Llegué al colegio justo a tiempo para la hora de la salida; temía un poco llegar y que mi mamá hubiese estado allí antes y se diera cuenta de que me escapé.
Me puse los audífonos y me senté en uno de los bancos de la salida del colegio, donde siempre solía esperar a mamá.
« ¡Joder, maldita sea!». Me dije al sentir que alguien me arrancó los audífonos. Creí que había sido Jared, pero la sospecha duró menos de un segundo, ya que inmediatamente una exuberante melena apareció frente a mí; quien acaba de quitarme los audífonos tan bruscamente es Ray Toro. El maldito incluso me mostró su clásica sonrisa simpática antes de irse, a pesar de que hizo lo que hizo por pura maldad, porque sabe que no me gusta que me quiten los audífonos así, con riesgo de romperlos... Es decir ¡¿A quién sí le gusta?!
Ray me da un poco de rabia; le salvé el trasero a ese maldito despreocupado millones de veces. Ya sea en la realidad que conozco o en este sueño, Ray es un malagradecido de mierda. En 1996, cuando decidió tener dos novias sin que ninguna de las dos lo supiera, yo le cubrí la espalda. Cuando una de esas novias se enteró de lo sucedido (porque al final las infidelidades se descubren, no importa cuánta ayuda recibas) y estuvo a punto de decirle a su papá que matara a golpes a Ray, yo intervine y logré persuadir a la chica de que aquello no valía la pena y que podría conocer a alguien mejor, y no sé cómo, pero mi discurso funcionó, porque ella sólo permaneció odiando a Ray pero no hizo nada al respecto. En 1997, cuando Ray tuvo una fuerte pelea con sus padres, yo le hice lugar en mi casa por unos días y también fungí el papel de mediador en la resolución de aquel problema. Esto sin contar todas las veces, desde que nos conocimos, que le ayudé con la tarea o lo incluía en los trabajos en grupo a pesar de que nunca hacía nada. Y él siempre me trataba bien y me llamaba "mejor amigo", pero cuando se enteró de que soy gay, empezó a tratarme como si tuviera lepra.
Y así todos mis "mejores amigos". Todos ellos; Jared, Bob, Brendon y Ray... Durmieron en mi cuarto, comieron en mi mesa, lo compartimos todo, éramos como familia... Y luego me mandaron a la mierda por una estupidez.
Me preocupé un montón cuando vi el auto de mis padres estacionarse en la entrada y Ray acercarse hasta allá. Recogí rápido mis cosas y salí corriendo.
«Seguramente ese hijo de perra le va a contar que me escapé». Me dije.
—... Bueno, señora Donna. Qué agradable verla de nuevo. — Dijo Ray en cuanto me acerco al auto.
— Lo mismo digo, Raymond. — Contestó mi mamá con cariño. — Hace mucho que tú y los demás no van a la casa.
— Sí... Bueno... Usted sabe cómo están las cosas últimamente. — Me miró de pies a cabeza al pronunciar esa frase.
— Hasta pronto, Raymond, que Dios te bendiga.
— Nos vemos, señora Donna. — Sonrió enormemente, aparentando ser un ángel. — Adiós, Gerard. — Palmeó mi hombro con hipocresía. — Que estés bien.
Yo, sin responder, subí al auto. Ray, indiferente, se dio la vuelta para irse y mi mamá arrancó el vehículo.
«Okay...». Pensé, totalmente seguro de que Raymond le dijo a mi mamá que me fui a la hora del almuerzo y no volví sino hasta la salida. «Hora de aceptar mi destino con gracia».
— ¿Por qué ya no le hablas a Raymond y a los muchachos? — Pregunta mi mamá en lugar de darme el regaño esperado.
Fruncí el entrecejo.
— Creo que la respuesta es obvia; los odio y ellos me odian a mí. — Me encogí de hombros.
— Ellos no te odian, son tus amigos, Gerard. Esos niños han estado contigo desde que tenían doce años, no es justo que los desplaces así sólo porque ahora crees que te gustan los hombres. Tú simplemente no eres así, ¿Qué te está pasando? ¿No te da vergüenza?
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1998; Frerard
FanfictionGerard es un adulto de treinta y ocho años que siente que su vida es un completo despropósito y sólo le gustaría poder regresar en el tiempo para corregir su mayor error, su máximo arrepentimiento: No haber podido salvar a Frank Iero.