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Kelsey P.O.V. (Maratón 3/3)

—Disculpe, ¿Podría soltarme?

—Lo siento, ¿Dónde están mis modales?

Observé por encima del hombro del moreno y Justin tenía la mirada fija en mí mientras las dos mujeres le hablaban sin cesar.

—Discúlpeme usted a mí. Soy Kelsey por cierto —le entregué mi mano al hombre frente a mis ojos.

—Un dulce nombre para una preciosa dama —me sonrojé sin poder evitarlo. Por más estúpido que haya sido fue tierno— Me llamo Philip, Philip Ray.

—Encantada —me estrechó la mano.

—El gusto es mío. ¿Le gustaría tomar algo? No puedo permitir que se marche cuando la noche es tan joven.

Una carcajada se escapó de mis labios y Justin comenzó a despedirse de las mujeres sin siquiera parpadear en mi dirección.

—Por supuesto. —Philip colocó su mano por delante e hizo ademán de que lo siguiera.

Me senté en el taburete y una ráfaga de viento helado golpeó mi corona.

—Philip —el tono firme, seco y grave de Justin provocó estragos en mi interior.

—Justin —el moreno utilizó el mismo tono pero no se le asemejaba ni en lo más mínimo.

—Veo que conociste a mi mujer.

—¡Ah! Kelsey... sí, sí. Una mujer encantadora —tomó mi mano y depositó un beso en ella provocando que Justin se la quitara y colocara la suya por sobre esta.

¡Joder! Le falta sólo mearme y ha terminado de marcar territorio como Dios lo manda.

—Nos vamos, un gusto volver a encontrar Philip.

—Adiós Justin. ¿Kelsey, te quedas a tomar algo?

Mis ojos vagaban desde Justin que exhalaba como un demonio que había perdido totalmente su cordura y el moreno que me miraba con ganas de devorarme hasta el último cabello.

Supe que no debía pensarlo una centésima segundo más.

—Creo que por hoy he bebido demasiado, igualmente gracias.

—La próxima vez será, no te preocupes. —quiso volver a tomar mi mano en gesto de despedida pero Justin me había colocado a su lado por lo que solamente pude despedirme moviendo la misma.

—Te diré algo Kelsey. Me pone. Me pone como un camión verte con ese maldito vestido y veo que no soy el único. Te he dicho que no te separes de mí y ya te ibas sin siquiera consultármelo, sin mencionar el numerito de despedida antes de casi irte frente a mis amigas.

—Amigas —lancé una carcajada sarcástica— ¿Acaso llamas amigas a todas las mujeres que te follas? ¿Yo también soy tu amiga? ¿Sólo soy tu mujer delante de otro hombre?

—¡No digas tacos!

—Que te den.

—Eso vinimos a hacer, descuida.

—¿Qué?

—¿Confías en mí?

*****

A este punto, ya no sabía ni qué ni en qué confiar.

—Kelsey, si no confías en mí en este mismo instante te estoy dejando en tu apartamento y se termina esta relación. Si no hay confianza no hay nada.

Sex Slaves [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora