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KELSEY P.O.V.

Decir que me encontraba sumamente incómoda era un eufemismo. Luego que nos hayan pillado en el cuarto de depósito de vajilla Justin salió caminando triunfador sin importarle las miradas de los trabajadores.

Era más que notorio que habían notado que no estábamos jugando a las damas allí, he de decir que me encontraba colorada como nunca y él todo feliz y vivaracho.

En cuanto tomamos nuevamente rumbo hacia el salón principal Justin no dudó un segundo en tomarme por la cintura sin siquiera mirarme una sola vez. Iba seguro de su paso y caminar, rumbo hacia la mesa donde ponían su nombre junto con el de Rose noté la miradas de tanto mi mejor amiga como la rubia lanzándome odio desde su lugares.

Sabía que Hanna estaba molesta al volver a verme junto a él y que la haya abandonado y Rose... bueno al fin y al cabo siempre fue mi hombre ¿o eso creo?

—Siéntate aquí— Justin me ordenó en tanto extendía la silla que procedía del lugar de Rose y me lanzó una seña con la cabeza. Sabía que era territorio de su empresa todo lo que nos rodeaba por lo que no haría ningún escándalo.

Rose al notar que me encontraba tomando su lugar cruzó el recinto más rápido que el correcaminos. Me fue imposible no colocar mi cara de satisfacción al notar como Justin la interceptaba antes que llegase a mí y su cara se transformó como si hubiese olido un bacalao en mal estado.

El hombre que esta noche quería volver a conquistarme volvió a mi lado, tomó mi mano derecha y colocó un dulce beso delante de todos los presentes.

—Debo realizar el discurso de bienvenida. Espérame aquí.

Rodé mis ojos sin poder evitarlo provocando una cara de sorpresa en el rostro del ojimiel— ¿Acaso tengo otra opción?

Discreta y rápidamente acercó sus labios hacia mi lóbulo jalando de él para luego realizar un muy pequeño camino de besos hacia mi oreja— No te pases, Kelsey. Que intente recuperarte no significa que tomas el control.

Y así en un suspiro que se escapó de mí para ocultar el gemido que quería huir desde mi interior desapareció rumbo al escenario.

Intenté encontrar con la mirada a Hanna pero se rehusaba a conectarlas. Le envié un texto a lo que le echó una mirada para luego brindarme una de muerte. Articulé un pequeño y exagerado "perdón" con mis labios pero sólo revoleó sus ojos y con su dedo índice lo paseó de un extremo hacia el otro sobre su cuello para por último señalas en mi dirección.

"Te mataré"

Sabía que se encontraba molesta pero cuando me coloqué en pie para acercarme hacia ella cierta Barbie decadente se estancó en mi camino.

Noté el dolor en mi mandíbula en el momento que cada paso que tomaba se volvía a colocar en él— Muévete, rubita.

Una estruendosa e insoportable voz aguda salió de su garganta— ¿Discúlpame? Aquí la que no conoce su lugar eres tú— vagó su mirada desde la punta de mis tacones hasta el último cabello maquillado de mis cejas— flacucha —tomó un paso dejándonos enfrentadas por centímetros— No creas que te librarás tan rápido de mí. Esta noche tan solo has cavado tu propia tumba.

—¿Cómo demonios me has llamado y quién te crees que eres? —la ira estaba consumiendo mis venas y era cuestión de segundos para que hierva y explote Troya.

Rose abrió la bocaza para replicarme pero increíblemente Hanna se colocó por delante de ella, brindándole una excelente perspectiva de su trasera— Por si no lo han notado son la comidilla de todo el salón. Vayan a sus asientos y dejen de brindar este maldito espectáculo.

Sex Slaves [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora