¿Cuántas veces había tomado el mismo camino para llegar a mi trabajo y ver el mismo escenario el cual me parecía lúgubre? No me malentiendan, no soy una persona que detesta la vida ni nada por el estilo, es simplemente que esta perdió los colores que antes podía observar con facilidad. Mi diario vivir me había convencido de ello.
Mi nombre es Serena y tengo 25 años. Mi sueño de niña siempre fue ser confeccionista pero mi familia siempre se opuso y a pesar de mis esfuerzos por seguir mi camino ideal, termine con un aburrido trabajo de oficina. La paga es buena pero cambiaría todo el dinero del mundo por un color vivo que llenara de luz las sombras de mi corazón. Hace mucho tiempo me di la ilusión de que el amor era la respuesta a este problema que tengo. Cinco años atrás mi familia me hizo comprometerme con aquel joven de familia de buena posición económica con el objetivo de hacer crecer nuestro patrimonio. Él es mi novio actual, no es una mala persona pero lo que yo creí era el amor resulto ser falso al final de cuentas. Mi relación con el era simplemente cuestión de costumbre al convivir con el muy seguido. Créanme, intente enamorarme locamente de él pero ni una chispa ha saltado luego de todo este tiempo. A final de cuentas era mi obligación complacer a mi familia.
Luego de terminar la universidad obtuve un excelente trabajo en mi región natal Kalos gracias a mis excelentes calificaciones y desempeño.... ni eso era suficiente para mí. Solo conseguía adulaciones hipócritas de parte de la gente. Gracias a mi gran habilidad en el área de administración, los altos ejecutivos de la compañía me dieron la oportunidad de ser la líder corporativa de la nueva sucursal próximamente a abrirse en Kanto. Mi familia a pesar del compromiso acepto ya que eso elevaría mi status social y pues con mi novio quedamos de vernos seguido ya que tenía la facilidad de viajar de región en región si él lo deseaba.
Comencé a vivir en ciudad Azafrán hace ya un mes exactamente, pero nada había cambiado. Los mismos tonos grises se apoderaban de mí ser día a día. Decidí esta mañana tomar el transporte público para llegar a mi trabajo con la vana esperanza de que algo podía cambiar... pero todo era igual. A pesar de ello, era un cambio agradable si lo comparábamos con la soledad que sentía al manejar mi automóvil cortesía de mis jefes por supuesto.
El ambiente a mi alrededor era frió, muy frió. Era normal para cualquiera sentir la temperatura baja al estar en los últimos meses del año pero creo que incluso en el verano más caluroso me hubiese sentido igual. La bufanda de color rosa alrededor de mi cuello no tenía el más mínimo efecto en mi cuerpo. El problema al final de cuentas no era de afuera si no dentro de mí. Lo peor de todo es que estos sentimientos, pensamientos y sensaciones solo eran para mí, no tenía el lujo de compartirlo con nadie. Soy muy orgullosa como para contárselo a cualquiera incluyendo a mi misma familia. No es que no ame a mi mamá ni a mi papá, pero ellos no eran los que podía brindarme esos colores que ansiaba.
El frió hacia más efecto en mí gracia un descuido donde olvide mis guantes. Frote mis manos para conseguir ese calor que tanto he anhelado en mi vida pero aunque mi piel fuera capaz de sentirlo, mi corazón era otra historia.
El tren había hecho escala ya a mi destino. Pude observar a mí alrededor como las personas bajaban con un ritmo ajetreado y no tuve más opción que unirme a ellos. Como deseaba yo tener mi propio ritmo. Al salir de la estación pude ver como el tráfico vehicular era el amo y señor de aquella mañana de lunes.
Me felicite a mi misma de haber tomado una sabia decisión de no conducir ese día. Vi el reloj que mi novio en Kalos me regalo hace poco y vi que aun tenía tiempo, así que decidí no caminar a prisa para encontrar ese color que tanto buscaba. Lastimosamente el mar de gente apresurada para no llegar tarde me lo impedían. Lo único que podía diferenciar de toda esa multitud era aquel cielo gris de invierno que tenía un parecido enorme con mis sentimientos y la luz de los semáforos que nos indicaban a todos cuando proseguir o parar.
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Deseos Congelados en el Tiempo.
Romansa"Serena es una joven que vive el día a día sin colores, sin emoción ni deseos. Sonrisas falsas por aquí y por allá era su diario vivir. Complacer a los demás antes que a ella sin sentir satisfacción. Lo que ella no sabe es que la vida puede cambiar...