguí a Stephen hasta llegar afuera.
Estábamos en el aparcamiento.
Me senté en el dobladillo de la acera del aparcamiento mientras que Stephen sacaba un cigarro y se lo fumaba enfrente mía.
Al cabo de un rato, tiró el cigarro lejos, se agachó enfrente mía, hasta quedar a mi altura y me susurró :

— ¿ Estas bien pequeña?

Me había llamado pequeña. ¡ME ENCANTABA! Sonreí inconscientemente y asentí a la vez que limpiaba todo rastro de lágrimas.
Este asintió y también sonrió, se levantó.

— Vamos, que vamos llegar tarde a clase.

Lo miré incrédula con el ceño fruncido mientras que una risa amenazaba con salir.
Él sin embargo estalló en carcajadas.

— Bueno vale, me has pillado. No me importa llegar tarde, pero faltan solo dos minutos para que empiecen las clases, y tu hermano me va a matar.

¿¡ QUÉ ?! ¿¡DOS MINUTOS?!
Salí corriendo mientras que Stephen se descojonaba de mi todavía en el aparcamiento.
Llegué justo a tiempo a clases.
Me sitúe al fondo de la clase, en una de las mesas al lado de la ventana, y me distraje mirando en paisaje.

Al finalizar las clases me quedé la última. No quería quería volver a casa todavía. Tampoco quería enfrentarme a Matt porque sabía que me pondría como una fiera cuando lo viera con lo que había pasado con Jordan.
Cogí la mochila y andé hacia la salida.
Estaban totalmente desiertos, no había nadie por ellos, ni siquiera una limpiadora.
Iba caminado hasta que escuché un grito de fastidio delante mía.
Se parecía a una rata y empecé a tener miedo.
¿ Había ratas en el instituto acaso?
Seguí caminando preparando para luchar con alguna rata pero lo que vi fue totalmente diferente.
Había una chica rubia muy guapa y con un cuerpazo de espaldas a mi. Tenía una voz chillona parecida a los gritos de una rata. Era una de las chicas con las que estaba Jordan esta mañana.
Estaba discutiendo con Stephen.
Seguí con mi camino como si no hubiera visto a nadie, pero para mi mala suerte Stephen me agarró del brazo y me dio la vuelta.
Lo miré interrogativa.

— Brittany, entiendelo, solo fuiste un polvo de una noche, no soy tu novio ni nada por el estilo. Además, te presentó a mi novia, Allyson - Stephen sonrió cuando acabó de decir eso y me atrajo hacía él. Rodeó posesivamente mi cintura con su brazo.

Aquella chica parecía que iba a echar humo por las orejas y eso me produjo gracia.

— ¿ De qué te ríes niñata? - preguntó con esa horrorosa voz de pito.

— De nada - sonreí falsamente. Cogí la mano de Stephen y le tiré suavemente para que andará hacia delante - vámonos "cariño" - pronuncié más alto y fuerte la palabra cariño.

Se dio cuenta y eso solo hizo que hirviera más.

— Esta me la vas a pagar niñata, y tú - señalo a Stephen con su dedo índice - te aburrirás de esta... cosa, y volverás a mi.

— No creo que eso ocurra, ella me da mucho más placer que tú, me encanta como me lo hace todas las noches, me vuelve loco. Y una última cosa, no te le dirijas la palabra ni a mi novia ni a mi si es posible.

Dicho esto salimos del instituto todavía cogidos de la mano.
No sé que mierda acababa de pasar, pero de una cosa  estaba segura, me había encantado.

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