La vida era realmente injusta. ¿Por qué aquellos momentos de felicidad eran tan cortos y aquellos donde parecía una vil tortura duraban una eternidad? Me he hecho esa pregunta toda la semana. Luego de mi vergonzoso incidente en las calles de esta gris ciudad todo pareció volver a la normalidad para mi mala fortuna.
El único testigo de mi momento de debilidad, aquel joven que me hizo recuperar los colores de la vida desapareció como si se tratase de una cruel ilusión. Me he recriminado a mi misma mil y una veces el no haber tenido el coraje de preguntarle quien era. ¡Rayos! Ni su nombre pude obtener. Me sentía culpable de tildarlo de interesado al ahora ser yo quien demandaba su compañía nuevamente en mi vida. Solo me quedaba el triste consuelo de ver a través de la ventana las gotas de lluvia caer en las calles con la esperanza de volver a verlo. ¿Cómo iba a ser eso posible si la ciudad era inmensa? Tercamente me aferre a esa esperanza solamente acompañada por mis suspiros llenos de anhelo.
Los días en la compañía habían sido muy laboriosos. Reuniones aquí y por allá era lo que me tocaba atender hasta el punto de salir tarde por las noches. Mi cuerpo no soportaba el frio de la noche y muchas veces caí víctima del cansancio diario. Ese día libre que tanto me merecía era insuficiente para recobrar mis energías. El no conocer a nadie también aportaba a mi falta de descanso y ocio.
Me recline en mi silla de trabajo volviendo a remembrar esa sonrisa tan brillante que me ilumino en esa mañana gris. Aquellos pocos minutos habían tenido más efecto de lo que pensé. El recordar el calor de su mano desaparecía el frio de mi ser. Sus palabras aun tenían el mismo fuerte eco en mi cabeza. Ese tono era demasiado jovial y lleno de energía. No podía evitar reírme por lo irresponsable que me había parecido al preferir llegar tarde antes que dejarme ahí sola. Mi corazón aun latía fuerte por ese noble gesto y me sentía culpable de haber pensado mal de él. ¿Por qué lo necesito tanto? ¿Por qué esta necesidad de verlo de nuevo? ¿Qué me pasaba? Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido que mi teléfono produjo sacándome de mi bello trance.
-Serena Yvonne al teléfono.- Ya era una costumbre responder de esa manera robótica debido a mi trabajo.
-¡Hola corazón!- La voz de aquella persona que mi familia me impuso sonó a través del auricular.
-Hola Khristophe. ¿Qué tal tu viaje en Johto?- Ese chico me había acortejado durante años desde que nuestras familias coincidieron. Él era un artista muy famoso en mi región natal y también un hombre de negocios exitoso. Cualquiera podría decir que era el partido perfecto para cualquier mujer.
-¡Maravilloso! Conseguí cerrar los contratos con la constructora y podre abrir mi siguiente galería de arte en la región.- En efecto su eficiencia hacía gala de nuevo.
-Me alegro mucho por ti. ¿Volverás a Kalos luego de ese viaje?- Por los ánimos que sentía esos días era lo que más deseaba.
-De hecho quería ir a visitarte ya que ambas regiones están muy cerca. Desde ciudad Goldenrod será fácil llegar usando el magneto tren. Te he extrañado mucho Serena.- Lo que más temía se hizo realidad. Siempre que él quería estar cerca de mi intentaba tener esa intimidad que nunca le otorgue. Claro, siempre fue muy educado ante mis negativas pero aun así era incomodo repetir una y otra vez la misma situación. Crecí siempre creyendo que debía de entregarme hasta llegar al altar aunque con el paso del tiempo eso fue haciéndose más que otra falsedad. Yo simplemente quería ser de aquella persona que amara con todas mis fuerzas así como él... ¿Momento? ¡Porque pensé en ese joven en ese preciso instante! El rubor fue notable en mi rostro.
-¿Serena, te encuentras bien?- Su pregunta me trajo de la tierra de la fantasía a la gris realidad.
-¡Sí! ¡Sí! Estoy bien. ¿Cuándo vendrás de visita?- Me forcé a preguntarle deseando que al menos no fuese pronto.
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Deseos Congelados en el Tiempo.
Romansa"Serena es una joven que vive el día a día sin colores, sin emoción ni deseos. Sonrisas falsas por aquí y por allá era su diario vivir. Complacer a los demás antes que a ella sin sentir satisfacción. Lo que ella no sabe es que la vida puede cambiar...