Una semana ha pasado ya desde que perdí a la persona que más he amado en este planeta. El color gris volvía a mi vida y esta vez era mucho más lúgubre que antes. Mi vida volvía a ese sin sentido una vez mas donde estuve atrapada e irónicamente fui yo la causante del regreso. Mis lágrimas se habían secado de tanto sufrir pero eso no significaba que mi corazón no haya dejado de llorar. Perderle dejaba un vació enorme en mi pecho el cual ni un par de calmantes eran capaces de ayudarme. He dormido poco y me he dedicado a mi aburrido trabajo para poder escapar del dolor que mis decisiones han causado. Mis malas elecciones me tenían en este marasmo interminable de soledad, dolor, angustia y un sinfín de malos sentimientos los cuales sentía que me carcomían el alma. Mi tragedia parecía ser más inmensa en ese momento incluso más que la destrucción de aquella civilización antigua de la cual leí en mis días de universidad aquí en Kanto llamada Pokelantis. Extraño nombre he de decir.....en fin......era yo y mi dolor juntos en mi oficina a altas horas de la noche.
Lo más extraño de todos estos sucesos es que parecía como si ese mundo de fantasía que Ash me regalo se haya desconectado de mi vida repentinamente. Luego del incidente donde escape de mi realidad, no tuve más noticias de mi amado ni siquiera de Brock. Parecía todo ser un sueño del cual desperté amargamente, donde ansiaba volver a dormir para llegar a los brazos de mi persona especial la cual en estos momentos ha de estar en brazos de la chica que se me adelanto. No podía enojarme con mi ex secretaria porque ella haya hecho su confesión y su lucha mejor de lo que yo pude hacer, creo que Ash le conto acerca de lo nuestro ya que no volvió a aparecer en la oficina.
Mi soledad se hacía mayor cada vez que me fijaba en esos detalles ya que hasta el mismo Khristophe dejo de molestarme luego del incidente de la harina. Mi vida ahora tenía la fachada de ser una eterna prisión, aunque la luz del sol iluminaba mis días no podía penetrar ese color gris que dominaba mi visión.
La noche ahora abrumaba toda la ciudad y los colores oscuros eran los que predominaban mi vida, mis lágrimas volvían a caer sobre el suelo, ya no podía ocultar mis sentimientos ni siquiera en la distracción de mi trabajo. Toda esa semana me he quedado hasta las doce de la noche ya que siempre que llegaba a casa era a derramar mi tristeza en mi fría almohada. Mi lamento se hacía mayor con cada minuto que pasaba y al final sucumbí, no pude aguantar más y volví a llorar desconsoladamente tratando de desechar todo mi dolor acumulado pero era imposible olvidar su tacto cálido que recorría mi piel cada vez que el tomaba mi mano, era realmente difícil olvidar esa bella sonrisa tan brillante como el mismo sol, era tortuoso saber que su boca no sería mía ya......y que sería propiedad de otra, simplemente mi pecho, mi alma y mi corazón no soportaban ese hecho. Me sentía cansada, adolorida, sin ánimos de vivir incluso. Iba a tener otra noche larga de trabajo para poder alivianar este padecimiento.
-Toc Toc- Escuchar la puerta de mi oficina era algo realmente rato estos días, es decir, además de seguridad yo soy la única que se encuentra en el edificio. Me levante para atender a la persona que estaba detrás de esa puerta rogando que no fuese Khristophe ya que sería la gota que derramaría el vaso de mi paciencia hacia la vida misma. Levantarme no fue difícil a pesar de mi carga emocional y al llegar a la puerta lentamente observe a la persona quien menos espere ver en esos momentos.
-Tu.....- No podía evitar sorprenderme por la persona frente a mí.
==== Apartamento de Ash ====
Ahí me encontraba en esos momentos, meditando acerca de mi vida. ¿Perdí a Serena? Honestamente no sabía que pensar en esos momentos. Decidí seguir el consejo de Brock cuando por fin conversamos acerca de todo en el trabajo. Tenía que darle su espacio a Serena antes de ir hacia ella y aclarar todo. El shock emocional era demasiado grande incluso para mí.
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Deseos Congelados en el Tiempo.
Romance"Serena es una joven que vive el día a día sin colores, sin emoción ni deseos. Sonrisas falsas por aquí y por allá era su diario vivir. Complacer a los demás antes que a ella sin sentir satisfacción. Lo que ella no sabe es que la vida puede cambiar...